Cuando reconoces que eres el vasto e íntimo espacio abierto de la consciencia, ya no hay una entidad llamada ‘yo’ que vaya despertando más con el paso del tiempo, o que vaya a alcanzar la integración total en el futuro, pues, desde la perspectiva de quien realmente soy, se ve con claridad que toda ola que aparece ahora mismo está ya integrada en el océano…, que todas las olas tienen ya una intimidad total con lo que soy. No se trata, por tanto, de que yo avance hacia un punto final de integración total en el futuro. Ese es el sueño del buscador, que vive siempre en el cuento del logro espiritual enmarcado en el tiempo. De lo que se trata siempre, absolutamente siempre, es de reconocer esa integración en la experiencia presente aquí y ahora. Se trata de despertar a la completud y aceptación profunda de este momento, tal como es. Se trata de ver que estas olas ya están profundamente aceptadas, aquí y ahora. La integración de mañana no es asunto mío, y el relato del despertar de ayer es irrelevante. Aquí y ahora es donde está la vida, toda. Y sólo hay aquí y ahora.
Y aunque este parezca ser un proceso que se desarrolla en el tiempo - quemar las imágenes que tienes de ti, reconocer la búsqueda en todas sus formas
sutiles y aún más sutiles, descubrir la aceptación en esas olas que nunca habías imaginado que se pudieran aceptar, encontrar amor y paz en lugares que pensabas que el amor y la paz habían abandonado, descubrir más y más intimidad en tus relaciones personales aunque a la vez te das profunda cuenta de que no hay ‘otros’ fuera de ti - de hecho, es un proceso atemporal que siempre sucede ahora. La vida se integra consigo misma, aquí y ahora, y tú eres el testigo de su danza. La vida se sana a través de ti.
Sí, esta es la bellísima paradoja del despertar espiritual. La vida está ya completa, radicalmente completa, aquí y ahora. No eres un ser defectuoso. Incluso con tus imperfecciones, eres perfecto exactamente como eres. La vida ya se ha completado en este momento y siendo este momento, y esta es la bella verdad última de la existencia. Y, sin embargo, asimismo, esa completud continúa expresándose como invitación sin fin a redescubrir la completud en medio de esta experiencia encarnada, personal, profundamente humana, aquí y ahora.
Cada ola que aparece, cada pensamiento, sonido, olor, sentimiento y sensación que aflora en el océano que eres te susurra suavemente: “Por favor, no te escapes de mí, por muy doloroso o intenso que aparezca ahora mismo. Confía en mí, soy el océano también. Aunque ahora adopto esta forma y tal vez no te resulte obvio, es aquí donde pertenezco. No te preocupes, no es necesario que me aceptes, ya estoy dentro. Y no te preocupes, tampoco puedes rechazarme; ya estoy dentro, ¿te has dado cuenta? ¿Estás dispuesto a ir más allá de todas las ideas que tienes sobre ti, de todos los cuentos sobre tu pasado y tu futuro, y aadmitir simplemente que ya estoy aquí, que ya se me ha admitido? ¿Puedes admitir que quien realmente eres es lo bastante vasto como para contener la totalidad de la vida, lo bueno y lo malo?”
Mira tu vida. La invitación está en todas partes. Está en la alegría y en el dolor, en el aburrimiento y en el entusiasmo, en el pesar y en el éxtasis, en la dulzura y en la amargura, en tu nacimiento y en tu lecho de muerte. La invitación está aquí, en cada momento de este precioso y frágil regalo de una vida que tan fácilmente damos por hecha. Y justo ahora, mientras lees estas palabras, te llama con suavidad para que vuelvas a ella.
(Un extracto de LA MÁS PROFUNDA ACEPTACIÓN - Jeff Foster)
http://presenciaconsciente.tumblr.com/post/103208962602/la-vida-se-integra-consigo-misma-aqui-y-ahora-y-tu
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