18 de noviembre de 2014

Cómo Manejar el Dolor


Un breve extracto del capítulo del 'Dolor' del libro "The Deepest Acceptance" de Jeff Foster


El dolor es el recuerdo del dolor.

"Dolor" es una etiqueta que el pensamiento pone a eso que percibe como una amenaza al bienestar del cuerpo y, por lo tanto, una amenaza hacia "mí" (ya que estamos tan identificados con el cuerpo). Haz a un lado la descripción del "dolor" y ¿qué es lo que queda, en el momento? Una sensación intensa, un hormigueo, un ardor agudo, caliente, vibrante, bailando y moviéndose. La palabra "dolor" suena como si se tratara de una masa sólida, fija en tiempo y espacio, separada de ti, inmutable, inmóvil y muerta, pero si investigamos con cuidado, con una atención amorosa, descubrimos que se trata de una danza muy viva, una danza que cambia de un momento a otro, que se mueve, que nunca es la misma. Sin embargo, tienes que poner atención y no saltar a conclusiones. El momento es vida. La palabra "dolor" no tiene la capacidad de capturar este misterio. Además, la palabra "dolor" tiene un opuesto, a diferencia de esta intensa sensación, que no lo tiene dentro del momento porque la vida en sí, no tiene opuesto. Esta sensación no está en contra de la

vida... ¡es vida!, por muy extraño que se escuche.

El "dolor" es un concepto, una imagen, una memoria. Todos los conceptos son memorias aprendidas en el pasado, traídas al presente para tratar de darle sentido a la inmensidad y a la novedad de la experiencia presente. La palabra "dolor" está conformada por todo aquello que SABEMOS acerca del dolor, todo lo que te dijeron acerca del dolor, todas tus experiencias pasadas con el dolor, todas tus experiencias como testigo de aquellos que sintieron dolor (¡un gran equipaje!), todos tus juicios acerca del dolor, todo tu miedo al dolor. Es algo que está cargado de karma, por así decirlo. Traemos el pasado a través de la palabra "dolor" (o cualquier otra palabra que utilicemos para juzgar nuestra experiencia presente como negativa o indeseable), hasta nuestro fresco y vivo presente. Y así, introducimos el TIEMPO dentro de nuestra imagen. Pero esta sensación tan intensa no se encuentra dentro del tiempo. No tiene ninguna historia. No tiene ningún futuro. Sólo es el AHORA. En la experiencia directa, tú sólo eres capaz de encontrar una sensación presente, recién cosechada.

Pero la palabra "dolor" se apresura y trae consigo el recuerdo del dolor. La historia del dolor. El dolor a través del tiempo. El dolor de ayer. El dolor del año pasado. Todos esos años de dolor. Ahora, este momento es tan sólo una serie de momentos dolorosos. ¡No, de nuevo no!... Ahora nos encontramos dentro de un relato. ¿Cuándo terminará?... Ahora estamos viviendo con el fantasma del dolor. Estamos obsesionados con el dolor pasado, con el dolor del último momento. Incluso estamos obsesionados por la falta de dolor de ayer, también por la felicidad de ayer y anhelamos volver a ello. Imaginamos todos nuestros planes futuros convirtiéndose en polvo. El dolor ha arruinado mi sueño, pensamos. Nos sentimos separados de la vida, de nuestros cuerpo, del momento. Y ahora vivimos anticipando el dolor que hemos de sentir mañana, el próximo año, o el momento que sigue. Perdemos el contacto con el aquí y el ahora, con nuestro verdadero hogar que está más allá de nuestros planes. Nuestra certeza se convierte en una carga demasiado pesada.

Nos hemos introducido en una historia de dolor, la historia de "yo y mi dolor", "yo y mi dolor pasado y futuro". Nos salimos del momento presente, que es todo lo que hay, para meternos a una película épica Hollywoodense llamada Mi Vida Dolorosa. Hemos olvidado que todo lo que hay, en este momento, es lo que está pasando. No hay una "vida de dolor" fuera de este momento. El ahora es lo único con lo que tenemos que lidiar. Con lo que está pasando en este momento. Es para lo único que debemos estar presentes. Para esto que podemos conocer directamente, sin recurrir a la memoria.

No me malinterpreten, sé que la sensación de este momento puede estar resultando demasiado intensa e incómoda, y por supuesto que trataremos de hacer todo lo posible para calmar el dolor - no tiene ningún sentido sufrir de más. Esto es evidente. Pero lidiar psicológicamente con esta sensación tan fuerte es infinitamente más fácil que lidiar con "mi dolor a través del tiempo", con la historia de tu dolor, de tu sentido de víctima, con tu triste futuro, con tu maldición, con un injusto universo, con tu mala suerte, con lo mal que te salen todas las cosas. Una vez que te identificas con la historia, te sientes completamente indefenso, impotente, porque pierdes el contacto con tu verdadera fuente de poder, aquí y ahora.

Es por esto que digo que el dolor es el recuerdo del dolor. El momento al que llamamos "dolor" activa el sistema de memoria y entonces añadimos capas innecesarias a esa experiencia Pura que se está viviendo en el presente. Después, inevitablemente, empezamos a buscar algún próximo momento "libre-de-dolor" o incluso algún momento que pueda sentirse lleno de "placer". Lo cuál no es un error, sino completamente natural, no lo malentendamos. Pero veamos que de manera muy fácil el deseo de un momento libre de dolor puede convertirse en el rechazo de este momento, en una guerra con lo que es, en una división en contra de ti mismo, en una lucha en contra de tu cuerpo, en una completa desalineación con el universo, en un gran NO hacia la vida. Hemos olvidado que el sanar jamás puede provenir de una guerra, que un SÍ al momento siempre es posible, independientemente de lo que esté sucediendo, incluso un SÍ al "no" que dicta la mente, y desde un sitio de completa concordancia con la vida, desde ese sitio en donde no estamos fomentando ni agregando violencia al momento, le damos un descanso al cuerpo de esa idea de "yo" y permitimos que su inmensa e incomprensible inteligencia fluya sin ningún obstáculo. Un SÍ al momento, un SÍ a esta fuerte sensación, un SÍ a todos los pensamientos e imágenes que flotan a su alrededor, un SÍ a todos los contenidos de la inmensa capacidad que eres libera esa gran inteligencia. El dolor puede ser un gran maestro espiritual - te invita a rendirte completamente y a liberarte del tiempo. No tiene por qué ser el enemigo. No tiene por qué estar en tu "contra".

Es por esto que digo que el dolor es el recuerdo del dolor. La tristeza es el recuerdo de la tristeza. El miedo es el recuerdo del miedo. Sin todas estas etiquetas duales, que son ni más ni menos que la memoria... ¿sabríamos realmente con qué nos estamos peleando?

Si logramos entender esto, estaremos entendiendo todo.

Jeff Foster
(Traducido por Tarsila Murguía)



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