19 de mayo de 2014

VIDA NUEVA



Recuerda que no importa qué tan difíciles o inesperadas sean las situaciones que vivas, siempre contarás con la ayuda, la guía y la compañía de la Divinidad. Pero serás tú quien tenga que asumir el control y la responsabilidad de tu vida, pues sólo
a través de la voluntad, el valor, la determinación, la pasión y la perseverancia,
podrás transformarla y experimentar la plenitud que da la libertad esencial.

Busca siempre el balance, rescata el aprecio y el respeto por ti mismo y por las demás personas, de manera que puedas entregar lo mejor de ti al mundo, comprendiendo que eres un instrumento de la Divinidad al servicio de la vida.

Cómo renovar tu vida

Pon orden en tu vida. Detén tu alocada carrera diaria. ¿A dónde vas con tanta prisa? ¡Ubícate! Ordena tus tareas pendientes por prioridad, haz una lista de lo urgente y lo importante. Piensa con calma qué quieres de la vida, cuál es tu sueño y una vez que lo identifiques, ve por él. Fíjate metas pequeñas a corto plazo y cumple con ellas para que poco a poco alcances metas mayores.

Acepta lo que no puedas cambiar. El pasado ya no importa, pues ya

ocurrió. Abandona los recuerdos negativos, vive tu duelo, perdona y libérate del peso emocional que por tanto tiempo cargaste. Comienza de nuevo, puedes mejorar tu situación personal; toma tiempo, pero es posible superar cualquier dificultad. Aprende a ver los inconvenientes como oportunidades y procura darle una respuesta creativa a cada situación.

Practica el agradecimiento. Lo más importante de todo lo que está ocurriendo en este momento es que estás vivo, lo que es un regalo: algo tienes que hacer,
Tienes alguna misión por cumplir. ¿Qué esperas? Agradece los dones y los regalos que día a día te ofrece la vida, reconócelos y haz buen uso de ellos. Muchas veces tenemos más de lo que en realidad podemos disfrutar; aprendamos a valorarlo.

Disfruta de tus seres queridos. No permitas que las obligaciones y preocupaciones te hagan perder de vista el regalo de compartir momentos de calidad y disfrute con tus seres queridos. Puedes compartir la preparación de los alimentos, la lectura de un libro, un par de horas viendo una película, el cuidado del jardín, un paseo al aire libre. Lo importante es el contacto, el compartir y el amor.

No pienses tanto. Vamos, no pienses tanto las cosas… Planifica bien, revisa una vez más y actúa. Recuerda que mientras más vueltas le das en la cabeza a una idea
o a una situación, más se extiende el dolor o la confusión. Además, al final quedarás paralizado y sin saber cuál es la decisión correcta. Distrae tu mente, lee un buen libro, escucha música; no dejes que tu cabeza se llene de preocupaciones.

Perdona a tus enemigos. Mientras guardes el recuerdo de lo que te hicieron, te mantienes preso del pasado y afectado por ese suceso. Cierra los ojos, recuerda la imagen de la persona, cuéntale mentalmente sobre tu malestar y lo que esperabas que sucediera… Al final, dile que le perdonas e imagina que sonríe. Repítelo cuantas veces sea necesario para dejarlo en el pasado y sentirte libre de ese recuerdo.

Recibe cada día con una sonrisa. Coloca tu reloj despertador 15 minutos antes de la hora acostumbrada, para que te levantes sin la sensación de no tener el tiempo para estirarte un poco, dar las gracias por un nuevo día, intercambiar caricias
y frases amables con tus seres queridos, tomar una ducha un poco más larga que de costumbre y renovar con ella el entusiasmo y tu sonrisa.

Vuélvete un elemento conciliador. Procura facilitar con tus comentarios y actitud, la buena comunicación, el entendimiento y el acuerdo entre las partes en conflicto. Evita la crítica y los juicios, especialmente cuando no van dirigidos a aportar o solucionar alguna situación. Mantente siempre atento a encontrar las semejanzas y los puntos en común para trabajar en todo momento por los acuerdos, la tolerancia y la unión.

Baja el nivel de expectativas. Deja de pensar en lo que ocurrirá después, lo que recibirás más tarde, lo que te dará una persona en particular… Muchas veces estar atentos a lo que esperamos nos impide disfrutar lo que tenemos y nos genera la ansiedad de la espera, sumada a la incertidumbre propia de algo que no está en nuestras manos resolver o manejar. Vive en el aquí y ahora.

Saca la violencia de tu vida. Aprende a canalizar el estrés, la tensión o la preocupación; no permitas que se conviertan en malhumor o rabia, porque te volverás irritable o violento muy fácilmente. No te descargues con los seres que amas, especialmente evita hacerlo con tu pareja y tus hijos… Sana tus heridas emocionales. La violencia nos marca y nos vuelve resentidos o inseguros para toda la vida. ¡El maltrato no es amor, evítalo!

Refuerza tu autoestima. Haz una lista de tus cualidades y escríbelas en forma afirmativa como: “Soy una persona capaz”, “Soy agradable”. Si te cuesta trabajo encontrar tus cualidades, puedes apoyarte en alguien que te quiera incondicionalmente para que te ayude a completar tu lista. Léela cada vez que te sientas con el ánimo bajito. Valórate, respétate, aprende a decir que no y atrévete a establecer límites.

Expresa tus sentimientos. Si aprecias o admiras a una persona, díselo sin reservas. Si amas, demuéstralo, no tengas miedo de expresarlo, mucho menos de entregarlo. A veces se te olvida lo importante que puede ser para todos el que una persona nos diga frases como: “Sé lo que estás haciendo y te admiro”, “Cuenta conmigo para lo que sea”, “Eres muy especial para mí”. En fin, son frases que nos hacen sentir queridos.

Muéstrate servicial y solidario. Cuando alguna persona requiera de tu ayuda, muéstrate siempre dispuesto a colaborar; hazlo de buena manera y con la mejor disposición. Recuerda que la vida se encarga de devolvernos lo que damos a otros en el momento en que más lo necesitamos. Ningún esfuerzo positivo se pierde, aun cuando no te lo agradezcan o reconozcan en el momento.

Ten una rutina de ejercicios. Es importante que incorpores a tu rutina diaria un espacio para practicar algún tipo de ejercicio físico. Puedes caminar con buen paso durante 45 minutos diariamente, asistir a un gimnasio, montar bicicleta o nadar. Lo importante es la disciplina y la constancia al momento de practicar; eso te ayudará a liberar el estrés, la preocupación, a oxigenar tu cuerpo, a aumentar la vitalidad y aclarar tu mente.

Practica la oración consciente. Haz una oración en voz alta o enciende una vela, como cuando eras pequeño… Conectarnos con la presencia de Dios en nuestro interior, nos hará sentir protegidos y nos desconectará del temor. Comienza toda oración con agradecimiento por cada pequeño o gran regalo que hayas recibido durante ese día, y al final, si tienes alguna petición que hacer, realízala desde el corazón.


Rituales para cerrar un ciclo y abrir otro

Algunas personas disfrutan de hacer pequeños rituales para despedir un año y recibir otro nuevo. Inclusive continúan repitiendo aquellos que aprendieron desde niños, o toman la decisión de crear otros. Lo importante es que conscientemente busquemos el medio que nos permita mejorar nuestro estilo de vida y disponernos con la mejor actitud a crear y merecer nuevas y mejores condiciones para el desarrollo de nuestra vida.

En una libreta pequeña, escribe en cada hoja, una a una, las actitudes, las creencias, los temores, las emociones o el comportamiento que no deseas tener en tu vida personal y familiar. Luego quémalos en un lugar seguro, imaginando que de esta manera desaparecen de tu vida.

En otras hojas de la misma libreta, anota en cada página, uno a uno, los propósitos, los hábitos, los pensamientos, las cualidades, las metas y los sueños que quieres incorporar en tu estilo de vida. No olvides escribir en primera persona y en forma afirmativa. Al final puedes compartir estos últimos papelitos con tus seres queridos, sumando mientras los intercambian, buenos deseos y sentimientos. Al final, recuperen los suyos y guárdenlos en un lugar seguro.

Cierren los ojos y den las gracias como si ya hubiese ocurrido. Un abrazo colectivo de “oso”, siempre cae muy bien y sirve para cerrar los compromisos.


Círculo del aprecio

Puedes hacer este ejercicio con personas que conoces bien, con tus familiares, amigos o compañeros de trabajo o estudio. Es un pequeño ritual para fortalecer las relaciones y crear bienestar y felicidad.

Sienta a todos tus invitados en círculo. Elige a la persona que comenzará y colócala en el centro, pídele a todos que espontáneamente le digan frases o comentarios positivos llenos de gratitud, reconocimiento o cariño. Una vez que las personas que quieren decir algo lo hagan, continúen cambiando a la persona que está en el centro, hasta que todos hayan pasado.

Existen cuatro reglas que hay que respetar:

Los comentarios deben ser positivos y sinceros.
Nadie puede interrumpir el diálogo o agregar algún comentario.
Aquellos que no tengan algo que decir pueden permanecer en silencio.
Si eres la persona que en el centro recibe los cumplidos, debes evitar
minimizarlos o rechazarlos, aprende a aceptarlos, agradecerlos y disfrutarlos.



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