Alejandro Jodorowsky: Quisiera compartir y comentar cuatro sabias historias, japonesas y chinas, que me enriquecieron la vida:
1.- EL MAL POETA.- Hace siglos vivió en Japón un gran poeta llamado Basho, que enseñaba a sus discípulos a escribir poemas en tres líneas, basándose en la ley: “Expresar el máximo con el mínimo de palabras”. Uno de sus alumnos compuso este poema: “Veo una mariposa /le arranco las alas/ queda un pimiento”. Basho se indigna y lo corrige así: “Veo un pimiento/ le agrego dos alas/ y obtengo una mariposa”.
¡Es mejor pensar en construir que en destruir!
2.-EL DESDENTADO.- Un magistrado, mientras agoniza, le dice a Confucio: “Mira dentro de mi boca. ¿Por qué tengo lengua y no dientes?”. El sabio le responde: “¡Perdiste tus dientes porque eran duros y conservaste tu legua porque era blanda!”.
Nunca impongas tu presencia. Adáptate a las circunstancias. Aprende a
ponerte en lugar del otro. No busques que todos sean como tú: trata primero de ser tú mism@ y luego, ya segur@ de ti, acepta a los demás como son.
3.- EL FILOSOFO SIN FILOSOFIA.- Le preguntan a un sabio qué filosofía tiene. Responde: “¡Ninguna! Cuando como, como y cuando duermo, duermo”.
Se trata de estar siempre en el presente, sumergido entero en la acción que uno está realizando. Deja de soñar y haz bien lo que estás haciendo. Las ilusiones impiden llegar a la realidad.
4.- UN POBRE LADRON.- Un ladrón decide robarle a un monje que medita en su cabaña, en lo alto de una montaña. El monje está concentrado, mirando a la luna. El caco, en la sobria habitación, sólo encuentra para robar un vasito de barro. El monje lo ve y le dice: “Pobre… No quiero que te vayas decepcionado. Llévate también mis sandalias y mi ropa”. Y le da todo lo que tiene puesto. El ladrón se va. El monje suspira: “¡Qué lástima no haber podido darle esta hermosa luna!”.
Nada poseemos. Todo es prestado, hasta el cuerpo que tenemos. El ladrón no puede robar la luna porque es de nadie. Sólo “poseemos” la emoción que nos produce su belleza. Por tratar de obtener objetos materiales, el ladrón pierde el placer de tener un espíritu despierto.
Imagen: Patricia Moreno
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