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No solo experimentamos estrés cuando tenemos una experiencia que crea resentimiento, sino cada vez que recordamos la situación. Este estrés encerrado a largo plazo y la tensión que resulta, puede producir serias inhibiciones de las defensas naturales del cuerpo.
El resentimiento no es lo mismo que la ira: la ira suele ser una emoción sencilla y de corta duración con la que todos nosotros estamos familiarizados, mientras que el resentimiento es un proceso a largo plazo que renueva el estrés.
Supón por ejemplo que vas en automóvil por una calle y que un coche lleno de adolescentes que viene en dirección contraria casi choca contigo. Experimentas una reacción de estrés; el corazón comienza a latir más
rápidamente, la respiración se acelera, la adrenalina fluye y así sucesivamente. Gradualmente se dan dos emociones: la primera el miedo y la segunda ira por la forma negligente de conducir de los otros. Ambas reacciones son normales.
Sin embargo, cuando la situación ha pasado nuestras acciones y nuestras reacciones se hacen cada vez más significativas. Una respuesta a esta situación sería parar a los jovencitos y reprocharles su forma de conducir. Si se disculpan o explican por qué estaban conduciendo de esa forma tan descuidada, tal vez porque se encontraban en una situación de emergencia o porque llegaban tarde al trabajo, la ira se disipará probablemente. Sin embargo, esta forma de resolución de la situación no se suele dar en la práctica.
Cuando no hay ninguna acción posible para expresar las emociones conectadas al acontecimiento pasado, como con los jóvenes descuidados, la ira puede generalizarse hacia otros jóvenes descuidados, otros jóvenes en otros coches, o incluso hacia otros conductores en general, por lo que conservamos la ira que sentimos en el momento del suceso inicial. Si esos sentimientos no son liberados, suelen conducir a resentimiento y estrés.
Algunas personas se permiten resentimientos de fuentes muy diversas durante muchos años. Algunos adultos arrastran esos sentimientos como consecuencia de experiencias de la infancia que recuerdan con gran detalle. Estos recuerdos pueden hacer referencia a una falta de cariño de los padres, a actos específicos de crueldad paterna o a innumerables experiencias dolorosas. Las personas que arrastran esos resentimientos, recrean el acontecimiento o acontecimientos dolorosos en sus cabezas incluso hasta después de la muerte del ofensor.
Al margen de que esos sentimientos fueran justificados cuando la experiencia tuvo lugar, continuar llevándolos consigo supone unos costes físicos y emocionales tremendos. Si abrigas tales sentimientos conviene que reconozcas que eres tu y no la otra persona, la causa última de tu propio estrés.”
Matthews-Simonton-Creighton.
Aprende a eliminar el resentimiento, junto con el enojo y el dolor que lo acompañan para que puedas disfrutar plenamente de la vida.
No te quedes encadenado.
crecimiento-y-bienestar-emocional
Libérate del resentimiento
y el coraje y dolor que lo acompañan.
"Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero.
Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad". Catherine Ponder (escritora).
Saiku
http://saikuhayotravidaposible.blogspot.com.ar/2014/05/el-resentimiento-y-la-enfermedad.html
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