2 de mayo de 2014

No eres lo que piensas


Hoy en día la civilización ha llegado, aparentemente, más lejos que nunca en el conocimiento de la materia. Cada año la ciencia descubre algo nuevo, una nueva teoría, una nueva partícula fundamental, una nueva tecnología, nuevas enfermedades, nuevas soluciones.
Sin embargo, aunque se sabe como manipular el mundo material, se está lejos de saber QUE ES la materia en realidad. Tampoco se comprende el PORQUE de ella.
En realidad no sabemos lo que es la energía, la electricidad, el magnetismo y mucho menos la gravedad. Prueba de ello es que las dos teorías principales de la Física actual: la relatividad y la mecánica cuántica no son conciliables. Cada una por su parte describe un universo, pero por separado.



Con el fin de explorar la materia se la separó de la conciencia y esto nos alejó de la comprensión de nuestra verdadera naturaleza.

La ciencia basa sus leyes y conocimientos en lo que puede experimentar y verificar a través de los sentidos, a pesar de que la misma ciencia comprueba lo limitado e ilusorio de esta percepción.

Tampoco entendemos el hecho de que este es un universo consciente y vivo,

continuo, sin fisuras ni separaciones, cuyo aparente movimiento es de dos vías de equilibrio para todos sus efectos y no un universo mecánico y discontínuo que se expande a los saltos en una sola dirección.
Esta es la razón fundamental del porque tendemos a percibir solo un aspecto de nuestra vida y tenemos la impresión que avanzamos inexorablemente en una línea recta hacia el final del camino.

La información no es conocimiento.

Cualquier información que percibimos a través de los sentidos no es real.
Lo que interpretamos como real es solo la reacción eléctrica del cerebro a los estímulos y señales que recibe a través de los sensores y que luego son interpretados de acuerdo a la memoria y a los programas instalados (información genética, educación, etc.).

El pensamiento no es conocimiento, es simple actividad eléctrica, imágenes en movimiento que al igual que un film, interpretamos como reales porque no tenemos en cuenta su origen, su causa, ni comprendemos su naturaleza. Solo se percibe el efecto y se lo acepta como real, aún peor, nos identificamos con esa percepción insustancial y la volvemos material.
La realidad que percibimos no es real.

¿Pero que es real?

Según la definición de la Academia: real es aquello que tiene existencia verdadera y efectiva.

Todo lo que percibimos desde el exterior es ilusorio, no es real. Solo la conciencia es real.

Percibimos el movimiento, el flujo de información que se manifiesta como electricidad o como luz que se mueve.
El fenómeno es movimiento, pero la conciencia que lo percibe es quietud. Todos los fenómenos, todo lo que percibimos, son manifestaciones de la única conciencia infinita, que es nuestra verdadera esencia. Nuestro ser real.
Podemos ver el movimiento del mar y sus olas, las olas se elevan, rompen, hay olas chicas y olas grandes, finalmente todas vuelven a su origen, el mar. De hecho nunca dejaron de ser el mar, cuya esencia es quietud, su movimiento es efecto de la interacción con el medio.

La conciencia es como el mar, los pensamientos son las olas, Las olas no son reales, no tienen existencia propia, simplemente son el movimiento del mar que captan nuestros sentidos.



El movimiento es desequilibrio. La quietud es equilibrio.
Todo movimiento es relativo, representa una búsqueda de equilibrio, o una pérdida del mismo, pero finalmente tenderá a equilibrarse.

La información es movimiento, es desequilibrio.
El conocimiento es quietud, equilibrio.
El conocimiento aparece cuando la información se realiza con la totalidad del ser.
El conocimiento es experiencia, es información digerida, asimilada y liberada.

La información es relativa.
El conocimiento es cósmico.

El pensamiento percibe el efecto.
El conocimiento comprende la causa.

El conocimiento es poder. El pensamiento es una expresión de ese poder.
El conocimiento es la propia naturaleza de la conciencia, única e infinita.
El pensamiento es una onda eléctrica surgida de esta esencia, y como toda corriente eléctrica presenta polaridades, generalmente se percibe uno de los polos. Al igual que las olas, lo que interpretamos como ondulación es en realidad un movimiento circular, solo vemos una parte.

“Únicamente vemos las ramas, pero no tenemos en cuenta la raíz”

Por eso siempre que vemos, oímos, tocamos, olemos, degustamos o pensamos, debemos considerar lo relativo de esa percepción, a la que le falta una parte, generalmente la mayor, como el iceberg, del cual solo vemos lo que aparece en la superficie.



Lo que captamos con nuestros sentidos y creemos que es real, es únicamente la pequeña franja del espectro de radiaciones que podemos captar. Lo demás, la mayor parte, no es tenida en cuenta, es descartada. Así trabaja la ciencia, y así somos educados, en base a reflejos y espejismos.

“Lo esencial es invisible a los ojos”




Ahora viene lo mejor.
Como somos esencialmente conciencia infinita, poseedores de naturaleza divina (es decir, Dios vive en nosotros), lo que pensamos, si lo creemos, se hace realidad, se materializa.
La vida es deseo.
Somos hijos del deseo.
El pensamiento es una manifestación de ese deseo, su herramienta.
La materia es simplemente una cristalización momentánea de ese flujo de información y energía que no es otra cosa que la conciencia moviéndose, experimentando, evolucionando.
La Mente Única experimenta y aprende a partir de sus creaciones.
Somos la conciencia infinita experimentándose a si misma.

Entonces puedes preguntarte: ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿A que estoy conectado verdaderamente? ¿Cuál es mi relación con todo lo que me rodea? ¿Qué estoy haciendo de mi vida?
Estas preguntas te llevan inevitablemente hacia la raíz de tu vida.

El conocimiento de tu verdadera naturaleza te hace libre y convierte a tu vida en una fuente de creatividad y felicidad.

No eres lo que piensas pero eres también lo que piensas.


http://budacuantico.blogspot.com.ar/2013/04/no-eres-lo-que-piensas.html

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