Uno de los tópicos de la ciencia ficción es el de un mundo en el que los humanos son dominados por las máquinas. Al mismo tiempo, debatir sobre si esto pudiera ser posible o no es uno de los entretenimientos de la ciencia relacionada con el desarrollo de la Inteligencia Artificial.
No obstante, mientras veía un documental sobre todo este asunto, no pude por menos que hacerme la siguiente reflexión: ¿No será que el mundo ya hace tiempo que está dominado por las máquinas? Y no me refiero a tecnología pura y dura, sino a algo mucho más avanzado, seres biológicos de aspecto humanoide controlados y automatizados.
Porque, si pensamos en lo que ha hecho de nosotros esta nuestra civilización, no me parece una mala definición para establecer lo que somos en nuestra inmensa mayoría: máquinas biológicas que han renunciado a su potencial vital para alimentar un sistema de automatizaciones y rutinas donde la creatividad individual no tiene cabida. Es lo que vemos en la película Matrix, por ejemplo, cuando se nos presenta a los seres humanos convertidos en baterías que alimentan al sistema desde su inconsciencia.
La mejor aliada de esta idea es la creencia, a partir del siglo XVII, en un universo-máquina cuyo funcionamiento es el de una gigantesca estructura de precisión al estilo, como se suele decir, de un reloj suizo. Desde entonces, cualquier visión “orgánica” del cosmos es propia de ignorantes y supersticiosos.
Mientras las tradiciones de todas las épocas conocidas basaron su ciencia en
comprender la Naturaleza para vivir bajo su protección de manera armónica, en su entendimiento de un ser orgánico, el objeto de la ciencia occidental ha sido el conocimiento que pueda usarse para dominar y controlar el medio, pues no es otra cosa que un artefacto sin capacidad vital.
Ya en aquella época, el filósofo George Berkeley se planteó el problema de considerar una realidad puramente matemática y objetiva donde ninguna presencia espiritual o subjetiva tuviera cabida, por lo que su pensamiento se desarrolló en la necesidad de refutar el utilitarismo emergente.
Y tal utilitarismo es el que nos trae hasta nuestros días. En un universo máquina, los seres vivos hemos de ser máquinas, como bien se sigue empeñando en demostrar todo un ejército de científicos que dedican sus vidas a buscar el gen anómalo, o la asociación neuronal alterada, que nos hacen pensar en términos espirituales. Curiosamente, el Arquitecto de Matrix se las pasa buscando la anomalía que obliga a la existencia del Elegido para terminar reconociendo que necesitaría tener una mente “menos racional” para lograrlo…
¿Y qué se espera de una máquina? Eficacia, rapidez, que no de problemas… Si no me equivoco, a esta filosofía de vida se la llamó en su día capitalismo. Aunque, por supuesto, el capitalismo, en su falta de creatividad, tampoco inventó nada nuevo.
A pesar de que tal concepción perfecta y mecanicista de la realidad pasó a la historia hace más de medio siglo, el común de los mortales sigue dándola por válida, puesto que así es como la educación lo dispone y como mucha de la ciencia divulgativa que nos llega establece. Al parecer, todavía resulta que la física cuántica, los avances en neurociencia y sus derivados no son procedentes de ser explicados al común, bajo la idea de que son asuntos en extremo complejos y difícilmente comprensibles. No necesitamos la verdad, sino lo sencillo…
Precisamente, en esta interpretación de la “realidad” hay quienes piensan que jamás habíamos estado tan alejados de la “Realidad”. En esa necesidad de que se nos sirva el mundo organizado y estructurado hemos perdido el norte de la incertidumbre orgánica con que parece operar todo. Baudrillard lo ejemplifica en Cultura y simulacro con un cuento de Borges sobre un mapa tan detallado que abarcaba la totalidad del territorio al que representaba. Al final, hemos hecho del mapa lo principal, nos atenemos al modelo y aquello a lo que representa pasa a ser secundario y puede hasta desaparecer sin que nos afecte en nuestra idea de las cosas:
“El territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda al territorio –precesión de los simulacros- y el que lo engendre, y si fuera preciso retomar la fábula de Borges, en que los cartógrafos del imperio trazan un mapa tan detallado del territorio que llegó a recubrir con toda exactitud al mismo que, con el tiempo y debido a su inutilidad, es finalmente abandonado. Hoy serían los jirones del territorio los que se pudrirían lentamente sobre la superficie del mapa, son los vestigios de lo real, no los del mapa, los que todavía subsisten esparcidos por unos desiertos que ya no son los del imperio, sino nuestro desierto. El propio desierto de lo real”.
“Bienvenido al desierto de lo real”, dice Morfeo en Matrix. Autómatas que actúan a partir de un modelo establecido sin prestarle atención a la realidad que representa. Muchos malpensados dicen que tal es la función actual de los medios de comunicación, la de dibujarnos el mapa a tamaño real para que no nos preocupemos por el terreno en sí.
Aquí convendría reflexionar sobre si somos autómatas (en caso de que aceptemos que lo somos, claro está…) que viven en un mundo irreal porque nos someten o porque, en lo más oscuro de nuestro subconsciente, lo preferimos. Robert Nozick escribió sobre la máquina de la experiencia, un experimento ficticio en el que se ofrece la posibilidad de conectarse a una máquina que proporciona todo el placer del mundo y, además, proporciona una ilusión de realidad de manera que quien se conecta se olvida de que es una simulación, viviéndolo como su auténtica realidad. ¿Habría quién quisiera vivir hipnotizado por un placer superficial antes que conocer y experimentar la cruda realidad de las cosas? Al final, Nozick concluía que la mayoría preferiría la cruda realidad de las cosas antes que un hedonismo superficial… sin duda, era un experimento ficticio…
Volviendo a eso de la posibilidad de que las máquinas dominen el mundo y sometan al ser humano, podría ser que tal objetivo ya se haya conseguido y no nos hayamos enterado. Pero es normal. Uno de los problemas con que se enfrentan los que trabajan en eso de la Inteligencia Artificial es lograr que el robot pueda tener conciencia de sí mismo…
http://www.erraticario.com/mente/las-maquinas-dominaran-el-mundo/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario