Ejercicio importante para nuestra salida de la Matrix y reconexión con nuestra verdadera naturaleza:
Como en las meditaciones clásicas, nos sentamos con los ojos cerrados, sin ruido ni interrupciones, y nos internamos en nuestro ser, lejos del mundo y sus pensamientos disparatados, tratando de ir profundizando, mientras paso a paso, nos despojamos de todo el peso que nos recubre, por medio de preguntas similares a estas:
¿Quién soy si desaparece mi pasado?
¿Quien soy sin mis estudios, mi historia laboral, mis éxitos y fracasos?
¿Quien soy sin mis compañeros de trabajo y sin mis conocidos?
¿Quien soy sin mi familia y sin apellido? ¿Quien soy si me quito mi nombre?
¿Quien soy sin la nacionalidad que me identifica?
¿Quien soy sin mis aficiones y sin mis libros?
¿Cuando saco de escena a quienes dependen de mí, a mis hijos, a mis padres ¿Qué queda de mí?
¿Si elimino mis propiedades, mis pequeños tesoros, mis títulos ¿Quien soy?
Este ejercicio es el equivalente occidental de meditar en el koán Zen: ¿Quién eras tú antes del nacimiento de tus padres? Los budistas Zen de la secta Rinzai eran partidarios de la "Iluminación Súbita", despertar que sucedía de manera involuntaria, tras forzar a la mente repetidamente, con una pregunta insoluble, haciéndole dar vueltas a una cuestión a la que la razón no podría otorgar ninguna respuesta racional.
La mente dual, desesperada, tras años de reflexionar en el koán, -en la frase inexplicable-, un buen día se rendía y explotaba, iluminándose. Esto es, entendiendo la Realidad Última.
Algo similar pretende la clase de meditación que se propone hoy: Si nos quitamos el nombre y los logros y desaparecemos de nuestra conciencia nuestros conocimientos y los conceptos que tenemos de nosotros mismos, ¿Qué queda? ¡Probablemente no queda nada! Solamente una tenue y serena sensación de conciencia expectante.
Debe entonces aparecer ante nuestros ojos nuestro
ser real. Nuestra esencia. Tendríamos al menos, un instante de sabiduría (el satori budista), que aunque al principio puede no ser muy duradero, repetido podría llevarnos a la iluminación.
Es una búsqueda profunda de nuestra verdadera identidad, nuestra esencia, nuestro Ser real. Porque estamos acostumbrados a identificarnos a nosotros mismos con los ropajes del Ego, que son los que se mencionaron en los interrogantes previos... A tal punto, de que pasamos la vida sin saber quiénes somos (ni a nadie le importa tampoco). El caso es que vivimos las distintas épocas de nuestra existencia con sucesivas máscaras, según la ocasión o las personas con las que estamos.
Pero mediante este ejercicio, podemos interiorizar nuestro origen y conectar con la Fuente de manera consciente y permanente, para que nos liberemos de la separación y la soledad de la individualidad. Estaremos con la Unidad. Estaremos con Dios.
Seremos concientes de nuestra unión con el Creador.
Como dice Un Curso De Milagros, al recomendar una interiorización de este tipo en la mañana o en la noche: Dios va conmigo dondequiera que yo voy: Es perfectamente posible llegar a Dios.
El camino hacia Él quedará despejado, si verdaderamente creo que ello es posible".
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