3 de mayo de 2014

LA MITOLOGÍA COMO VIAJE INTERIOR



El mitólogo Joseph Campbell decía que el humano contemporáneo es un ser siniestro, pues en su pasividad ha renunciado al camino de la sabiduría que sobre el sentido de la vida transmiten leyendas y mitos, y ha sustituido todo por evasiones vacías de significado.

Compartía el profesor estadounidense la certeza de muchos de que las escuelas ya no educan, sino que se limitan a vomitar información. Hemos roto la cuerda con la que bajar al pozo de esa ancestral sabiduría de la que siempre bebieron el resto de civilizaciones pasadas. Aun así, Campbell siempre conservó la esperanza de que Occidente recuperase la filosofía perenne y continuara con la evolución de una mitología planetaria, sobre todo tras su aplicación a los nuevos campos de investigación surgidos en la antropología y la psicología.

"Las mitologías no se inventan, se encuentran. Así como no podemos saber cuáles serán nuestros sueños esta noche, nadie puede inventar un mito. Los mitos provienen de la región mística de la experiencia esencial."

(Mitos de la luz)

Esencia del mito

El mito no es un relato fantasioso, sino un compendio de experiencias directas que conciben la metáfora y el símbolo como la mejor manera de transmitir un saber que sólo cobra sentido pleno cuando se vive en primera persona. Se trata de enseñanzas que nos permiten llevar una vida plena en cualesquiera que sean las circunstancias en que nos veamos envueltos, y esto es así porque explican el comportamiento de los arquetipos, estructuras de la psique que no pertenecen al individuo sino que son compartidas por

toda la humanidad:

"Durante toda mi vida como estudioso de las mitologías he trabajado con esos arquetipos, y puedo decirles que existen y son los mismos en todo el mundo. Están diferentemente representados en las diversas tradiciones; como, por ejemplo, en un templo budista, en una catedral medieval, en un zigurat sumerio o en una pirámide maya. Las imágenes de divinidades varían en las diferentes partes del mundo de acuerdo a la fauna, flora, geografía y rasgos raciales locales. Los mitos y ritos tendrán diferentes interpretaciones, diferentes aplicaciones racionales, diferentes costumbres sociales a fin de convalidarse y reforzarse. Y aún así, las formas e ideas arquetípicas y esenciales serán las mismas a menudo asombrosamente parecidas. Y entonces, ¿qué son? ¿Qué representan?

El psicólogo que mejor ha tratado el tema, que mejor las ha descrito e interpretado es Carl G. Jung, que las denomina “arquetipos del inconsciente colectivo”, como pertenecientes a esas estructuras de la psique que no son productos de la mera experiencia individual sino comunes a toda la humanidad. Según él, las profundidades basales o inferiores de la psique son una expresión del sistema instintivo de nuestra especie, que reside en el cuerpo humano, en su sistema nervioso y en su maravilloso cerebro."

(Los mitos, su impacto en el mundo actual)


Los mitos encierran unas instrucciones psíquicas equivalentes a la herencia biológica que conforma el instinto animal de cada especie:

"En nuestra especie, la mitología cumple una función biológica exactamente comparable, aunque aparentemente no es un producto natural. Al igual que el nido de un pájaro, la mitología va tomando forma a partir del medio local, aparentemente de forma consciente, pero de acuerdo a una arquitectura inconscientemente dictada desde el interior. Y la verdad es que no importa si sus imágenes de consuelo, alentadoras o de guía son las apropiadas para un adulto. No se dirige a los adultos. Su función es promover y alentar a que la psique no dispuesta alcance la madurez, preparándola para enfrentarse al mundo."

(Los mitos, su impacto en el mundo actual)


Esta preparación de la psique para una adaptación a la vida es el “segundo nacimiento” del héroe mitológico, el cual es representado en toda cultura mediante un ritual de iniciación, ya sea bautismo, circuncisión o cualquier otro tipo de prueba física que simboliza la entrada del individuo en un nuevo estadio existencial.
Cuando llega la crisis

Todo mito encubre una transformación de la conciencia: primero piensas de una forma determinada, pero hay un momento en que tu mente descubre nuevos significados sobre la existencia que te hacen trascender los límites de la vida ordinaria, liberándote de los deseos, aversiones y preocupaciones del día a día, y abriéndote a una nueva realidad.

"Los mitos no pertenecen, en realidad, a la mente racional. Más bien, burbujean desde las profundidades de los manantiales que Jung denominaba el inconsciente colectivo.

Pienso que aquí en Occidente, lo que ocurre con nuestra mitología es que los símbolos mitológicos arquetípicos se han interpretado como hechos. Jesús nació de una virgen. Jesúsresucitó de entre los muertos. Jesús fue al cielo mediante la ascensión. Desafortunadamente, en nuestra era de escepticismo científico sabemos que en realidad estas cosas no sucedieron, y por ello las formas míticas se consideran falsedades. Actualmente la palabra mito significa falsedad, y así hemos perdido los símbolos y aquel misterioso mundo al cual se referían. Pero necesitamos los símbolos, y por ello aparecen en sueños perturbados y pesadillas que luego son tratados por los psiquiatras. Fueron Sigmund Freud, Carl Jung y Jacob Adler quienes se dieron cuenta de que las figuras de los sueños son realmente figuras de la mitología personal. Uno crea su propia imaginería referida a los arquetipos

En la actualidad, nuestra cultura ha rechazado este mundo de simbología. Se ha adentrado en una faz económica y política, donde los principios espirituales son descartados por completo. Puedes tener una ética práctica y ese tipo de cosas, pero no hay espiritualidad en ningún aspecto de nuestra civilización occidental contemporánea. Nuestra vida religiosa es ética, no mística. El misterio se ha perdido y en consecuencia la sociedad se está desintegrando"

(Mitos de la luz)

Este rechazo de lo trascendente por parte de la sociedad actual conlleva la imposibilidad del segundo nacimiento, la imposibilidad de abandonar el útero materno: “Es como si pidiéramos a los jóvenes canguros que permanecieran para siempre en la bolsa de su madre”. Surgen así las crisis, sobre todo las de la mediana edad,

"…cuando la vida empieza a extinguirse sin preparación en una inconsciencia improvisada, y uno se encuentra allí ahogado. Hubiera sido una situación más fácil de llevar si, durante su época infantil, le hubiesen grabado los mitos de la infancia, para que cuando llegase la hora de este retroceso, esta inmersión en la edad madura resultase algo más familiar. Al menos tendría nombres y tal vez incluso armas para hacer frente a los monstruos que hallará, pues es un hecho –y muy importante—que las imágenes mitológicas que en la infancia se interpretan como sobrenaturales y externas, en realidad son símbolos de poderes estructurales (o, como los llamó Jung, arquetipos) del inconsciente, y será a ellos y a las fuerzas naturales que representan –las fuerzas y voces interiores del alma (Sila) del universo—, a las que se regresa cuando se realiza la inmersión descrita anterioremente, que un día le llegará, tan seguro como que debe morirse."

(Los mitos, su impacto en el mundo actual)


La inmersión en el inconsciente comienza por una sensación de desintegración: “La persona ve al mundo partirse en dos: una de las partes se aleja, mientras él permanece en la otra. Éste es el principio de la crisis y del flujo regresivo”. Externamente, el individuo adopta el papel del loco, el tonto avasallado por las circunstancias. Internamente, se manifiesta el sabio, “el héroe escogido para un destino”.
El destino del héroe

En una serie de entrevistas dirigida por Bill Moyers para la televisión pública de Estados Unidos, The power of the myth, Campbell definía al héroe como alguien que ha subordinado su vida a un propósito superior que está más allá de los ámbitos de la personalidad. Cada una de las pruebas que ha de superar suponen un paso en el camino del desvanecimiento del ego. No se trata sólo de una aventura, sino del enfrentamiento del individuo con sus demonios interiores, donde se reflejan las fuerzas inevitables que gobiernan la vida desde el inconsciente. Si se las vence, el ser será libre. Si no, vivirá sometido a la corriente de tales poderes y, tarde o temprano, cuando la vida le sea menos favorable, surgirá la crisis y/o la neurosis.

El objetivo final del héroe es lo que el budismo llama nirvana. Se trata de un estado psicológico de la mente, la condición por la que ésta se sitúa en el centro del ser y no se deja azotar por los vientos del deseo y la aversión. El camino hacia ese centro del ser es la meditación, entendida ésta no como una experimentación de sensaciones agradables, sino de sensaciones “reales”, es decir, de lo que hay, no de lo que uno quisiera que hubiera.

Determinadas enseñanzas esotéricas relacionan este proceso meditativo con la carta del tarot sobre la rueda de la fortuna. En esta carta, criaturas con vestidos humanos giran desesperadas en la incesante rueda, arrastradas por un movimiento ajeno a ellas.

No debemos olvidar que la eternidad no es un “tiempo” extendido, sino la ausencia del mismo, y esto sólo se intuye reduciendo pasado y presente a su mínima expresión, al aquí y ahora. Ahí es donde se produce la identificación con la conciencia, y no con el cuerpo, el cual se observa como un aspecto exterior y ajeno a la verdadera esencia del ser humano.

Desde el no-tiempo, que es el centro del ser, el eje de la rueda, contemplamos los dos lados de la vida con mirada ecuánime, lo positivo y lo negativo, lo bueno y lo malo, entendiendo la impermanencia de tales cualidades, pues no son inherentes a la existencia, sino etiquetas que varían de una época a otra, de una cultura a otra, de un ser humano a otro.

Campbell cuenta la leyenda del samurái que tiene que vengar la muerte de su señor y, en el último momento, envaina su espada y se marcha dejando vivo al asesino. De haberlo matado, habría sido un acto personal llevado por la ira y el odio, algo que es absolutamente contrario al código samurái, donde el guerrero actúa como instrumento de la naturaleza, pero nunca llevado por un interés personal.

En esta misma dirección, los mitos dan sentido trascendente a la caza y presentan al cazador como parte del ritual de la naturaleza, de ahí las ceremonias de respeto al animal muerto, a cuya alma se le pide perdón y se le muestra agradecimiento por proporcionar alimento. Nunca se entiende como actividad ociosa o como muestra del dominio de la naturaleza por parte del hombre.

La esencia de todo mito es que existe un mundo invisible sobre el que se apoya el visible. Expresa la relación que existe con lo eterno en un espacio y tiempo concretos. La desconexión del lenguaje mitológico es la ruptura con esa dimensión trascendental y primigenia. Para evitar esta ruptura, es necesario un lugar que sirva de portal simbólico hacia el universo interior.

El lugar sagrado es aquel donde no existe comunicación con el exterior, donde el individuo se encuentra a solas consigo mismo hasta perder la noción del tiempo e incluso del espacio. Hoy en día, los lugares sagrados son muy difíciles de habitar, aunque sólo sea por una hora al día, lo que hace que la desconexión del ser humano con su esencia le condene a errar perdido por la existencia, cada uno de cuyos senderos se convierten en intrincados y dolientes laberintos.
La epifanía

Tras un largo y duro proceso de olvido de la personalidad, el iniciado experimenta en sí la epifanía, la manifestación del resplandor divino. Se trata de una experiencia por la que no se desea poseer ni se siente aversión alguna, un momento en el que el ser se limita a observar e intuye el leve roce de la eternidad. Tal es el fundamento de la mística cristiana y la contemplación oriental. En esa experiencia, se trasciende toda ética y moral, desaparecen el bien y el mal, lo positivo y lo negativo.

Y entonces, aparece el monstruo que habita en la divinidad, su aspecto destructor que acaba con el mundo, con el espacio y el tiempo, con la personalidad. Sólo así, a través del “fin del mundo”, se conoce la infinitud sustancial de la existencia.

Tiene lugar aquí la experiencia de lo sublime, algo muy superior a la experiencia de lo bello, algo tan prodigioso que cualquier síntoma de individualidad desaparece y se conoce la fusión con las fuerzas elementales de la naturaleza, a través de una mezcla de fascinación y terror, pues el auténtico viaje al interior del ser obliga a un encuentro con el terror de sentir desaparecer el ego, con el cual pasamos la vida identificados. Por ello, la agonía del ego es nuestra agonía hasta que conseguimos trascender a otro nivel de conciencia. Una de las primeras advertencias en todo rito de iniciación es que, si el proceso es placentero, estamos ante una vaga ilusión manipulada por el ego, algo muy común en los talleres de autoayuda difundidos por los movimientos de nueva era.

En ese momento, la contemplación se muestra en su auténtica expresión. Si antes hemos usado términos del budismo, ahora podemos referirnos a Jesús crucificado y trascendido en Cristo: lo divino manifestado en la materia una vez que ésta ha sido superada en términos de apego y aversión, cuando el placer y el sufrimiento carecen de todo valor y dejan de afectar a la conciencia.

Es entonces cuando se alcanza el centro del círculo, el eje de la rueda, el punto estático desde el que se contempla el movimiento de la noria sin participar del mismo. Volviendo al tarot, la escritora Sallie Nichols dice:

"Sea cual sea el poder que domina la Rueda de la Fortuna, es evidentemente amoral. Guarda poca relación con la justicia. Nos recuerda a aquel bufón que se burla de la autoridad del Rey al llevar puesta su corona.

Esa criatura oscura con su dorada corona está sentada sobre una plataforma, encima de la Rueda, separado de la actividad de ésta. A pesar de que el monstruo guarda la Rueda, no le proporciona fuerza motriz. Las dos criaturas desesperadas de la pareja son las que le proveen de energía."

(Jung y el Tarot)


Esta cita viene a cuento porque la autora ha sabido colocar al bufón en la parte fundamental de todo este proceso. La figura del payaso o embaucador se ha utilizado a lo largo de la historia para referirse a los mensajeros de los dioses y guardianes de las puertas al más allá. Esta figura permite al humano traspasar su atención a la forma y alcanzar la esencia última a través de su imagen grotesca, en lugar de quedarse atrapado por la figura imponente de un dios solemne todopoderoso.
El loco



Entre las tribus nativas norteamericanas, el payaso sagrado tenía la misión de interrumpir los rituales del chamán con actos grotescos y provocar la risa en medio de las ceremonias. Su mensaje no contenía el desprestigio de su religión, sino todo lo contrario: obligaba al pueblo a no aferrarse a los ritos y manifestaciones externas de la espiritualidad, haciéndole ver las cosas de otra manera diferente a la establecida, ir más allá de la parafernalia y acercarse así a los misterios invisibles que se escondían tras la simbología del chamán. Los símbolos, al fin y al cabo, no dejan de ser intentos por expresar en el espacio-tiempo algo que los supera y que no puede ser transmitido en su plenitud. El payaso, o el loco, se encarga de recordarle al hombre la arbitrariedad e impermanencia de cualquier sistema social.

"El heyoka, como representante del Pájaro del Trueno y Estafador, recuerda a su gente que la energía primordial de la naturaleza está más allá del bien y el mal, que no corresponde a categorías humanas, que no siempre sigue nuestras preconcepciones de lo que es esperado y apropiado, que no se preocupa por nuestros infortunios humanos y preocupaciones."

(Payasos sagrados y tontos santos)


Los bufones, embaucadores o pícaros, logran que la conciencia alcance territorios que otros héroes no consiguen a pesar de su perfección. Con sus actos desordenados causan terror pero también mueven a la risa, mediante la cual se pueden dar algunos pasos más en los reinos del miedo. Interrumpen el orden establecido por los hombres y eliminan el último estado en que sostiene la personalidad: la moral, la tendencia a deshacer el punto de equilibrio e inclinar la balanza hacia el aspecto considerado positivo.

En el mundo de la moral humana, es inevitable que el péndulo que ha sido llevado a uno de sus extremos inicie un movimiento en busca del equilibrio, por lo que la inercia le obligará a tocar el lado negativo hasta que cese todo movimiento. Tal es el mensaje de la carta número diez del tarot. Mientras no nos demos cuenta de que el apego hacia lo que consideramos Bien es una trampa por la que alimentamos el inevitable movimiento hacia el Mal, estaremos atrapados en la Rueda de la Fortuna. El mundo existe sólo porque las fuerzas contrarias se sostienen en equilibrio. Lo racional es compensado por lo irracional.

Este equilibrio viene dado, para sorpresa de los que nunca fuimos iniciados, por el embaucador, el cual participa de ambas naturalezas, humana y divina. En todos sus aspectos, representa la ambigüedad: es tonto pero también astuto, gracioso pero cruel, provoca el caos pero también genera el orden. Es el responsable de los cambios en el mundo.

Desde la perspectiva junguiana, el arquetipo del embaucador, mago o estafador simboliza la fuerza de la incertidumbre, de lo inesperado que surge para atentar contra el orden establecido y darle la vuelta.

"Los payasos sagrados personifican la fuerza del humor, del grotesco, de todo aquello que nos permite ver más allá de lo que nos está permitido ver a simple vista. Aquello que nos permite enfrentar, desde las contradicciones y la muy humana ambigüedad, los aspectos más aterradores y/o secretos de la vida misma.
Son los únicos que han llegado a conocerse a sí mismos porque se han asumido en todas sus contradicciones. Son quienes aceptan de la vida tanto el lado oscuro como el claro, quienes se han enfrentado con lo inconfesable y por eso mismo pueden permitirse todos los desmanes. Hasta las últimas consecuencias. Hasta volverse peligrosos, y no sólo porque se puede también morir de risa sino porque todo acceso al conocimiento, por oblicuo que sea, representa una amenaza. Pero una amenaza que salva.

[...]

(De Peggy Andreas) La iniciación para un Payaso Sagrado pasa cuando se da cuenta que hasta la gente que se ama puede ser cruel entre ellos, o que la Vida misma puede ser cruel. Su propia reacción intensa a una experiencia personal de abandono, abuso de confianza, o romance roto puede causar la depresión extrema, el desequilibrio emocional, un colapso nervioso, (o en casos extremos) un intento de suicidio. Un Heyoka recuerda su iniciación así, “no me preocupé por mi vida o lo que me pasó. No lo noté, pero hay un gran medicina en este abandono. ” Si de alguna manera puede encontrar su equilibrio emocional, si de alguna manera pasa por el dolor y sale al otro lado, si aprende a bailar en el borde de cuchillo de su propia Alma, la experiencia se convierte en una puerta para las ilusiones de la vida y la verdad de la vida.(Agnes Whistling Elk, Medicine Woman)

¿Cuál es la verdad? Esta pregunta impulsa al Payaso a la dimensión sagrada. El Payaso intuye que La Verdad es la interconexión de toda vida. SABE (aunque no lo pueda demostrar) que ninguna parte es más importante que cualquier otra- no importa cuán grande o pequeña sea — y que el cambio más diminuto de una parte produce un cambio profundo del Todo. VE (aunque no pueda explicar) que el desequilibrio o el bloqueo de la Fuerza de Vida es el resultado de una persona o grupo que se cree más importantes que otro. Y no puede menos que pinchar aquella presunción sobrevalorada con su humor agudo.

Un Payaso se convierte en Sagrado abriéndose a sí mismo. Como un niño, está vulnerable, fluido, y abierto a la Fuerza de Vida. A diferencia de un niño, sin embargo, ha aprendido a protegerse y moverse sin peligro por un mundo demente usando máscaras, disfraces, bromas y transformaciones. En un mundo sano, podría arriesgarse a exponerse algo más.

(Payasos sagrados y tontos santos)
Represión del arquetipo

Es en la sociedad actual donde esta figura está más oscurecida y reprimida. En otras culturas, el loco siempre fue parte integrante de la comunidad. En la nuestra, hasta hace relativamente poco siempre existió “el tonto del pueblo”, eximido de responsabilidades y ridiculizado permanentemente, pero a la postre cuidado y mantenido por todos. El inicio de la mentalidad capitalista, en la condena del tiempo ocioso y en la valoración del ser humano en términos de utilidad económica, será el que encierre al loco en instituciones y lo aleje de su comunidad.

En el pasado, al igual que ocurría con la “deformación” mental, las deformidades del cuerpo también se veían como señales divinas, al exigir de enanos y jorobados una experiencia vital cargada de obstáculos que les obligaban a desarrollar cualidades internas que, de otro modo, nadie se molestaría en indagar:

"Excluidos por su deformidad física de los intereses y actividades de la mayoría de las personas, a través del sufrimiento y de su soledad estas gentes se vieron forzadas a encontrar recursos en su propio interior. La ironía del payaso triste ha sido tema de grandes obras de arte, como el lienzo de Picasso, el de Rouault y también en el escenario, Rigoletto y Pagliacci, pero en ningún sitio ha sido tan admirablemente descrita la dignidad humana y la capacidad del espíritu de trascender el sufrimiento como en Don Sebastián de Morra, de Velázquez.

El Loco, sea como bufón, como payaso de circo o como tramposo, es siempre un ser solitario y triste que está alejado del cotilleo anónimo que disfruta del mundo que le rodea."

(Jung y el Tarot)


El arquetipo del embaucador es una de las manifestaciones más primitivas de la psique, la expresión de una conciencia indiferenciada. En su variante positiva, es una fuente de creatividad y amplitud de miras para actuar desde nuevas formas que contribuyan a nuestra evolución. Desde su vertiente negativa, el embaucador es la sombra del niño divino: el puer aeternus bloqueado en su desarrollo por el complejo maternal. Sallie Nichols lo identifica con el flautista de Hamelin:

"De esta misma manera, el loco de la baraja suiza puede sacarnos de los convencionalismos en que estamos inmersos y devolvernos al mundo infantil de la fantasía y de la imaginación. Hay que tener cuidado, sin embargo, con su magia: si olvidáramos pagarle podría tenernos bailando como ratones, prisioneros en el mundo de los instintos, sin ningún tipo de salvación hasta que le hayamos pagado la deuda pendiente."

(Jung y el Tarot)


La curiosidad y astucia del embaucador es la que inicia el proceso de individuación al hacernos superar el miedo a la terrible aventura que es el descubrimiento de lo inconsciente, “pero con él estamos siempre tentados de quedarnos vagando por los aledaños”.
El lado oscuro de la Diosa

Para entender este vagar por la periferia, sin llegar al auténtico centro del ser, volvamos a la Rueda de la Fortuna:

"Tradicionalmente es labor del Héroe liberar a las desesperadas víctimas del monstruo destino, liberándolas del cautiverio sin matarlas ni lesionarlas, pues las dos son necesarias para mantener la Rueda en movimiento. Traduciéndolo a un lenguaje más psicológico, es labor de cualquier ser que va en busca de autoconocimiento liberar las energías animales atrapadas previamente en el círculo repetitivo de los instintos de manera que esta libido se pueda utilizar de manera más consciente. El primer paso en esta dirección es enfrentarse con la oscura criatura que está sentada sobre la Rueda, quien tiene atrapadas a estas dos bestias esclavizadas.

Al igual que los dragones o animales mitológicos encargados de guardar un tesoro de logro difícil, estas criaturas son un conglomerado monstruoso de partes bestiales que representan una odiosa aberración del orden natural. Quizá quiere simbolizar el caos preexistente a la creación. […] De hecho, es una esfinge. […] La esfinge egipcia es un símbolo masculino asociado al dios solar Horus, mientras que la esfinge aquí dibujada tiene apariencia femenina, similar a la esfinge de la mitología griega que representa el principio de la madre negativa

[…] Podemos ver a la criatura sentada encima de la rueda como la parodia de la Emperatriz.

(Jung y el Tarot)"


La esfinge como lado sombrío de la Madre aparece en el mito de Edipo:

"La pintura de Moreau Edipo y la Esfinge representa a esta última esfinge como una arpía seductora, clavando sus garras en Edipo para impedir que progrese, minando su vitalidad y poniendo en peligro toda su vida”. Marie Louise Von Franz, en El problema del Puer Aeternus, explica que Edipo no se libró de la Esfinge a pesar de haber respondido correctamente a sus preguntas. Al haber matado a su padre, se liberó del Padre Oscuro, pero, al casarse con Yocasta, disolvió su masculinidad en el principio femenino de la Gran Madre. Von Franz subraya la ironía de que Edipo creyó haber vencido al arquetipo de la Madre sombría, pero sin embargo aún le quedaba un largo camino por recorrer: “no podemos dar rienda suelta a nuestras energías creativas con gimnasias mentales ni podemos esquivar nuestro destino humano por el solo hecho de dar respuestas audaces. Como nos recuerda Marie Louise von Franz, eso es una hábil trampa del inconsciente para distraer al héroe (la conciencia humana alcanzando la plenitud) proponiendo preguntas filosóficas en el preciso momento en que éste necesita hacer frente a las solicitaciones de su naturaleza instintiva."

(Jung y el Tarot)


El centro de la rueda de la fortuna es la ley universal, el principio eterno. El borde exterior es la manifestación de ese centro en innumerables aspectos individuales e impermanentes.

"Significativamente, la Rueda del Tarot no está dibujada como un círculo vacío. Esa vacuidad (como el vacío cero del Loco) pertenece a un estadio anterior de desarrollo, correspondiente al mundo indiferenciado de antes de la separación de los opuestos, al mundo del bufón bailarín."

(Jung y el Tarot)
Esquizofrenia

En Los mitos, su impacto en el mundo actual, Campbell cuenta la sorpresa que se llevó al comprobar que las imágenes que aparecían en los sueños y fantasías de pacientes esquizofrénicos se correspondían con las figuras simbólicas comunes a todas las mitologías. Esto lleva a pensar que el loco es un individuo que, perdido su contacto con la sociedad, se sumerge en un viaje interior que culmina en lo que Jung llamó el Inconsciente colectivo, más allá del subconsciente personal y los motivos simbólicos relacionados con la propia vida del sujeto:

"En pocas palabras: la característica usual es, en primer lugar, una ruptura o partida del orden social local y del contexto; luego, una larga y profunda retirada interior y hacia atrás, hacia atrás, como en el tiempo, e interior y profunda en la psique; una serie caótica de encuentros en ese ámbito de oscuras y aterradoras experiencias, y (si la víctima es afortunada) encuentros presentes que vuelven a centrar, colmando, armonizando y otorgando nuevo vigor; y finalmente, en estos casos afortunados, un viaje de regreso y renacimiento a la vida. Y ésa es también la fórmula universal del viaje mitológico del héroe, que describí en mi propio estudio: 1) separación, 2) iniciación, y 3) regreso."

Los pacientes se encuentran en una situación de aislamiento tal que las imágenes filtradas por su conciencia han alcanzado el territorio de lo universal y primigenio.

"Los arquetipos son expresiones de una biología heredada, común a la especie, frente a las memorias personales reprimidas que forman el inconsciente personal, abastecido por miedos y frustraciones de la biografía del individuo y de los condicionamientos sociales: “Gran parte de nuestros sueños y dificultades cotidianas derivan, claro está, de esta última; pero en la inmersión esquizofrénica se desciende hasta la “colectiva”, y la imaginería que allí se experimenta es sobre todo del orden de los arquetipos del mito."

En ese viaje, aparece inevitablemente el horror. Cuando se desprenden las capas de lo social, los velos de la civilización que protegen al individuo de su naturaleza primera, surge el monstruo al que todo héroe se ve obligado a enfrentar. De fracasar en el intento por controlar las fuerzas caóticas representadas por el loco, éstas se hacen con el control de la existencia, como tan brillantemente supo reflejar Conrad en El corazón de las tinieblas, la novela sobre la que se elevó la película de Francis Ford Coppola, Apocalipsis Now.

"El chamán es una persona (masculina o femenina) que en su tierna adolescencia pasó a través de una grave crisis psicológica, lo que actualmente se llamaría una psicosis.

[...] La única sabiduría verdadera, dijo Igjugarjuk, vive lejos de la humanidad, en la gran soledad, y sólo puede ser alcanzada mediante el sufrimiento. Sólo la privación y el sufrimiento abren la mente de un hombre a todo lo que permanece escondido para los demás."

(Los mitos, su impacto en el mundo actual)


Campbell se hace eco de los estudios del doctor Siverman, que distinguía entre esquizofrenia esencial y esquizofrenia paranoica:

"…y sólo es en la esquizofrenia esencial donde aparecen las analogías con lo que hemos denominado “la crisis del chamán”. En la esquizofrenia esencial, el rasgo característico es una retirada de los impactos de experiencia en el mundo exterior. Existe poca preocupación y atención al respecto. El mundo objeto cae y se aleja, la persona se ve invadida y sobrepasada por el inconsciente. Por otro lado, en la “esquizofrenia paranoica”, la persona permanece alerta y extremadamente sensible al mundo y sus acontecimientos, interpretándolo todo, sin embargo, en términos de sus propias fantasías, miedos y terrores proyectados, y con una sensación de estar en peligro a causa de asaltos."

"¿No pareciera que nuestro mundo estuviera afectado por esta última esquizofrenia? Es así que el fracaso de la empresa es mayor si cabe cuando se rechaza emprender la aventura interior y sólo se atiende a las ilusiones de lo exterior. La represión de las fuerzas inconscientes, por negadas y desatendidas, permite que el loco se haga fuerte en la sombra y, tarde o temprano, será inevitable el estallido de la energía acumulada: “”Es como si el esquizofrénico paranoico”, explica [Silverman], “incapaz de comprender o tolerar los terrores de su mundo interno, dirija prematuramente su atención al mundo exterior. En esta clase de solución abortiva de la crisis, el caos interno no consigue abrirse paso, o no es capaz de resolverse”. La víctima está principalmente situada en el campo de su propio inconsciente proyectado."

La diferencia entre el chamán y el esquizofrénico de nuestro mundo es que el primero concilia su mundo interno con la realidad social de su comunidad, la cual hace propio su sistema simbólico, mientras que el segundo está “perdido y aterrorizado por las quimeras de su propia imaginación, a la que es totalmente extraño”, pues el sistema simbólico en que vive interiormente ha sido rechazado por el sistema social en que ha sido educado y en el que se desarrolla su experiencia vital:

“El místico, dotado con talentos nativos para esta clase de cosas y siguiendo, paso a paso, la enseñanza de un maestro, penetra en las aguas y se da cuenta de que puede nadar; mientras que el esquizofrénico, sin preparar, sin guía y poco dotado, ha caído o se ha sumergido intencionalmente y se ahoga"

(Los mitos, su impacto en el mundo actual).
Final

La primera noble verdad del budismo es que toda vida es sufrimiento. Aquí, Campbell llama la atención sobre lo importante:

"¿Lo hemos escuchado bien? ¿Lo hemos comprendido? Toda vida es sufrimiento. La palabra importante es “toda”, que no puede ser traducida para significar vida “moderna” o –como recientemente he oído—“vida bajo el capitalismo”, de manera que la gente sería feliz si el orden social fuese alterado. La revolución no es lo que enseñó Buda. Su Primera Verdad Noble fue que la vida –toda vida—es sufrimiento. Y su cura tendría que ser capaz de producir alivio, sin importar las circunstancias sociales, económicas o geográficas del inválido."

(Los mitos. Su impacto en el mundo actual)


La liberación del sufrimiento es el nirvana:

"El significado literal del sustantivo sánscrito nirvana es “apagar”; y su sentido budista hace referencia a la extinción del egoísmo. Con ello también se extinguiría el deseo del ego por satisfacerse, su miedo a la muerte y el sentido de los deberes impuestos por la sociedad. Pues el liberado se mueve desde el interior, no por ninguna autoridad externa; y esta motivación externa no carece de un sentido del deber, sino que está lleno de compasión por todos los seres sufrientes"

(Los mitos. Su impacto en el mundo actual)


La figura del liberado, o iluminado, aparece en el arte indio siempre bajo forma masculina; en el Lejano Oriente, por el contrario lo hace bajo la forma de la diosa china de la misericordia, Kuan Yin (Kannon, en japonés), pues un ser de estas características trasciende los límites de sexo, y bajo forma femenina seguramente resulta más cercano a la misericordia que la masculina.

La historia budista sobre Avalokiteshvara tiene mucho en común con la interpretación que los rosacruces hacen del misterio del Gólgota:

"La leyenda de este Bodhisattva explica que cuando estaba a punto de liberarse completamente del ciclo de reencarnaciones que es nuestro mundo, escuchó lamentarse a las rocas, los árboles y a toda la creación; y cuando preguntó por el significado de aquel sonido, se le respondió que su presencia había imbuido a todo del sentido de la inmanencia del éxtasis nirvánico, que se perdería una vez que él abandonase el mundo. En su compasión sin límites renunció a la liberación por la que había luchado a través de innumerables vidas, por lo que al continuar en este mundo serviría a través del tiempo, como maestro y ayuda de todos los seres. Entre los comerciantes aparece como comerciante, como príncipe entre los príncipes, incluso como insecto entre los insectos. Y está encarnado en nosotros siempre que estamos en relación con otros, instruyéndonos o bien haciendo uso de su misericordia"

(Los mitos. Su impacto en el mundo actual)


Para la filosofía rosacruz, la muerte de Jesús es el sacrificio para que la energía crística permanezca en la Tierra, de manera que sea posible acceder a ella tras el proceso de desarrollo espiritual adecuado y manifestarla desde el interior del individuo.

Y aquí volvemos al arquetipo del que hemos venido hablando: el loco es esa encarnación de la divinidad, la cual actúa a través del ser una vez que éste se ha despojado de su ego y sentido de la personalidad. En la Kabbalah, la letra shin es la usada para referirse a la carta del tarot referida al tonto, al humano que ha trascendido los límites de la materia y ha entrado en contacto con lo eterno y universal.

Precisamente, el nombre hebreo de Jesús se habría formado por la inclusión de esta letra shin en el Tetragramatón con que los cabalistas se refieren a Dios: YHVH-YHSVH (YeHoVaH- YeHSUaH), lo cual vendría a representar, según esto, que lo encarnado se ha imbuido de lo divino, se ha convertido en su vehículo:







Algo que, por cierto, parecieron tener presente algunos de los santos del cristianismo, cuya actitud ante la religión les hizo encadenar una tradición a la que suele referirse como la del “tonto en Cristo”, o de los “santos locos”.

Encontramos aquí una explicación del sufrimiento como única manera de disolver el ego. “Gracias, Padre, por traerme donde yo no quería”, dice el Jesús místico del griego Nikos Kazantzakis en La última tentación de Cristo. Pero un ejemplo universal donde los haya se encuentra en el viaje del héroe de La Odisea. Toda la aventura es una sucesión de infortunios que van convirtiendo al guerrero Odiseo/Ulises en un ser humillado tras cada prueba a que debe enfrentarse, hasta culminar su regreso a casa y reconvertirse en amante esposo de Penélope y padre de Telémaco.

La psiquiatría, dice Campbell, se ha equivocado durante mucho tiempo al intentar curar los síntomas del viaje, cuando lo que en realidad debe hacer es acompañar al “héroe” en dicho viaje y proporcionarle, como Zeus a Odiseo, la ayuda necesaria para que llegue a buen puerto.

Al coartar el viaje por no querer enfrentar sus peligros, nuestra sociedad, obsesionada con la idea del hedonismo como principio vital y, por tanto, empeñada en apartar de su camino todo atisbo de esfuerzo y padecimiento, se vuelve cada día que pasa un poco más neurótica, de manera que sólo las sombras del arquetipo serán las que terminen por emerger a la superficie, como balones de playa que nos empeñamos en mantener sumergidos hasta que, tarde o temprano, se escapan de nuestra presión y salen a flote con una fuerza imparable.

http://www.erraticario.com/historia/la-mitologia-como-viaje-interior/?singlepage=1

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