11 de mayo de 2014

CÓMO CONSTRUÍMOS LA REALIDAD, II: EL MAPA SOCIAL


Uno de los principios que explican nuestro comportamiento dice que no somos conscientes de los verdaderos motivos por los que hacemos las cosas. Según el psicólogoTim Wilson, de la Universidad de Virginia:
"… la gente suele ser inconsciente de las verdaderas causas de sus propias acciones, y aquello que dicen cuando se les pide que expliquen tales acciones es sencillamente, inventado. Pero tampoco saben que se lo están inventando, por supuesto. Realmente se creen las historias con las que justifican por qué hicieron lo que hicieron. Pero como muestran los experimentos, las personas dicen más de lo que pueden saber." (Fuente:Edge)

Si en un artículo anterior veíamos cómo la biología nos limita y nos impide tener una percepción “real” del mundo exterior, en este vamos a ver cómo nuestro mundo interior tampoco nos pertenece tanto cómo nos gustaría pensar.

Solemos pensar que el entorno nos influye, pero los psicólogos dicen que lo que realmente nos influye es la imagen que nos hacemos del entorno, las historias que nos contamos a nosotros mismos. Es por ello que muchas terapias buscan reorientar las narraciones que tenemos en nuestras cabezas mediante sugerencias para reformular una situación, o pensar en ella de una manera ligeramente diferente. El resultado final es hacernos ver un camino narrativo que resulte más saludable que el que previamente teníamos.

La idea de que cambiando nuestra historia podemos ver otro entorno a nuestro alrededor resulta, en principio, muy gratificante a efectos de terapia. Entre la realidad y nuestro “yo” existen filtros biológicos como los órganos

sensoriales con que contamos y las predicciones automáticas que nuestro cerebro hace de tales percepciones físicas. Más allá, están las historias que creamos con los pocos datos que somos capaces de manejar conscientemente. Entender que es nuestra interpretación la que crea el punto de vista, y no un supuesto hecho objetivo que nos afecta de manera irremediable, es un paso importante en la búsqueda de cierta libertad del individuo.

Ahora toca preguntarse de dónde surgen esas historias que nos contamos a nosotros mismos. Siguiendo la cita de Wilson, tales historias nos permiten justificar nuestras acciones, aún cuando nuestras acciones tienen otra causa que reside en el inconsciente y de la que no tenemos idea aparente. Nuestra vida, sencillamente, es un cuento.

Y cualquier cuento nos llega a través del medio social y cultural en que nos insertamos. Somos seres sociales y, como tales, el medio cultural en el que crecemos modela nuestros pensamientos. Tal y como explica el neurocientífico y escritor David Eagleman:

"La cultura deja su firma en la circuitería del cerebro individual. Si se examina una bellota, podría decirse mucho acerca de su entorno, de la humedad, los microbios o las condiciones de luz solar que hay en el resto del bosque. Por analogía, el cerebro de un individuo refleja su cultura. Nuestras opiniones sobre la normalidad, los códigos aduaneros, la ropa y las supersticiones locales son absorbidas por nuestro circuito neuronal desde la selva social que nos rodea. Hasta cierto punto sorprendente, se vislumbra una cultura mediante el estudio de un cerebro. Las actitudes morales hacia las vacas, cerdos, cruces y burkas se puede leer en las respuestas fisiológicas de los cerebros en las diferentes culturas.

Más allá de la cultura, hay preguntas fructíferas sobre la experiencia individual. Su experiencia de ser humano, los pensamientos, acciones, patologías o sensaciones, pueden ser estudiados en su cerebro individual con éxito. Con estos estudios, podemos llegar a entender cómo vemos el mundo, por qué discutimos con nosotros mismos, cómo caer en ilusiones cognitivas, y la influencia de datos de información inconsciente en nuestras opiniones."


Todo lo que vemos es una imagen del mundo creada internamente, por motivos fisiológicos, y esa imagen ni siquiera responde a una creación propia e individual, sino que surge del medio en el que nos hemos desarrollado. Y ese medio nos da un lenguaje con el que creamos una historia. Esta es la base sobre la que trabajó Alfred Korzybski, creador de la “semántica general”, a principios del siglo XX.

"La esencia de la obra de Korzybski es la declaración de que los seres humanos están limitados en su conocimiento por la estructura de su sistema nervioso y la estructura de sus lenguas. Los seres humanos no pueden experimentar el mundo directamente, sólo a través de sus abstracciones (impresiones no verbales que provienen del sistema nervioso e indicadores verbales que provienen de la lengua). A veces las percepciones y la lengua confunden al hombre que cree que son los hechos con los que debe tratar. El entendimiento humano de lo que está pasando carece en ocasiones de similitud de estructura con lo que está pasando realmente." (Fuente:wikipedia)

Un ejemplo típico es que, mientras que para nosotros sólo existe una realidad llamada “nieve”, un inuit reconoce cientos de realidades diferentes dentro de ese concepto que no existen en nuestra representación del mundo. Volviendo a Eagleman:

"En cuanto a pensamientos que no somos capaces de pensar, eso es una idea queme encanta explorar, porque hay todo tipo de cosas que no podemos ver. A modo de ejemplo, si se toma el espectro de radiación electromagnética, lo que llamamos luz visible es sólo una diez mil millonésima parte de ese espectro. Por lo tanto, estamos viendo sólo una pequeña porción muy pequeña, debido a que nuestros receptores biológicos están sintonizados sólo con esa ínfima parte del espectro. Pero señales como las de radio, teléfonos móviles y televisión, pasan de largo porque no tenemos receptores biológicos para esa franja del espectro.

Por lo tanto, lo que eso significa es que hay una porción particular del mundo que se puede ver. Y lo que yo quería explorar en este libro es que también hay una porción particular del mundo que se pueda imaginar. En otras palabras, debido a las presiones evolutivas, nuestra psicología se ha creado para imaginar ciertos pensamientos, este es el campo conocido como la psicología evolutiva, y eso significa que hay otros pensamientos que son como las señales de teléfonos móviles, y las señales de radio, etc., que ni siquiera podemos acceder a ellos." (Fuente)


Como ejemplo de que la imagen que nos hacemos del mundo va más allá de la realidad misma, y que mucho del sufrimiento que atribuimos al exterior responde a nuestra percepción interna, se cuenta que Korzybski estaba dando una de sus clases y la interrumpió para abrir un paquete de galletas cubierto con papel, con el pretexto de que necesitaba picar algo. Tras invitar a algunos estudiantes de la primera fila, les preguntó si les gustaban. Ellos afirmaron que sí mientras masticaban y tragaban. Al rato, Korzybski quitó el papel que ocultaba el paquete de galletas y los estudiantes pudieron ver la fotografía de una cabeza de perro y las palabras “Galletas para perros”. Dos de los que habían comido tuvieron que salir corriendo al baño…

"Ya lo ven. Les acabo de demostrar que no sólo nos alimentamos de comida, sino también de palabras, y que el sabor de la primera es a menudo superado por el sabor de las últimas." (Fuente)

La realidad contemplada por nuestra civilización está restringida por un hecho clave: la racionalidad. En su libro El maestro y su emisario, el psiquiatra y escritor Iain McGilchrist explica cómo la naturaleza dividida de nuestro cerebro en dos hemisferios ha determinado profundamente la conducta humana, la cultura y la sociedad a lo largo de la Historia.

El hemisferio izquierdo está orientado a los detalles y se inclina por su propio interés. Sólo entiende lo que resulta explícito,carece de empatía y es excesivamente seguro de sí mismo. Por su parte, el hemisferio derecho tiene una mayor amplitud, flexibilidad y generosidad, pero carece de certeza.

Ambos hemisferios están diseñados para trabajar juntos, de manera que las dos versiones que ofrecen de la realidad se coordinen en una percepción integral. Lo ilustra con el caso de los pollos que utilizan el ojo conectado con el hemisferio izquierdo para atender a los detalles, como recoger semillas de entre arena, mientras que el otro ojo se ocupa de la amenaza de los depredadores.

Para el autor, el hemisferio izquierdo tiene su propia agenda para manipular y utilizar el mundo y su visión de la realidad es esencialmente la de un mecanismo. El derecho tiene una perspectiva más amplia, no tiene ideas preconcebidas, y simplemente se asoma al mundo de las posibilidades. En otras palabras, no se adhiere a ningún conjunto particular de valores.


El cerebro y la mente no se limitan a experimentar el mundo, como ya hemos visto, sino que lo que existe es una fusión entre la experiencia y nuestra mente. No se trata de qué funciones ejerce cada hemisferio por sí solo, sino la manera en que ambos combinan sus habilidades. La naturaleza resultante del mundo que asumimos como real es, por tanto, la manera como compaginamos, en diferentes grados, los dos tipos de aprehensión de la realidad.

Según McGilchrist, es de vital importancia que los dos hemisferios trabajen juntos, pero el hemisferio izquierdo ha ido tomando cada vez más prioridad en el mundo moderno y ha creado una sociedad rígida y burocrática que sólo concibe el interés propio como objetivo de toda acción.

Frente a las diferentes formas de pensar y de ser, el autor describe la evolución de la cultura occidental como un aumento del poder del hemisferio izquierdo después del Renacimiento, aumentando paulatinamente durante la Ilustración, la Revolución Industrial, el Modernismo y el Postmodernismo, lo que nos ha convertido en una civilización reduccionista e intolerante frente a otras posibles realidades.

Del tipo de personas en que nos hemos convertido, o nos han convertido, da lo mismo, ya se ha escrito en este blog. Hemos confundido el modelo con la realidad. Baudrillard lo ejemplifica en Cultura y simulacro con un cuento de Borges sobre un mapa tan detallado que abarcaba la totalidad del territorio al que representaba. Al final, hemos hecho del mapa lo principal, nos atenemos al modelo y aquello a lo que representa pasa a ser secundario y puede hasta desaparecer sin que nos afecte en nuestra idea de las cosas:

“El territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda al territorio –precesión de los simulacros- y el que lo engendre, y si fuera preciso retomar la fábula de Borges, en que los cartógrafos del imperio trazan un mapa tan detallado del territorio que llegó a recubrir con toda exactitud al mismo que, con el tiempo y debido a su inutilidad, es finalmente abandonado. Hoy serían los jirones del territorio los que se pudrirían lentamente sobre la superficie del mapa, son los vestigios de lo real, no los del mapa, los que todavía subsisten esparcidos por unos desiertos que ya no son los del imperio, sino nuestro desierto. El propio desierto de lo real”.

Entre tanto, me he topado con la siguiente cita del escritor norteamericano Sherwood Anderson que viene bien para concluir, por el momento:

"En el principio, cuando el mundo era joven había una gran cantidad de pensamientos, pero no existía tal cosa como una verdad. El hombre hizo las verdades y cada verdad fue una vaga combinación de muchos pensamientos. Todo en el mundo eran verdades y todas eran hermosas. [...]

Había la verdad de la virginidad y la verdad de la pasión, la verdad de la riqueza y la pobreza, del ahorro y del libertinaje, del descuido y del abandono. Cientos y cientos fueron las verdades y todas eran hermosas.

Y entonces aparecieron las personas. Cada una cogió una de las verdades y algunos que eran muy fuertes agarraron una docena de ellas.

Fueron las verdades las que hicieron grotescas a las personas. El viejo tenía toda una elaborada teoría sobre el asunto. Según él, el momento en que una persona tomó una de las verdades para sí, la llamó su verdad, y trató de vivir su vida según la misma, se convirtió en un grotesco y la verdad se convirtió en una falsedad." (Fuente original)




http://www.erraticario.com/mente/como-construimos-la-realidad-ii-el-mapa-social/

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