¿Te has deshecho del 'yo'? ¿Hace algunos años que perdiste tu ego? ¿Ya no eres una persona? ¿Todo sentido de 'yo' y de lo 'mío' se ha desmoronado? Ahora eres un ser completa y totalmente despierto, sin paralelo? ¿Has llegado al pináculo de la evolución espiritual? ¿Eres un experto espiritual, un gurú intachable?
¡Maravilloso! Ahora, ¡emprende el vuelo, hijo mío! Sal al mundo (que no es otra cosa que tú mismo) y forja ese despertar en el brutalmente amoroso fuego de la vida misma, en el implacable fuego del dolor y la pena, en la caldera de las relaciones íntimas, con tus amantes, padres, amigos, extraños, parejas, estudiantes, con todos aquellos que no están dispuestos a librarte de su brutal y honesta opinión, con todos aquellos que no están de acuerdo contigo la mayor parte del tiempo, y date cuenta de si eres capaz de escucharlos y sentir lo que ellos sienten sin ponerte a la defensiva o atacarlos o recurrir a la violencia o sin contar tus propias historias de superioridad espiritual.
Ve, vive, ama, explora, ten un hijo, o no, deja ir a un hijo, o no, enseña y desilusiónate al enseñar y predicar y pretender que sabes; aprende a amar cuando te escuchan y también cuando no te escuchan, permíteles que se queden o que se vayan, encuentra alegría en las cosas más simples,
descubre los anhelos ocultos en tu interior, esos sentimientos de ineficiencia y de superioridad y la necesidad de ser amado y aprobado, todos esos sentimientos que pensaste que iban a desaparecer después de iluminarte, enfréntate a toda la mierda de la cual creías que ya te habías deshecho, reconoce que todo en la vida es tú mismo, permite que todo se de en este espacio despierto, dale la bienvenida como un invitado especial, y nota, con una gran humildad y asombro, que todo está ya permitido, independientemente de que tú lo hayas permitido o no, y que realmente no sabes lo que creías saber acerca de 'permitir'.
Vive, ama, llora, cae al suelo de la risa, contrae cáncer, grita por la noche en tu cama, orínate, experimenta la dicha como jamás antes la habías experimentado y deja que se vaya cuando sea necesario, siente el dolor como nunca antes y permítele que se quede hasta que sea necesario, pierde alguna extremidad, mira como alguno de tus seres queridos pierde la memoria, pasa a través de la pena o de la alegría o de la decepción o del éxtasis o del terror y sal del otro lado con tu corazón completamente roto, más expuesto y vulnerable y abierto a toda experiencia y a los demás, (que ahora eres tú mismo) mucho más abierto de lo que creíste posible.
Experimenta todo, absolutamente todo, crucifícate a ti mismo en todos y cada uno de los momentos sagrados de la vida, y después, en tu lecho de muerte, en tus últimos momentos, yo tomaré tu mano, y después, quizás, si sigues interesado, y si aún lo recuerdas, y si aún nos importa, hablaremos acerca de tu fabuloso, completo, y sin igual despertar, de tu superioridad espiritual.
O bien podríamos tan sólo sentarnos en silencio, en esta íntima presencia, más allá de todas las historias, en el silencio y la quietud del Ahora, completamente humillados, pero vivos.
- Jeff Foster
(Imagen: Mark Schneider)
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