25 de junio de 2014

Distrito 9: Entre la residualidad global y la incomunicación como orden segregatorio

Neill Blomkamp plantea a través de su película Distrito 9, una de las situaciones más inquietantes en el arte que se constituye como proyectista, jugar con la génesis de los procesos sociales. Antiguamente lo hicieron los pintores renacentistas, quienes con el arte y técnica de la perspectiva, generaron no sólo un retrato, sino uno tan real, que la superación de esa fidelidad daría por inaugurado el control hegemónico del espacio como modelo para producir cosas: la era moderna.



Distrito 9 es una genealogía al modelo de la residualidad global. Los principales críticos ven en esta obra una representación del apartheid humano, la segregación racial aplicada a nuestra relación con seres extraterrestres. De manera refinada esta película es mucho más que esto.

La trama plantea el experimento sociológico – que sólo es posible por ética en la ciencia ficción- de lo que sucedería al enfrentarnos a un conjunto de seres extraterrestres vulnerables, perdidos en el espacio exterior, sin un guía o ente que direccione y sin capacidad de respuesta en nuestra atmósfera. Estos extraterrestres se posicionan mediante una nave flotante justo sobre la ciudad de Johannesburgo, sin capacidad de desplazamiento ni movilidad. Los representantes gubernamentales deciden que el mejor modo de relacionarse es otorgando la zona del Distrito 9 a los seres extraterrestres, limitando su salida y confiriéndole seguridad a los seres humanos a través de extramuros de rejas. Una ciudad-cárcel, un Guantánamo hecho ciudad, o un recinto penitenciario galáctico.

En realidad más que eso, el Distrito 9 se convierte en una proyección del biopoder del espacio urbano donde la principal diferencia se articula entre el

interior y el exterior. En el momento exacto en que los extraterrestres entran en el distrito 9, se produce el efecto de las reglas rígidas de un espacio de vigilancia.

¿Pero es este Distrito una ciudad cárcel cualquiera? Cualquiera podría pensar que el autor sudafricano establece un apartheid galáctico en la tierra, pero en realidad el Distrito 9 es la proyección de aquello que en las urbes tiene que ser situado como zona 0, o identidad que no tiene sentido dentro de la ciudad, porque no es productiva. A diferencia de una biopolítica del trabajo sustancial, el Distrito 9 no es una ciudad vigilada, sino una ciudad invisible, aislada.

En el Distrito 9 no se vive bien. Los límites y fronteras están bien establecidos, pero lo que sucede ahí dentro es la pobreza extrema, el habitar informal, las villas miserias o slum. Llamativamente, quienes viven junto a los extraterrestres son seres humanos aparentemente ilegales, con arraigo étnico, que han desarrollado una microsociedad pauperizada junto a los extraterrestres, enmarcada en la vida de la pobreza. Se trafica comida, se trafican armas galácticas. Los extraterrestres se alimentan de la basura, al igual que los niños de Kenia en la actualidad, que migran desde las aldeas para recolectar comida de vertederos, muchas veces produciéndose actividades comerciales derivadas. De este modo este modelo de la residualidad global tiene claves de lectura que vale la pena detallar, porque adelanta procesos sociológicos relacionados con la pobreza, el sentido de la exclusión y vigilancia, más allá de la tradicional noción biopolítica.

Algunas escenas proyectadas:

1.- La llegada de los extraterrestres.

El arribo de alienígenas tiene un desenlace en principio humanitario, porque los encuentran en una situación magra y se les decide ayudar. Observamos en este paso una similitud con los inmigrantes de África en Lampedusa (Italia) ,donde, por una razón de fuerza van llegando y la habilitación es emergente, no por voluntades. Lo mismo podría pensarse de un nuevo “pobre” que llega a vivir a Nairobi, con problemáticas de contaminación y enfermedades crónicas en el futuro.

La noción del extraterrestre vulnerable es igual a la de cualquier otro vulnerado ser humano, un sujeto que además pierde identidad, pierde derechos civiles y pasa a ser el enemigo dentro del sistema urbano. Por esa razón el Distrito 9 se consolida como tal, sin ser extremadamente vigilado, es fielmente controlado para mantener aquello que es incómodo pero que no puede ser “exterminado”: La pobreza extrema global.

2.- Ser extraterrestre, ser pobre

La condición de nulidad, de pérdida derechos obliga a los extraterrestre a una magra alimentación y a una vida paupérrima. Algunos son sometidos a reglas de otros inmigrantes humanos, pero la relación con el entorno es limitada. La residualidad se establece en la medida que la decisión de “integración social” es limitada, porque es parte del modelo de sociedad antiguo, de antaño, añejo. El modelo global que hereda problemáticas de la modernidad se abstiene del reconocimiento y no se esmera por integrar socialmente. Todo tiene un límite y en la medida que el Distrito 9 no sea productivo, el mantenimiento invisible de lo que sucede ahí dentro es más importante que cualquier otra decisión

3.- La pobreza como una contracultura: El Valor de las armas y la erradicación

La prostitución, tugurización, tráfico de armas y consagración de mafias, son rasgos característicos que comienzan a gobernar el Distrito 9. Al igual que en Mathare en la actualidad, se potencian los rasgos antropológicos de los rituales de magia e interés por el reconocimiento social, aunque el otro al interior del campamento sea un extraterrestre. Se produce la equivalencia entre extraterrestre e inmigrante nigeriano. En el intertanto, se produce un interés del afuera: las armas. Las armas en el mundo tienen un gran valor económico, dicha industria mueve parte importante del PIB (Producto Interno Bruto) de las naciones y en el film los extraterrestres poseen muchas. Es necesario entonces erradicar el Distrito 9 – erradicar el campamento- porque comienza a ser molesto y por los intereses humanos que suscitaba.

Ciertamente no existe un conocimiento ni idea de integración social al momento de intervenir el Distrito 9. Al igual que se hacía con las Favelas, se intervienen en base a las fuerzas armadas y del orden, acribillando a una cantidad importante de extraterrestres. Lo que interesa es el provecho que se puede obtener de los extraterrestres, pero ellos en si no importan, al igual como es la vida y muerte de un nuevo pobre que llega a vivir en Jakarta (Indonesia)

4.- Las distancias comunicativas y la vida residual.

Los quiebres comunicativos es lo que constituye la relación con el otro. Quien interviene de manera armada no conoce al extraterrestre, así como no conoce al inmigrante de color que se encuentra también viviendo en las mismas condiciones. Del mismo modo, la actual residualidad global en aumento, se juega por la polarización (rico -pobre) dentro de las mismas ciudades como Lagos, Dakha o Naibori, pero también por su aparición geográfica e invisibilización social.

Cuando las distancias comunicativas comienzan a estrecharse entre el protagonista y uno de los seres alienígenas (más allá del proceso de mutación genética que experimenta el ser humano), la brecha del conflicto tiene una resolución, y la noción de integración se vuelve más consistente entre ser humano y alienígena. La teoría de que la inclusión programática resulta efectiva es débil y se quiebra por el fracaso que tiene el organismo interventor. Por el contrario, cuando se acorta la brecha y diferencia desde la intersubjetividad (a lo Berger y Luckmann), es donde se produce el entendimiento del protagonista con el mundo extraterrestre. En ese sentido, lo interesante de este ser extraterrestre está en el sentido de exclusión lingüística y comunicacional que se dispone desde un comienzo con el otro en esa condición. El inmigrante o el pobre en su más extrema situación, el lumpen es un extraterrestre en sí, un alienígena global que adopta características contraculturales en la medida que se produce mayor alejamiento y distancia cultural.

La segregación en la era global se va constituyendo de manera intensiva y diversificada. No existe un rostro sino muchos. Distrito 9 está en la genealogía de la residualidad global, porque a diferencia de la pobreza extrema como tradicionalmente se la entendió, aquí no debe tener identidad, no debe existir. La fuerza de la inmigración ilegal en el mundo, la urbanización de ciudades como Naibori, Dakha, Jakarta, colocan a estos nuevos sujetos y territorios en extensiones que existen geográficamente, pero que no existen en términos de población, salvo para su control. Las Favelas son el ejemplo de vigilancia, donde se deja entrever si realmente los propósitos de fondo sean aquellos en pos de la inclusión social.

El film más que un ejemplo de ello, es una proyección de la herencia que en siglos la humanidad no ha sido capaz de resolver. Y se proyecta en la medida que se expone una inclusión social parcial, sublimada pero que convive en la era galáctica, sin que el ser humano haya dado muestras de haber cambiado en algo las limitaciones de una planificación social sobre la pobreza, y/o inclusión social.

Artículo del columnista del Blog Ssociólogos Gino Bailey.

Fuente Foto




http://ssociologos.com/2014/06/24/distrito-9-entre-la-residualidad-global-y-la-incomunicacion-como-orden-segregatorio/

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