Delirios lo llaman cuando al hacer del tiempo tan sólo un lugar de encuentro de almas, te sientes sin tiempo y sin tiempo te aclamas a ti mismo como hijo de la llama y de la luz, como hijo de estrellas y espacios abiertos.
Podrían llamarlos delirios porque, al romper el más puro conformismo de la razón mal alimentada, transgredes normas y leyes, estructuras óseas hechas para sostenerte pero convertidas en cárceles del más puro pensamiento, sentimiento y acción.
Delirios…, no delirios de grandeza, ni de utopías como mesías que vienen a liberarte de ti mismo o del todo cáustico que se esconde en cada recodo de un mundo que perdió el sentido hace mucho tiempo, sino delirios por delirante, por pérdida del más sentido común, de la realidad, por elevar los pies del suelo y atreverte no ya a reconstruir tu mundo o el mundo, sino a
verlo en la dimensión osada y maravillosa.
Me encanta romper cadenas, abandonar senderos y rediles, quitarme el uniforme y tomar el sol sin adormideras que me impidan soñar despierto con los ángeles que lo habitan.
Me encanta sentirme dueño de mi propio cielo y soñar que puedo abandonar el tiempo e irme lejos, muy lejos, tan lejos como ahora mismo y verme no durmiendo, sino dormido y gritándome silencios para que despierte y vuele.
Me encanta vestir horizontes de lunas llenas, de azules y naranjas, de vientos que enrojecen pensamientos hechos nubes y nubes hechas sinfonías de pensamientos que migran de la lógica a la substancia.
Delirios…, no son delirios, sino despertares, cánticos al son de la vida y sonrisas del no tiempo, miradas esquivas de lo que soy a lo que en mi creo ser, complicidades del alma que expanden las alas y en su vuelo pierden el miedo a no regresar.
http://www.deshambala.com/2014/05/delirios.html
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