12 de mayo de 2014

El miedo es un veneno


Cuando observamos como funcionamos como individuos y como sociedad, podemos darnos cuenta que muchos de nuestros pensamientos, deseos, conductas, hábitos e incluso decisiones que tomamos están determinadas por el miedo.

El miedo es la principal herramienta de dominación desarrollada por los seres humanos (para controlar y esclavizar a otros seres humanos).

El miedo es adictivo, esclavizante y contagioso.

El miedo es un veneno.

¿Y por qué?
El miedo genera en el cuerpo una serie de reacciones electroquímicas, que nos preparan para la lucha o la huida. (ver Sistema neurovegetativo). Es un mecanismo de defensa que nos permite protegernos ante un peligro.

Pero el miedo como se conoce en la vida moderna, no tiene nada que ver con un mecanismo de defensa. No es el mismo miedo que siente un animal ante el peligro de ser cazado. O el miedo que podríamos sentir ante una amenaza real, por ejemplo: ser perseguidos por un oso enojado o estar acorralados y luchar para defender la vida.

El miedo como lo experimenta la sociedad hoy en día es el producto de programaciones deliberadas que comenzaron con la religión y luego las instituciones como la ciencia, la educación, la política-economía-leyes, lo

utilizaron (y utilizan) como una herramienta de dominación para producir individuos dóciles, temerosos y obedientes, que no discutan, acepten y que además consuman lo que se les da. Individuos que ante determinadas señales (estímulos o gatillos) reaccionarán de la forma prevista, es decir, programada. Como un reflejo condicionado.

En el pasado se temía a Dios y a su castigo, hoy se teme a un virus, a una nueva enfermedad, a la falta de dinero o a la “realidad” que muestran las noticias en los periódicos o la TV.

El resultado es el mismo.

Condicionarte y no permitir que vivas en libertad y puedas vibrar en plenitud. Y esto es bien cierto, por que está demostrado que el miedo tiene una vibración de baja frecuencia que hace que el ADN vibre de manera limitada y traduzca una realidad (física y mental) de baja dimensión. (ver post: el lenguaje del ADN)

El miedo tiene varios vehículos transmisores, uno es la mentira, bajo la forma de conceptos erróneos, desinformación o falsa información, mala educación, engaños deliberados, la culpa, la moral, etc.

Otra forma importante de difundir y perpetuar el miedo es mediante las sustancias químicas y los alimentos tratados que se consumen a diario.

¿Cómo es esto?.

Ya vimos que en esencia es una cuestión de frecuencias, está relacionado con la naturaleza vibracional de las células y del ADN, la realidad que percibimos y proyectamos, depende directamente de esto.
De la misma forma que un determinado nivel vibracional celular produce una química determinada en el cuerpo. (ver post: la química de las emociones), las sustancias químicas que comemos, bebemos o respiramos generan un estado vibracional que provoca reacciones de parte del organismo y modifican su fisiología.

Al respecto hay cantidad de estudios científicos hechos: aditivos, edulcorantes artificiales, saborizantes, colorantes, conservantes, el fluor de la pasta de dientes, pesticidas como el glifosato, alimentos transgénicos.
McDonalds y los Fast-foods, las bebidas colas y los alimentos chatarra (instantáneos, etc) entran en esta categoría y son responsables de una cantidad cada vez mayor de gente obesa, inmunodeprimida y con tendencia crónica a trastornos físicos y emocionales, que luego cerrando el círculo de consumo, serán tratados con otras sustancias químicas y fármacos de última generación, o cirugía, que perpetuarán el estado de desequilibrio y la mala salud.

No solamente la contaminación es química.

Otro gran transmisor lo representan las radiaciones electromagnéticas que recibe el cuerpo (y el ADN en definitiva).

La TV es el medio más generalizado, es el gran vehículo del miedo y la desinformación, que produce verdaderamente un estado de hipnosis colectiva. Reprograma el cerebro y lo conecta en una realidad determinada. La TV es la gran programadora de zombies.

Los teléfonos móviles (celulares, etc.) producen un efecto similar y exponen al cerebro a una cantidad de radiaciones nocivas, además de mantenernos atrapados en una red de baja vibración y de consumo exacerbado.
Como vemos, la mayoría de los objetos de consumo de la vida moderna, están diseñados para engancharnos y mantenernos en una vibración determinada.
No tengo la intención de insultar la inteligencia de nadie. Podemos ver alguna vez TV o hablar por celular de tanto en tanto. El tema es cuando estos objetos se vuelven imprescindibles (o adictivos que es lo mismo en este caso).

El otro día alguien me dijo: “pero entonces, ¡como hago?. ¿Me tengo que ir del mundo?.

Es interesante hasta que punto estamos condicionados y este es un ejemplo de cómo al vibrar en una frecuencia determinada siempre generamos la misma realidad.

Para empezar hay muchos mundos, infinitas realidades para experimentar.

Incluso “este mundo” puede ser percibido de otra manera, desde otra dimensión o nivel vibracional. No olvidemos que estamos conectados a la fuente universal, dicho de otra forma, “somos” el océano de potencialidad infinita.

Creamos a cada instante nuestra realidad.

Evidentemente si vibramos en una frecuencia elevada los miedos y fantasmas inducidos desaparecen automáticamente.
El “virus” en el sistema es neutralizado y eliminado.
Recuperamos el control de nuestra vida.

Por eso no se trata de huir o de volverse anormal. No es cuestión de imitar a otro o transformarse en algo “especial”. Hay que reconocer los hábitos y dependencias que uno tiene, hasta que punto los necesitamos y que precio pagamos por ellos.

Además alimentarse de forma natural, hacer ejercicios, meditar, descansar, trabajar solo lo necesario, mantener un espíritu alegre y despreocupado, practicar la contemplación y el silencio, observar la naturaleza...Parece muy complicado, pero no lo es, hay un momento para cada cosa. No hay leyes rígidas, solo existe la alternancia de ciclos.

Ya estamos iluminados, Ya somos conciencia infinita. Lo único que debemos hacer es permitir que esta esencia, que esta vibración de alta frecuencia se manifieste en nuestra vida.
Para esto hay posturas y prácticas que nos ayudan, que permiten al cuerpo y a la mente volverse unidad y vibrar en una frecuencia mayor, en resonancia con la vibración universal, con el orden cósmico.

Zazen, es la postura del no miedo. Su práctica permite que las células recuperen una alta frecuencia vibracional y que la conciencia se expanda, dicho de otra forma, la pequeña y limitada conciencia individual trasciende sus límites y se funde con la conciencia infinita. Se vuelve unidad con ella.

En el silencio y la inmovilidad podemos “ver y escuchar” nuestros pensamientos y emociones sin identificarnos con ellos.

Podemos comprender que no somos ellos. Dejarlos deslizarse y que pasen, como nubes en el cielo, sin atraparlos ni juzgarlos, y así percibiremos que no somos nuestros pensamientos, sino el espacio que hay entre ellos. Somos el vacío y el silencio existente entre cada pensamiento.

El silencio es la conciencia infinita que toma la forma del observador.

En este punto de libertad y desapego, podemos comprender nuestra vida y el rol que desempeñamos en ella. Es el punto cero que nos permite crear la realidad que deseamos y necesitamos en cada momento.
Somos libres de programar y desprogramar.

Pero solo es posible acceder a esto cuando nos volvemos unidad con la conciencia infinita.
La vibración que neutraliza al miedo y al egoísmo es la frecuencia de la compasión universal, o del amor incondicional (que es lo mismo), por si mismo y por extensión, por todos los seres vivos.

El miedo separa y aisla, desintegra. Afecta la energía del riñón y por lo tanto disminuye la vitalidad y la resistencia a las enfermedades.

El miedo enferma e incapacita.

El miedo se controla con la respiración profunda, la reflexión y el amor.

El amor es unidad, cohesión. No es un emoción, es la vibración que mantiene unido a todo en el universo.

El antídoto para el veneno del miedo se fabrica con el fuego del corazón.



http://budacuantico.blogspot.com.ar/2010/10/el-miedo-es-un-veneno.html

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