Y no sabes hasta qué punto llegas a serlo.
De hecho, ninguno de nosotros es capaz de concebir la magnitud de esta esclavitud.
Tan profundas son sus cadenas.
Por regla general, la gente tiende a definir el Sistema desde un punto de vista sociológico, fijando su atención en aspectos organizativos de carácter económico, político y de estructura social.
Pero ésto solo es la punta del iceberg, la representación externa y más aparente de lo que realmente es el Sistema.
En realidad, el Sistema es “software psíquico” instalado en nuestro cerebro, algo que, en realidad, solo existe en nuestra mente.
Si fuéramos una computadora, el Sistema solo serían ceros y unos, paquetes
de información e instrucciones que posteriormente se plasman en la realidad a través de las diferentes interacciones entre los individuos programados; interacciones que acaban configurando las estructuras sociales, económicas y políticas.
Por esta razón, toda transformación profunda de nuestro mundo, solo puede traducirse en algo tangible si se hace a escala individual, borrando esa programación que hay en nuestra psique.
La única Revolución posible empieza en nuestro interior. Podríamos decir que “va de adentro hacia afuera”.
Cualquier cambio que solo vaya “de afuera hacia adentro”, es decir, que pretenda alterar el funcionamiento del Sistema alterando sus estructuras externas, está destinado al fracaso, porque en realidad, por muchos cambios sociales o económicos que se produzcan a nivel estructural, el Sistema “sigue ahí dentro”, intacto, instalado en nuestra psique y tarde o temprano acabará moldeando de nuevo las estructuras externas.
Por esta razón fracasan todas las Revoluciones sociales y al final desembocan en nuevas modalidades de injusticia, abuso y desequilibrio.
Todas ellas son una estafa, un autoengaño y solo acaban sirviendo para que el Sistema mude de piel como una serpiente y se perpetúe aún más.
Como decíamos, todos somos esclavos del Sistema que habita en nuestras mentes y deshacernos de sus cadenas es un reto mayúsculo.
Y lo es porque el Sistema es una entidad inaprehensible, una compleja estructura formada por creaciones abstractas como: las leyes, la religión, el dinero, la patria, las normas sociales, la moralidad, la autoridad, la cultura y un largo etcétera…todas ellas creaciones surgidas de nuestro poderoso intelecto y a las que hemos otorgado un valor y un poder determinado.
Pero, en esencia, no son más que invenciones humanas, como lo es una cuchara, un idioma o un peinado crepado.
Instrumentos que creamos con finalidades concretas.
Sin embargo, a pesar de ser nuestras propias creaciones intelectuales y haber sido concebidas para estar a nuestro servicio, hemos acabado sometiendo nuestra voluntad a ellas como si fueran entes superiores a nuestra voluntad individual, verdades absolutas e intocables.
Podemos afirmar sin dudarlo:
El ser humano es el único animal capaz de imaginar entes abstractos y acabar convirtiéndose en su esclavo
Ese es nuestro pecado.
¿Cómo puede ser que nuestras propias invenciones, en principio concebidas para estar a nuestro servicio, hayan terminado por dominar nuestros actos y nuestra forma de ver el mundo, hasta esclavizarnos?
Para comprender mejor la magnitud de este monstruo, vamos a poner un pequeño ejemplo.
LA METÁFORA DE LA ROPA
Para entender el proceso que nos lleva a ser esclavos de nuestras propias creaciones abstractas, nos fijaremos en una invención con alto significado simbólico: la ropa o vestimenta.
La relación psíquica que establece el ser humano con la ropa a lo largo de los tiempos es análoga a la que establece con todas sus creaciones abstractas y podríamos afirmar, de forma simplificada, que pasa por diferentes fases.
Fase instrumental o funcional
En esta fase, el ser humano, gracias al desarrollo de su capacidad intelectual, realiza un primer salto conceptual y crea un instrumento a su servicio: la ropa; en sus inicios formada por simples pieles de otros animales para cubrir su cuerpo, a modo de protección contra el frío y los elementos.
Sin embargo, en esta fase inicial, el ser humano sigue manteniendo como estado natural su desnudez y considera esos ropajes como una herramienta circunstancial, como lo puedan ser un palo o una piedra.
Fase de abstracción
Con el paso del tiempo y el desarrollo del intelecto, la ropa gana en elaboración y complejidad.
Se crean piezas para diferentes partes del cuerpo con funciones concretas.
Algunas de esas piezas adquieren un significado social, pues solo las llevan determinados miembros del grupo.
Así, lo que en sus inicios era un mero instrumento de protección contra el frío adquiere un significado adicional, de carácter social.
Éste es el segundo salto conceptual que realiza la mente humana, mediante el cual, la ropa deja de ser un simple objeto físico y adquiere un significado abstracto adicional.
Fase de distorsión
Este es el momento clave, el salto conceptual que lo cambia todo.
Se produce cuando el ser humano deja de concebir la desnudez como su estado natural.
Esto se produce cuando ir desnudo es penalizado por la sociedad, es decir, cuando implica un desprestigio social o se asocia a actitudes inmorales o antisociales.
Como te sucedería a ti si ahora salieras en pelotas a la calle…¿Qué pensarían tus vecinos de ti?
En este punto, la percepción de la realidad se distorsiona, pues se da más valor a una creación abstracta de nuestra mente (el concepto social asociado a la ropa) que a la realidad natural de las cosas (estar desnudo).
Fase de poder
Entramos en esta fase cuando a la ropa se le otorga un “poder” que altera el valor del individuo en sí.
Esto se produce cuando la sociedad empieza a valorar a las personas por su indumentaria y no por lo que son o lo que hacen.
Llegados a este punto la ropa no solo distorsiona la percepción de la realidad, sinó que además somete la voluntad de los individuos, obligados a vestir determinados ropajes para adquirir el valor que la sociedad les asocia.
Se crea una realidad paralela, que solo existe en la mente humana y los individuos acaban subyugados por ella.
Fase de esclavitud
Es la fase culminante, en la que se acumulan gran cantidad de conceptos abstractos sobre la ropa, hasta que acaban creando una realidad paralela tan compleja, que se hace prácticamente imposible desprenderse de ella.
Entran en juego conceptos como la moda, el valor de marca o las tribus urbanas.
Llegados aquí, la indumentaria ya no solo distorsiona la percepción de la realidad y la valoración social del individuo. Sirve además para clasificarlo, determinando a ojos de los demás su actitud, su carácter, su ideología, su origen y el espacio temporal en el que vive.
Sin la indumentaria adecuada, la sociedad o los diferentes grupos que la conforman, no aceptan al individuo, tanto da cuales sean sus virtudes, logros o características personales.
Por poner un ejemplo:
¿Crees que un neo-nazi, aunque fuera la mismísima reencarnación de Adolf Hitler, conservaría la configuración original de sus huesos y articulaciones si se presentara a una reunión de Amanecer Dorado peinado a lo afro, con babuchas y chilaba?
La ropa es un claro exponente de cómo, una herramienta creada originalmente a nuestro servicio, acaba convirtiéndose en un complejo mecanismo psíquico que nos convierte en sus esclavos.
Para captarlo aún mejor, pongamos el ejemplo concreto de unos pantalones.
UN MUNDO FICTICIO EN TUS PANTALONES
En el mundo real, unos pantalones son solamente trozos de tejido cosidos entre sí, cuya función es protegernos del frío y las rozaduras.
Pero en el asfixiante mundo ficticio que hemos creado en nuestras mentes, unos pantalones implican mucho más que eso.
Constan de una capa real (el cuerpo físico de los pantalones y su función como instrumentos) y varias capas ficticias superpuestas que solo existen en nuestra mente, cada una de ellas con un mecanismo psíquico asociado, que distorsionan nuestra visión de los pantalones y de la propia realidad hasta límites surrealistas.
Cuando vas a escoger qué pantalones te pones, en tu mente se accionan todos esos mecanismos y aunque tus ojos solo capten un conjunto de piezas de tejido confeccionado, tu psique construye una realidad diferente, formada por las siguientes capas:
Capa 1:Código básico social
Éste es el mecanismo psíquico asociado a la “obligación de vestir ropa” que dicta la sociedad.
Este mecanismo psíquico básico te obliga a vestir los pantalones aunque sientas que irías más cómodo sin ellos.
Cuando se activa, este mecanismo te hace pensar que es más aceptable salir a la calle con unos pantalones pasados de moda, antiguos, viejos, sucios o agujereados, que enfrentar la vergüenza de salir sin pantalones.
Un ejemplo anecdótico de la importancia y generalización social de este mecanismo: es muy improbable que te den trabajo si vas a una entrevista sin pantalones, aunque tengas el mejor currículum del mundo.
Capa 2: Código genérico
Éste es el mecanismo psíquico que te obliga a vestir ropa asociada a tu género sexual.
Cuando entra en funcionamiento, este mecanismo psíquico impide a un hombre heterosexual vestir unos pantalones anchos de mujer, unos panties o unas faldas, aunque puedan parecerle algo cómodo y útil en un momento determinado.
Capa 3: Rango social
Éste es el mecanismo psíquico asociado al valor monetario de la ropa y a su prestigio asociado.
Su única función es indicar tu posición social y tu poder adquisitivo.
Es el mecanismo psíquico que, por ejemplo, mataría de vergüenza a un millonario obligado a entrar en el Grand Casino de Mónaco vestido con unos pantalones de chándal del mercadillo.
Capa 4: Rango temporal
Éste es el mecanismo psíquico asociado a la época en la que vives, que te obliga a vestir adecuadamente, según los cánones temporales de tu tiempo.
Por ejemplo, entraría en funcionamiento si tuviéramos que escoger entre ponernos unos pantalones tejanos o los viejos pantalones de nuestro tatarabuelo, por muy cómodos que éstos resultaran.
Capa 5: ámbito cultural
Éste mecanismo psíquico está asociado a la cultura o etnia a la que pertenecemos.
Cuando se activa, nos hace ver a un Escocés vestido con falda paseando por Edimburgo como a un “amante de la tradición”.
En cambio nos hace ver a un Francés con falda paseando por Marsella como a una “prostituta transexual que busca clientes”.
Capa 6: moda de caracterización
Éste mecanismo psíquico está asociado a nuestra ideología, aficiones musicales o culturales, tribu urbana o edad.
Es el mecanismo que nos impide ver a gente vestida al estilo Death Metal en un concierto de Justin Bieber. (Desgraciadamente no hay ningún mecanismo psíquico que nos impida ver a Justin Bieber)
Capa 7: moda de tendencia
Éste mecanismo psíquico está asociado a la última tendencia creada por los diseñadores de moda, dentro de cada corriente de caracterización.
Es el absurdo mecanismo sin sentido que nos dice que “debemos ir a la última” y que dicta si durante una temporada “se llevan” las hombreras, los colores chillones o las tachuelas.
Es la ridícula traba mental que avergüenza a determinadas personas si visten ropa “pasada de moda”.
Increíblemente, las masas siguen estas tendencias sin preguntarse ni por el sentido que tienen, ni por la dudosa salud mental de los diseñadores que las crean.
Capa 8: moda de marcas
Éste mecanismo psíquico está asociado al prestigio de una marca comercial.
Mediante este mecanismo, las personas intentan apropiarse del valor y el prestigio asociado a una determinada marca de ropa.
Para conseguirlo, no dudan en hacer ostentación y por lo tanto, publicidad gratuita de la propia marca, luciendo bien grande el logo o etiqueta que la identifica.
Es, sin lugar a dudas, uno de los mecanismos que más claramente reflejan la profunda estupidez y distorsión psicológica a la que ha llegado nuestro mundo.
Y probablemente, podríamos encontrar muchas más capas psicológicas asociadas a unos simples pantalones. Éstas solo eran algunos ejemplos.
Llegados a este punto:
¿Eres consciente de la cantidad de mecanismos abstractos que conlleva una simple pieza de ropa?
¿Tomas conciencia de la cantidad de mecanismos absurdos que se activan en nuestro cerebro cuando queremos escoger unos simples pantalones del armario?
El sistema consiste en esto: en una multitud de pequeños mecanismos mentales que crean una realidad paralela ficticia y condicionan todos y cada uno de nuestros actos, por pequeños que sean.
Mecanismos abstractos que nos manejan como los cables de un títere y aprisionan nuestra libertad de acción como si fueran pesadas cadenas.
Pero son tan sutiles y los tenemos tan interiorizados que ni tan solo nos percatamos de que están ahí.
Si volvemos al ejemplo de los pantalones y nos centramos en la realidad física y tangible, la auténtica función de los pantalones es que sean útiles y cómodos. Que sean una buena herramienta a nuestro servicio.
Ese es su valor real.
Las 8 capas ficticias que acompañan a esos pantalones y que solo existen en nuestra mente, tienen un valor relativo. Tienen exactamente el valor que nosotros les queramos otorgar.
Sin embargo, en el mundo absurdo que hemos creado, concedemos tanto valor y poder a esas 8 capas ficticias, que unos simples pantalones acaban subyugando nuestra libertad individual, nuestra voluntad y nuestros actos.
¡Y eso que solo se trata de unos simples pantalones!
Imaginemos que en su lugar hablamos de grandes inventos humanos como la moral, las leyes, la religión, el dinero, las normas sociales, la cultura o la patria, todas ellas creaciones abstractas de hondo calado en nuestra forma de ver la realidad.
Su influencia en nuestras mentes lo determina todo: nuestros pensamientos, nuestras relaciones, nuestros valores, nuestros deseos, nuestra “bondad” y nuestra “maldad”, nuestro “éxito” y nuestro “fracaso”…
Es difícil tomar conciencia del tamaño y la complejidad que estas estructuras adquieren en nuestra psique y de hasta qué punto distorsionan nuestra visión del mundo hasta esclavizarnos.
Muchos afirmarán que este edificio abstracto es la base de la civilización y que eliminarlo representaría retornar a la animalidad y al primitivismo.
Y evidentemente, no estamos abogando por castrar nuestra capacidad de abstracción, quizás el instrumento más maravilloso del que dispone el intelecto humano.
Hacerlo sería ridículo.
Simplemente, decimos que es hora de hacer un reset. De poner las cosas en su lugar y reordenar nuestra mente a escala global.
De recordar, cada segundo de nuestra existencia, que los instrumentos que creamos son eso, instrumentos a nuestro servicio y que no debemos subyugarnos a ellos.
Es hora de tomar conciencia de que por mucha “ropa” que vistamos y por lujosa que sea, siempre estamos “desnudos”.
Mientras lees estas palabras estás desnud@. Cuando paseas por la calle, viajas en metro, o conversas con alguien, estás desnud@. Mientras trabajas, comes o duermes, estés solo o acompañado, estás desnud@.
No importa cuanta ropa lleves encima de tu piel. Aunque lleves 20 capas de ropa, como una cebolla.
Porqué la ropa que vistes no forma parte de ti. Es un objeto ajeno a tu persona.
TÚ no eres la “ropa” que te cubre.
TÚ, siempre estás desnud@, desde que naces hasta que mueres, cada segundo de tu existencia.
Sin embargo, en nuestra mente hemos acabado creando una imagen falsa de nosotros mismos, hasta el límite de que muchas personas, cuando se visualizan a sí mismas, se visualizan “vestidas”.
Algo completamente absurdo.
Eso es lo que ha conseguido el Sistema: que sintamos vergüenza de nuestra auténtica naturaleza, ocultándola bajo capas y más capas de “ropa”.
Así pues, ¿quieres cambiar el mundo?
Ya sabes lo que tienes que hacer…
Simplemente…”Desnúdate”
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
http://gazzettadelapocalipsis.com/2014/05/28/por-que-somos-esclavos/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario