Obviamente, puede haber razonamientos más válidos que otros, en dependencia del contexto o de las razones que se ofrezcan para confirmarlos. Sin embargo, independientemente de la cultura, suele ser muy difícil determinar qué es lo más razonable ya que en lo que un momento nos parece justo y adecuado, más tarde deja de serlo.
Entonces, ¿por qué algunas personas siempre quieren tener la razón?
Quienes quieren tener la razón a toda costa suelen partir de la idea de que la verdad es algo que se posee. Por tanto, tienen una perspectiva en blanco y negro de los asuntos, creen que la verdad se tiene o no se tiene, no
comprenden que a veces la verdad se construye, en base a las razones.
Lo que busca este tipo de persona no es proponer las mejores razones sino silenciar otras ideas que no calcen con la suya. Estas personas viven las discusiones como verdaderos enfrentamientos campales donde el objetivo no es llegar a un entendimiento sino hacer que sus criterios prevalezcan, sin importar si es lo más constructivo o no.
Estas personas se adhieren a verdades inamovibles, no son capaces de valorar sus propios argumentos sino que los dan por sentado e incluso se molestan si otros se muestran escépticos. Con esta actitud lo que hacen es protegerse de las ideas que pueden hacer tambalear sus convicciones, se sienten seguros y esconden su miedo.
¿Darles o no darles la razón? He ahí el dilema
Es probable que conozcas a una de esas personas que siempre quiere tener la razón y de seguro habrás experimentado esa sensación de impotencia que se siente al nadar contra la corriente. Por eso, quizás en algún que otro momento hayas cedido diciendo la frase mágica: “Vale, tienes la razón”. ¿Has hecho bien o debías haberte mantenido firme en tus argumentos?
Ante todo, es importante precisar que las personas que siempre quieren tener la razón son, esencialmente, muy intolerantes. Normalmente no tienen un pensamiento abierto sino que viven en su mundo de “razones”. Por tanto, en realidad estas personas se hacen más daño a sí mismas que a las demás porque se aíslan y se niegan a valorar diferentes perspectivas, visiones del mundo que quizás podrían hacerle más feliz.
¿Qué hacer? Puedes intentar exponer tus razones, pedirle que se ponga en tu lugar y explicarle que no quieres ganar sino tan solo comentarle lo que piensas. No obstante, si ves que tu estrategia no da resultado, será mejor que no insistas demasiado porque es tiempo y esfuerzo perdidos. Lo mejor es que cierres la discusión con una frase del tipo: “Veo que tenemos ideas diferentes y que no podemos llegar a un acuerdo así que no tiene sentido continuar hablando del tema”.
http://www.rinconpsicologia.com/2014/05/la-dictadura-de-la-razon.html
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