24 de diciembre de 2014

Solo con la Vida


“Entonces, ¿cómo es que puedes decirme que estás solo,
y asegurar que el sol no brilla para ti?”
- Ralph McTell, 'Streets of London'

En cierto sentido, todos estamos radicalmente solos. Yo no puedo vivir tu experiencia. Tú no puedes vivir mi experiencia. Nadie puede vivir por mí, ni morir por mí, ni sentir dolor por mí, ni alegría por mí. Nadie puede llorar por mí, o reír por mí, o bailar por mí. Yo paso por todas estas experiencias íntimamente personales en absoluta soledad.

Pero quedarnos con esa soledad, enfrentarla, sumergirnos en su gran misterio... ¡esa es la clave! Porque justo en el corazón de nuestra soledad es en donde descubrimos nuestra verdadera conexión. Nos hacemos conscientes de que en el nivel más profundo, todos y cada uno de nosotros estamos exactamente en la misma situación, ontológicamente hablando. Y a pesar de que estamos solos, no estamos solos, solos - estamos solos, juntos, a solas con todo y con todos. A solas con los pensamientos, sensaciones,

sentimientos, sonidos, olores, conforme surgen y se disuelven en la inmensidad...

Cuando huimos de nuestra soledad nos sentimos 'solos'. Perdemos contacto con la inmensidad de la vida, y nos identificamos como 'aquel que está solo', una gran limitación de lo que realmente somos. Nos convertimos en 'algo separado', y nos sentimos desconectados, aislados, abandonados, y después buscamos conexión en todas las formas posibles, a través de la comida, el dinero, el alcohol, el sexo, e incluso la espiritualidad...

Justo en el corazón de tu soledad hay un gran secreto: que eres uno con la vida, solo y uno solo con todo, en la presencia de un muy amado amigo, y que el sol brilla para ti...


Jeff Foster

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