- Mahatma Gandhi
Es muy fácil quedar atrapado en las historias mentales acerca de qué es lo que está mal con el mundo. Una vez que te metes en ese camino, te das cuenta que hay millones de cuentos que contar. La mente es genial a la hora de reunir cualquier evidencia que indique que la vida es una mierda y que mañana estará peor.
Nos han enseñado a creer que el cambio vendrá como resultado de enfocarnos en, y resistir lo "malo", lo "injusto", lo "incorrecto" que hay en el mundo. Imaginamos que, con el fin de que se dé una sanación primero debemos ver un gran problema. Y que si no vemos ningún problema, es porque nos estamos engañando y entonces debemos crear uno. Necesitamos algo en qué ocuparnos, ¿o no? Necesitamos imaginar un futuro. O al menos eso es lo que nos dicen.
¿Qué pasaría si en realidad no hay ningún problema? ¿Qué pasaría si no hay errores en este momento? ¿Qué pasaría si ninguna escena de alguna película, sin importar lo dolorosa o fuerte o "problemática" que fuera tuviera la
capacidad de estropear o descomponer la película? ¿Qué pasaría si dejáramos de quejarnos o de pelear en contra o de resistir lo que está "mal" en los demás, en la economía, en el ambiente, en nuestros gobiernos, y así sucesivamente? ¿Qué pasaría si, en lugar de tratar de cambiar a los demás y al mundo, en lugar de estar peleando en contra de lo que creemos que está "mal", esperando a que otros nos hagan felices e íntegros, trascendemos ese juego del "bien vs. el mal" y realmente empezáramos a vivir nuestro propio cambio, de manera alegre y sin tener que mirar atrás?
¿Qué pasaría si, antes de intentar cambiar el mundo primero honramos la perfección inherente de la vida tal y como realmente es? ¿Qué tal si, en lugar de estar comparando qué tan horrenda es la vida ahora con cómo debería ser "algún día" nos diéramos cuenta que todo está en su justo lugar, incluyendo la injusticia, el dolor, la pena, la crueldad y la percepción de los "problemas"?
¿Qué tal si, tan sólo por un momento, dejáramos de jugar a ser Dios, renunciando a controlar lo incontrolable y honráramos la apariencia actual de la vida, la manifestación de este momento, exactamente como es? ¿Qué pasaría si, tan sólo por un instante, confiáramos en el movimiento de la vida, no en las imágenes ni tampoco en los ideales? ¿Qué pasaría si decimos SÍ a la forma en como las cosas están ahora?
¿Acaso eso sería renunciar al cambio? ¿O sería más bien el inicio de una verdadera transformación?
¿En realidad tenemos la necesidad de venir desde un lugar de ira, de resentimiento, de amargura y frustración para lograr cambios saludables? ¿Realmente necesitamos decir NO a la vida? ¿No es de ahí precisamente de donde vino la miseria, en primer lugar?
¿Podríamos, en cambio, venir desde un lugar de total alineación con cómo son las cosas? ¿Podría nuestra voluntad de cambiar al mundo provenir desde el SÍ a todas las cosas, un SÍ al actual ritmo del cambio, un SÍ a todo eso que parece meterse en nuestro camino (¿el camino de quién?), un SÍ a cualquier frustración e incluso a la decepción que podría llegar a visitarnos dentro de la escena presente, y un alegre y juguetón SÍ en constante expansión hacia cualquier posibilidad?
¿Podrías vivir tu verdad, en lugar de esperar a que los demás la vivan? ¿Podrías forjarte tu propio camino, sin tener la expectativa, ni demandarle a otros que te sigan? ¿Podrías "buscar tu felicidad" (no en el camino de alguien más, sino dentro de tu propia alegría, en aquello que te hace sentir vivo) como Jeseph Campbell dijo, sin esperar a que los demás estén de acuerdo contigo, o que te aprueben o incluso te tomen en cuenta? Y tal vez lleguen a hacerlo, o no, cuando vean cómo tu propia realidad trabaja para ti, cómo la estás viviendo, cómo es que te llenas de vida y que no estás sólo hablando o predicando sobre la "verdad" desde un lugar completamente falso. Quizás tu alegre transformación será lo más atractivo para ellos. Mucho más atractiva que cualquier discurso, mucho más atractiva que el simple hecho de decirle a alguien cómo debe vivir, cómo debe pensar y cómo debe sentir. Tal vez puedas enseñar a través de tu vivo entusiasmo y no desde tus palabras.
Vive tu verdad sin caer en la tentación de disculparte y ¡deja de intentar cambiar al mundo! Salte del camino, déjate llevar por la profunda aceptación de este momento completamente vivo, y el mundo cambiará por completo para ti, a veces lo hará con formas muy sutiles, que apenas se notan y otras en formas grandiosas. A nivel relativo celebras cualquier cambio o la falta de cambio y te deleitas jugando y descubriendo, y en un nivel más profundo, eres cósmicamente intocable por todo esto, ya que eres la vida misma y porque siempre has sabido que todo ha sido perfecto.
La mente nunca ha estado a cargo del cambio.
Jeff Foster
(Traducido por Tarsila Murguía)
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