17 de octubre de 2013

¿ Cómo medir el verdadero éxito? Eckhart Tolle

Foto: ¿Es la noción del éxito apenas una ilusión del ego? ¿ Cómo medir el verdadero éxito?

El mundo nos dice que el éxito consiste en conseguir aquello que nos proponemos. Nos dice que el éxito es triunfar, que lograr el reconocimiento y la prosperidad es un ingrediente esencial. Todo lo anterior no es otra cosa que un subproducto del éxito, pero no el éxito mismo. La noción convencional de este concepto se relaciona con los resultados de lo que hacemos. Hay quienes dicen que el éxito es producto de una mezcla de esfuerzo y suerte, o perseverancia y talento, o de estar en el sitio correcto en el momento justo. Si bien cualquiera de esas cosas pueden ser determinantes del éxito, no son su esencia. Lo que el mundo no nos dice (porque no lo sabe) es que no podemos alcanzar el éxito. Solamente podemos tenerlo. No podemos permitir que un mundo demente nos diga que hay otro éxito aparte de un buen momento presente. ¿Y eso qué quiere decir? Que hay un elemento de calidad en lo que hacemos, hasta en la actividad más insignificante. Calidad implica cuidado y atención, que vienen con la conciencia. Nuestra Presencia es requisito para la calidad.
Digamos que usted es empresario y al cabo de dos años de luchas y esfuerzos finalmente desarrolla un producto o servicio que se vende bien y produce utilidades. ¿Éxito? Sí, en términos convencionales. Pero la verdad es que fueron dos años de contaminar el cuerpo y la tierra con energía negativa, de mortificar a las personas a su alrededor y de afectar a muchas otras personas a quienes nunca conoció. El supuesto consciente sobre el cual se apoyó todo el esfuerzo fue que el éxito es un suceso futuro y que el fin justifica los medios. Pero el fin y los medios son uno solo. Y si los medios no contribuyen a la felicidad del ser humano, tampoco lo hará el fin. El resultado, el cual es inseparable de las actuaciones que condujeron a él ya está contaminado por esas actuaciones y, por ende, será fuente de más infelicidad. Ese es el karma que perpetúa la infelicidad.
Como usted ya lo sabe, su propósito externo o secundario está en la dimensión del tiempo, mientras que su propósito principal es inseparable del Ahora y, por tanto, exige negar el tiempo. ¿Cómo reconciliar ambas cosas? Reconociendo que todo el viaje de la vida consta en últimas del paso que se da en el momento presente. Lo único que hay siempre es este paso, de tal manera que es preciso prestarle toda la atención. Esto no significa que no deba saber hacia dónde se dirige sino que el paso de este momento es lo primario mientras que el destino es secundario. Y lo que encontramos al llegar a nuestro destino depende de la calidad de este paso. Otra forma de decirlo es la siguiente: lo que el futuro nos depara depende de nuestro estado de conciencia en el momento presente.
Éxito es cuando el hacer se impregna de la calidad atemporal del Ser. A menos que el Ser impregne lo que hacemos, a menos que estemos presentes, nos perderemos en cualquier cosa que hagamos. También nos perdemos en el pensamiento y en nuestras reacciones a lo que sucede externamente.

¿A qué se refiere exactamente cuando habla de que "nos perdemos "?

La conciencia es la esencia de lo que somos. Cuando la conciencia (usted) se identifica completamente con el pensamiento y olvida su naturaleza esencial, se pierde en el pensamiento. Cuando se identifica con las formaciones mentales y emocionales como los deseos y los temores (los motores primordiales del ego) se pierde en esas formaciones. La conciencia también se pierde cuando se identifica con los actos y las reacciones frente a las cosas. Así, todos los pensamientos, los deseos o temores, los actos y las reacciones se infunden con una sensación equivocada del ser y, por tanto, somos incapaces de sentir la dicha simple de Ser y buscamos el placer y hasta el sufrimiento a manera de reemplazo. Es vivir olvidados del Ser. En ese estado de olvido de lo que somos, los éxitos no son más que una ilusión pasajera. No tardamos en sentirnos infelices a pesar de los logros, o fijamos completamente nuestra atención en algún problema o dilema nuevo.

Eckhart tolle

¿Es la noción del éxito apenas una ilusión del ego? ¿ Cómo medir el verdadero éxito?

El mundo nos dice que el éxito consiste en conseguir aquello que nos proponemos. Nos dice que el éxito es triunfar, que lograr el reconocimiento y la prosperidad es un ingrediente esencial. Todo lo anterior no es otra cosa que un subproducto del éxito, pero no el éxito mismo. La noción convencional de este concepto se relaciona con los resultados de lo que hacemos. Hay quienes dicen que el éxito es producto de una mezcla de esfuerzo y suerte, o perseverancia y talento, o de estar en el sitio correcto en el momento justo. Si bien cualquiera de esas cosas pueden ser determinantes del éxito, no son su esencia. Lo que el mundo no nos dice (porque no lo sabe) es que no podemos alcanzar el éxito. Solamente podemos tenerlo. No podemos permitir que un mundo demente nos diga que hay otro éxito aparte de un buen momento presente. ¿Y eso qué quiere decir? Que hay un elemento de calidad en lo que hacemos, hasta en la actividad más insignificante. Calidad implica cuidado y atención, que
vienen con la conciencia. Nuestra Presencia es requisito para la calidad.
Digamos que usted es empresario y al cabo de dos años de luchas y esfuerzos finalmente desarrolla un producto o servicio que se vende bien y produce utilidades. ¿Éxito? Sí, en términos convencionales. Pero la verdad es que fueron dos años de contaminar el cuerpo y la tierra con energía negativa, de mortificar a las personas a su alrededor y de afectar a muchas otras personas a quienes nunca conoció. El supuesto consciente sobre el cual se apoyó todo el esfuerzo fue que el éxito es un suceso futuro y que el fin justifica los medios. Pero el fin y los medios son uno solo. Y si los medios no contribuyen a la felicidad del ser humano, tampoco lo hará el fin. El resultado, el cual es inseparable de las actuaciones que condujeron a él ya está contaminado por esas actuaciones y, por ende, será fuente de más infelicidad. Ese es el karma que perpetúa la infelicidad.
Como usted ya lo sabe, su propósito externo o secundario está en la dimensión del tiempo, mientras que su propósito principal es inseparable del Ahora y, por tanto, exige negar el tiempo. ¿Cómo reconciliar ambas cosas? Reconociendo que todo el viaje de la vida consta en últimas del paso que se da en el momento presente. Lo único que hay siempre es este paso, de tal manera que es preciso prestarle toda la atención. Esto no significa que no deba saber hacia dónde se dirige sino que el paso de este momento es lo primario mientras que el destino es secundario. Y lo que encontramos al llegar a nuestro destino depende de la calidad de este paso. Otra forma de decirlo es la siguiente: lo que el futuro nos depara depende de nuestro estado de conciencia en el momento presente.
Éxito es cuando el hacer se impregna de la calidad atemporal del Ser. A menos que el Ser impregne lo que hacemos, a menos que estemos presentes, nos perderemos en cualquier cosa que hagamos. También nos perdemos en el pensamiento y en nuestras reacciones a lo que sucede externamente.

¿A qué se refiere exactamente cuando habla de que "nos perdemos "?

La conciencia es la esencia de lo que somos. Cuando la conciencia (usted) se identifica completamente con el pensamiento y olvida su naturaleza esencial, se pierde en el pensamiento. Cuando se identifica con las formaciones mentales y emocionales como los deseos y los temores (los motores primordiales del ego) se pierde en esas formaciones. La conciencia también se pierde cuando se identifica con los actos y las reacciones frente a las cosas. Así, todos los pensamientos, los deseos o temores, los actos y las reacciones se infunden con una sensación equivocada del ser y, por tanto, somos incapaces de sentir la dicha simple de Ser y buscamos el placer y hasta el sufrimiento a manera de reemplazo. Es vivir olvidados del Ser. En ese estado de olvido de lo que somos, los éxitos no son más que una ilusión pasajera. No tardamos en sentirnos infelices a pesar de los logros, o fijamos completamente nuestra atención en algún problema o dilema nuevo.

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