24 de octubre de 2013

Cuidarse, darse tiempo, limpiarse, descansar, disfrutar…!!!


En cada momento podéis ir en diferentes direcciones y elegir diferentes opciones, salvo en contadas excepciones, en las cuales ya no queda suficiente tiempo para maniobrar y cambiar de dirección. Ahora mismo, podéis elegir abrir vuestros sentidos y concentraros en leer, o no. Podéis elegir procesar lo leído y tomar consciencia de cuestiones de vuestra vida interior, o no. Podéis elegir deteneros un poco o saltar a otra cosa, llenándoos sin cesar de “recortes” o pedacitos de nuevos materiales de aquí y de allá, acumulándolos sin procesar, recolectando más y más…
Ir de aquí para allá, empezar esto y aquello y lo otro, saltar de un lugar a otro, viajar sin
cesar, moverse por la ciudad constantemente, no parar, mirar y mirar, os acelera. Os vais metiendo en una vorágine de percepciones, de sensaciones, de novedades, de estímulos diferentes. En vuestro cuerpo, esto se traduce con descargas de adrenalina y otros procesos bioquímicos que os producen la sensación de estar muy activos, despiertos, atentos, hiperexcitados. Esta sensación os resulta interesante e incluso placentera, y vuestra vida se os hace más y más emocionante cuanto más rápidamente y seguidamente os movéis, buscáis, recolectáis, probáis…
Finalmente surge una adicción a todas estas sensaciones. Empezáis a relacionar la velocidad con la emoción, con lo interesante. Necesitáis sentiros excitados para notar la vida, y buscáis cada vez estímulos más fuertes, emociones más intensas, descubrimientos mayores. Vuestro umbral de sensibilidad, acostumbrado cada vez a mayores impactos, no percibe apenas lo sutil, lo susurrante. Eso contribuye a que necesitéis más intensidad, velocidad y variedad constante. De otro modo no sois capaces de notaros vivos, activos. Relacionáis la quietud con el hastío, con la muerte, con “nada”.
Os cuesta pararos por eso. Sólo os detenéis si en el acto de pararse pensáis que os va a pasar algo emocionante (o algo muy emocionante ya os ha llamado suficientemente la atención). Pero esto no siempre puede ser así. Hay un pararse que es para, sencillamente, DIGERIR.
Fijaos en un árbol y sentid cómo todo él es fruto de la alquimia resultante de los elementos del medio ambiente. Por eso os hablamos de alquimia. Por eso os hablamos de digerir. Por eso os hablamos de la aceleración…y de la necesidad de pararse.
De la calidad de vuestra alquimia depende TODO.
Pero, ¿cómo va a realizarse bien toda la alquimia si no os paráis nunca?.
La alquimia necesita movimiento, pero también detenimiento, decantación. Se necesita dejar reposar todo lo que se ha mezclado y reunido en vosotros para que las reacciones se realicen, las mezclas se aclaren, las sustancias caigan por su propio peso y se culmine el proceso.
Dejáis reposar unos días un recipiente de laboratorio con una mezcla en su interior. Parece que no sucede nada, pero poco a poco se va realizando ahí un proceso. Al cabo de un tiempo descubrís que la mezcla ha cambiado, incluso puede haber precipitado una sustancia diferente o puede haber sucedido una cristalización.
Exactamente igual sucede con vosotros, tanto con vuestro cuerpo físico como con vuestra energía y espíritu. Hay procesos que se realizan rápidamente, casi al instante y de manera explosiva y abrupta. Pero otros requieren del reposo. El tiempo que cada proceso necesita para culminarse es diferente, no valen las mismas pautas para todos. Por lo tanto, es necesario PARARSE. Es decir, dedicar un tiempo terrenal a no hacer nada. Eso es.
Y no será un tiempo perdido, ni hacer el vago, ¡de ningún modo!. Vais a pararos para dejar que los procesos se hagan en vosotros y culminen a su ritmo. O sea que no se trata de un trabajo que “TENGAIS” que hacer a copia de voluntad y tesón, esfuerzo o deliberado enfoque de vuestra consciencia. SE trata de un trabajo que “SE” hace en vosotros. ¿Trabajáis vosotros para hacer vuestra digestión?. No, ¿verdad?. Lo hace vuestro sistema digestivo. Muy bien, pues en la energía y en el espíritu hay procesos que tampoco los podéis hacer vosotros, sino que SE hacen en vosotros, siempre y cuando no los entorpezcáis y os detengáis lo suficiente.
Bien. Si comprendéis que todo es alquimia, y si empezáis a trataros en el espíritu y en la “energía” tal y como tratáis a vuestro cuerpo, os daréis espacios de detención, de dormir, de no hacer nada y de dejar que las cosas “se hagan”. También empezaréis a observar cómo os sienta cada cosa, qué actividades os benefician y cuáles no, qué relaciones os intoxican y cuales os nutren, qué cuestiones os resultan difíciles y sin embargo os enriquecen, y qué otras, a pesar de su dificultad, os dejan igual o peor que estabais.
Todo esto os irá ayudando a vivir mejor, a procesar mejor. Y si procesáis mejor, tendréis más claridad interna, porque las cosas, reposadas en vuestro interior, se habrán clarificado, las reacciones habrán culminado y vuestro sistema digestivo se encontrará bien, ni irritado ni lleno, ni pesado ni hambriento, ni carente ni empachado. Claridad. ¿Habéis rezado alguna vez pidiendo claridad?. Aquí tenéis la receta: reposad. Cuidaos. Daos tiempo. Limpiaos. Dormid. Disfrutad.
Si no tenéis vosotros piedad de vosotros mismos, ¿quién la tendrá?. Un cuerpo maltratado solloza constantemente, nunca tendréis paz así. Se aplica exactamente lo mismo al mundo del espíritu. Sí. Y a las emociones, y a los pensamientos.
Todo, todo es alquimia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...