La atención es un proceso muy importante en el desarrollo humano y es la clave para llegar a sentir una profunda paz interior. Normalmente este concepto es difícil de entender ya que se confunde con la concentración, proceso que puede acompañar a una atención plena o bien ser justo lo contrario, una perfecta huida.
¿Pero por qué es tan importante la atención y qué tiene que ver con el desarrollo personal y espiritual ya que por ejemplo el amor, la compasión parecen más importantes? En realidad no es que sea importante sino que es el camino; muchos libros sobre meditación y espiritualidad hablan de ello, pero no es muy fácil de aceptar para el lector. Es una experiencia viva que ha de ser transitada, es por ello que el mensaje nos llega pero poco después estamos igual que antes y por eso no avanzamos en nuestro camino.
Normalmente pensamos que cuando estamos relajados ponemos atención y, efectivamente, es un tipo de atención, o cuando escuchamos a un amigo o leemos éste también es un tipo de atención. Pero éste es un estado mental que realmente no libera ni te lleva más allá de los límites de tu razón y actividad
mental, es algo contextual y pasajero por muy gratificante que pueda llegar a ser.
De este tipo de atención no es de la que hablo; para entenderlo mejor hemos de hacer un pequeño recorrido por diferentes puntos con el fin de comprender la esencia y potencia de esta verdadera llave hacia la paz profunda.
TODO EMPIEZA AL RESPIRAR
En el proceso dinámico que es nuestra vida confluyen nuestros instintos y tendencias con nuestra actividad diaria, esto genera un gran movimiento energético que afecta a todas las dimensiones relacionales, la relación con los demás y con nosotros mismos. Nuestro sistema mental y orgánico debe continuamente dar respuesta a un sinfín de estímulos, y responder o no a dichas demandas, ya sean desde dentro de uno mismo o bien desde el exterior.
Cuando alguien para y respira lo primero que suele apreciar es incomodidad, ya que empieza a sentir toda esa carga de trabajo que realiza su cuerpo y su psique de manera ininterrumpida, tanto de las cosas de fuera como de nuestro propio interior. Si además vamos a un sitio en donde nos sentemos o nos pongamos en una posición de comodidad y seguros, seguiremos percibiendo, pero ya sin interferencia externa (sin tareas o labores que realizar) en nuestro exterior,empezaremos a reconocer toda la actividad que se realiza ya solamente dentro de nosotros.
Sí, efectivamente, esto es lo que llamamos MEDITACIÓN, es decir: solamente observar, porque no es nada más ni nada menos que eso este grandioso proceso. Cuando alguien realiza una y otra vez esta labor empieza a ver cómo esos mecanismos de adaptación están en funcionamiento y cómo actúan sin pedirle permiso, empieza a percibir un universo en su interior que tiene sus propias reglas.
Si se persiste en el trabajo diario de sentada y respiración, poco a poco esa actividad interior se hace familiar y consciente en nosotros, no nos preocupa ni nos altera, sigue su curso libremente. Es, por tanto, en estos momentos en donde todo pasa y no interfiero, en donde soy capaz de percibirme y percibir de igual manera fuera de mí, sin poner ninguna energía más que la mínima posible para estar en la posición que haya elegido, eso es ATENCIÓN.
La concentración, por el contrario, sería pues la pérdida de toda presencia en función de un fin: leer, charlar, tiro con arco, etc. En estos estados no somos conscientes de nuestra tensión interna ni de lo que pasa fuera de nosotros, incluso hay gente que pierde la noción del tiempo o de las necesidades básicas como beber agua durante estos periodos de concentración. Esto es una tensión mental consciente dirigida hacia un punto, que o nos gusta o nos interesa o es importante hacer, pero esto no es atención tal y como la he descrito anteriormente.
LA ATENCIÓN Y EL TIRO CON ARCO JAPONÉS
El perfecto ejemplo es cuando un artista marcial japonés hace tiro con arco: primero debe estar con toda su presencia en ese momento, su mente sus pensamientos, todo está dentro de él, pero a la vez consciente de todo lo que pasa fuera. El aire, el paisaje, la gente y todo su entorno están ahí. Su objetivo es el tiro perfecto, pero sin ninguna pretensión; se da una instrucción a sí mismo para cuando esté preparado: soltar libremente la cuerda que conducirá la flecha a su diana. El tiro surge de dentro, como un acto natural y espontáneo, pero el practicante ha propiciado ese acto no casual.
El objetivo no sería, por lo tanto, el de concentrarse en alcanzar un fin como si fuera una competición para hacerlo bien; se trataría mas bien de poner su energía en el medio por el cual el tiro refleja su estado de armonía interior, siendo capaz de decir “no”! a cualquier precipitación que de su mente venga.
UN ESPACIO DE PAZ SE ABRE
Tras el entrenamiento más avanzado en la quietud, en este dejar ir la vida siendo espectadores y protagonistas de lo que en nosotros ocurre, empezamos a no dejarnos llevar por las tormentas internas o externas. A sentir un espacio de paz que observa todo y siempre nos acompaña, una profunda paz interior se va haciendo día tras día. En estos momentos ya empezamos a vivir con otra atención diferente de todo lo que nos rodea. Comenzamos a interpretar la vida desde otra óptica, es decir, despertamos a otra realidad que nos lleva a sentir y vivir como un ser humano que es consciente de sí mismo y de su potencial.
Cada día que transcurre veremos lo difícil que es tener este estado de atención mantenida y veremos todo lo que nos estamos perdiendo al no poder mantenerla, de lo que pasa ante nosotros y un segundo después desaparece. Porque somos caminantes y la vida es un cambio, pero al fin y al cabo conscientes para disfrutar de este momento, ya que por muy bien que estemos ahora esto pasará, pero también por mucho que pudiéramos sufrir al siguiente momento, pasará de igual modo. Siempre quedará el observar, que es lo que nos hace conscientes y libres: la atención plena.
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