20 de octubre de 2013

EL PUNTO


“Varias veces y de diferentes maneras se ha tratado de explicar el aquì y ahora, pero no hay nada como experimentarlo.
Un punto de comuniòn con la situaciòn, en nuestras actividades, en nuestras relaciones, al que sucede otro punto o momento de total compromiso, asì varios puntos crean una lìnea recta, una vida en plenitud.
Expresiòn de esto es el manto que llevamos los monjes para hacer zazen, los cosemos
nosotros, puntada tras puntada de aguja.
Cada puntada un punto, afirmàndose la respiraciòn.
Este manto, tiene aproximadamente 1/2 millòn de puntos.
Su nombre en sànscrito e Kesa de kesyapa color ocre, de la tierra.
Muy poca gente conoce su valor y significado.
Es, entre otras cosas, la expresiòn de la transmutaciòn y posibilidad de trascendencia de lo oridnario a lo màs elevado.
En su origen se confeccionaban con telas de desecho, mortajas, paños de menstruaciòn, telas utilizadas en partos, harapos de leporosos, lo que nadie intentaba recuperar los monjes lo hacìan.
Los limpiaban, lavaban, purificaban y hervìan con ceniza.
Se ensamblaban las partes con las costura de puntos, los teñian con tinturas y se vestìan para hacer zazen.
Asì los monjes, no sòlo eran los primeros ecologistas, sino herederos de una enseñanza fundamental del
BUDA:
“lo peor puede convertirse en lo mejor”
Juan Fessler
monje zen

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