Los efectos de la modifición genética en el medio ambiente y en el organismo se desconocen. Estamos ante un arriesgado experimento a nivel mundial sobre toda la raza humana y la biosfera terrestre.
Incluso si evitamos el consumo de alimentos transgénicos (difícil puesto que no aparecen en la etiqueta a pesar de que la mayoría de los alimentos procesados contienen transgénicos) las plantas genéticamente modificadas contaminan el resto de las cosechas, ya que, aunque dispongamos de la tecnología para modificar los genes de las plantas, no tenemos control sobre el viento, los insectos y los pájaros que transportan las semillas. El intento de manipular la naturaleza para el enriquecimiento de unos pocos no puede sino conducirnos al desastre.
Las pruebas están ya a la vista. Inicialmente, los agricultores estaban contentos con los cultivos transgénicos, genéticamente modificados, puesto que tenían que aplicar menos pesticidas para acabar con los
depredadores más comunes de cada cultivo. Sin embargo, con los años, al romperse el delicado equilibrio del ecosistema con la desaparición del depredador de un cultivo, otros insectos empezaron a reproducirse sin control. A raíz de ello, ahora los agricultores que usan transgénicos tienen que usar más pesticidas que cuando no usaban semillas transgénicas. Pero todo queda en casa, porque Monsanto, la corporación que controla la mayoría de la producción transgénica a nivel mundial, también fabrica los pesticidas que “necesitan” sus semillas. Por cierto, Monsanto ha arruinado en Estados Unidos a muchos agricultores que no han querido pasarse al cultivo transgénico acusándoles de haber utilizado sus semillas transgénicas, ya que al estar “patentadas” no se pueden usar sin comprárselas a ellos. Evidentemente, dichos agricultores no pueden evitar que el viento, los pájaros o los insectos transporten las semillas transgénicas a sus campos. El testimonio de estos agricultores, así como la historia de los transgénicos se relatan en el magnífico documental “El Futuro de la comida”(pincha en el enlace para verlo on-line).Nuestros esfuerzos deberían orientarse a reestablecer la armonía y el equilibrio con la naturaleza mediante cultivos sostenibles y ecológicos.
Actualmente USA es líder en la producción de cultivos geneticamente modificados con casi un tercio del suelo cultivable dedicado a ellos, le sigue Argentina con la mitad de sus tierras agrícolas, y luego Brasil. En Europa, gracias a los grupos de defensa del medioambiente, los cultivos genéticamente modificados han penetrado más lentamente, sin embargo, cinco países los están ya cultivando, y en España son muy comunes.
Aunque la excusa para el desarrollo de este tipo de cultivos es acabar con el hambre, la pobreza y la malnutrición en el mundo, la realidad es muy distinta. Los campesinos están obligados a comprar las semillas trasgénicas cada temporada (no se puede usar las semillas de una planta genéticamente modificada), y a depender por tanto de las grandes multinacionales que controlan este tipo de semillas patentadas, lo que les empobrece aún más. Evidentemente, también se están perdiendo las variedades de cultivos locales, que se han adaptado a las condiciones locales durante siglos. La diversificación es absolutamente esencial para la supervivencia de las especies en este planeta.
El Dr. Arpad Pusztai está considerado como el mayor experto a nivel mundial en transgénicos, con más de 270 estudios publicados sobre el tema. Tras una entrevista en un programa de televisivo en el que relató como ratas alimentadas con patatas transgénicas sufrieron paralización del crecimiento, daños al sistema inmunológico, y reducción del tamaño de algunos órganos como el corazón y el hígado (en la televisión no lo dijo por no resultar alarmista, pero uno de los otros órganos era el cerebro) fue despedido de su trabajo, todos sus trabajos confiscados y amenazado con acciones legales si volvía hablar del resultado de sus investigaciones. Esta es la clase de mundo en el que vivimos, donde los medios de comunicación deciden lo que debemos saber y cúal es la verdad que debemos creer.
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