En Latinoamérica, una de las principales referencias académicas en el tema es una mujer, la argentina María Di Pace, que retoma el trabajo del famoso ecólogo Eugene Odum sobre los fundamentos de la ecología y propone que entendamos a las ciudades como sistemas complejos, en los cuales se dan una serie de intercambios de materia y flujos de energía.
¿Pero cómo esto nos puede ayudar a hacer frente al cambio climático? Es decir, ¿cómo podemos utilizar este marco conceptual en nuestras ciudades? Yo diría que principalmente a través de la programas y proyectos enfocados en la promoción y conservación de los servicios ecosistémicos.
Existen 4 tipos principales de servicios ecosistémicos:
De apoyo (como la formación del suelo y el ciclo de nutrientes)
Aprovisionamiento (de agua dulce, combustible, alimentos, etc.)
Regulación (del clima, de enfermedades, de la purificación del agua, entre otros)
Culturales (relacionados a temas recreativos y educacionales, por ejemplo)
Para proponer un ejemplo hipotético, si una ciudad ya es vulnerable a lluvias intensas, que generan frecuentemente inundaciones y una sobrecarga del sistema de alcantarillado, y además los escenarios futuros apuntan a cada vez más eventos de este tipo, sería de interés fortalecer los servicios ecosistémicos asociados al ciclo del agua. ¿Cómo? Aumentando las superficies permeables de la ciudad, disminuyendo así la escorrentía superficial, y desarrollando parques inundables para contener las aguas lluvias, por ejemplo.
Además, cada uno de estos servicios influye, en mayor o menor medida, en los niveles de bienestar humano. En efecto, sin estos servicios, nos sería imposible vivir en este planeta. Basta revisar como estos en su conjunto abarcan desde nuestras necesidades más básicas, como alimentos, hasta otras más trascendentes, como esparcimiento.
En este sentido, utilizar la promoción y conservación de los servicios ecosistémicos como una estrategia de adaptación al cambio climático posibilita no solamente reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas urbanos a los eventos climáticos extremos, sino que también genera una mejor calidad de vida urbana.
*Juliana Carvalho Cortes Silva es graduada en Relaciones Internacionales y magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente. Tiene un MBA en gestión estratégica de proyectos y un post-título en Sistemas de Información Geográfica. Es brasileña, pero actualmente reside en Santiago de Chile, en donde trabaja en temas de investigación en el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile y como consultora en proyectos del sector público y privado. Sus principales temas de investigación están relacionados por un lado a las ciudades, particularmente en lo que se refiere a la sustentabilidad y a la calidad de vida, y por otro lado a los desplazamientos humanos, desde aquellos relacionados a la movilidad urbana, en una escala más local, hasta las migraciones internacionales de los refugiados. Es una de las socias-fundadoras de WeMap, una consultoría especializada en análisis y estudios espaciales y en la expresión y visualización territorial de datos e informaciones. Además, es una amante de la fotografía y columnista en la revista digital PLANEO.
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