14 de abril de 2015

Emociones que lastiman el corazón


Muchos creen que el corazón es la sede de la sensibilidad, de los afectos y de las emociones. Otros niegan tal vinculación y la consideran solamente como una metáfora o alegoría. Sin embargo, esta cuestión plantea inquietudes a la mayoría de las personas.

Algunos médicos, incluso, aceptan tal vinculación y no pocos pacientes vinculan el estar bien de ánimo con el estado saludable del corazón e inversamente, relacionan el padecer angustia o dolor moral con un corazón afectado.

Sea una concepción u otra, no deja de ser interesante el análisis de algunas expresiones y dichos populares muy conocidos que aluden al vínculo entre el corazón como órgano físico y las emociones y estados psico-emocionales del sujeto.

Incluso la música y los cancioneros diseminados por todo el mundo hacen referencia explícita e implícita al tema, atribuyéndoles al corazón un alto nivel de nobleza y candor.

A título de ejemplo, veamos algunas de esas expresiones que vinculan el corazón con los sentimientos y emociones:
Tengo el corazón destrozado. Esta expresión hace referencia al desencanto, a

la desilusión o al dolor provocado por algo o alguien en su vida personal. Ese destrozo indica tristeza y profundo dolor.


Fulano tiene un corazón de piedra. Con ello se quiere afirmar la falta de sensibilidad y compasión hacia los demás. Aquí la expresión alude a cierta maldad de la persona, a quien no le importa el sufrimiento o dolor ajeno.

Fulano tiene un gran corazón. A quienes tienen la capacidad de servir y ayudar a los demás de manera desinteresada, buscando siempre el bien, se les atribuye grandeza de espíritu, identificando tal grandeza con el noble órgano.
Siento el corazón oprimido. Toda opresión es un estado que, tanto en lo corporal como en lo psicológico, alude a una profunda congoja incentivada por otras emociones como el pesimismo, la falta de confianza, la angustia y el miedo.

Hay que dejar hablar al corazón. Deja hablar a su corazón quien manifiesta bondad y hace el bien sin especulación ni interés, sino por algo muy profundo que viene de su ser interno.
Tengo el corazón en paz. Quien vive de manera honesta y sin dañar, haciendo el bien y ayudando a los demás, experimenta sensaciones de paz y armonía que brinda la tranquilidad de la propia conciencia.
La alegría del corazón es lo más anhelado. A diferencia de la alegría pasajera y fugaz, la alegría del corazón permanece más tiempo, ya que proviene de una vida vivida con plenitud e intensidad en busca de la propia superación personal.
Hay que dejar que el corazón se exprese. Cuando alguien expresa algo, quizás manifiesta intereses ocultos e intenciones egoístas. Pero cuando deja hablar al corazón, éste manifiesta con transparencia y sencillez los actos de generosidad y amor de dicha persona.

Podríamos decir que el corazón, sea de manera real o metafórica, siempre tiene que ver con el amor y el deseo de no dañar, de hacer el bien y de ser justo y equitativo.

De allí que tanto la alegría como la tristeza son emociones propias del corazón, el cual se siente pleno y sereno o dolido por las pérdidas y por el resquebrajamiento de la confianza de una persona hacia nosotros.

De igual manera, el temor, las pérdidas, la posesión egoísta, los celos, el egoísmo, generan daño y dejan el corazón oprimido, sin libertad ni tranquilidad interior.

Si nos habituamos a observar nuestras emociones y a escuchar los latidos que provocan, seguramente podremos evitar lastimar nuestro corazón y a vivir la vida con más paz, serenidad, armonía y entusiasmo.

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