La computadora revolucionó la forma de pensar y hacer el mundo. En ese montón de ceros y unos, al que los informáticos llaman bits, se ubica el motor de la globalización. Bits que simulan casi a la perfección la inteligencia humana, con los que nos informamos, con los que escuchamos música, hacemos las compras y nos relacionamos con el otro. Líneas de códigos e instrucciones que manejan nuestras finanzas, estimulan nuestro humor y rigen nuestra vida, en gran parte del mundo, impensada sin pc o teléfonos inteligentes.
Es en este contexto en el que nacen las redes sociales, los blogs y los foros. Una comunidad web que tiene la palabra, que puede opinar sobre los acontecimientos que conforman la realidad, ya no reflejada por los medios de comunicación masivos sino por ellos mismos, usuarios de internet que tienen la posibilidad de fotografiar un accidente, filmar una manifestación o tuitear
una primicia.
Éste es el fenómeno de internet, la era de la comunicación sin intermediarios.
El sociólogo colombiano Martín Barbero reconoce hábilmente que la tecnología logró configurar una nueva forma de ciudadanía. Una nueva de constituir identidad, ahora colectivamente y con la capacidad de producir sentido por fuera de cada grupo social, logrando su reconocimiento. El público crea, comparte y legitima discursos que, como señala el autor, ponen en marcha un proceso de interconexiones a nivel mundial que no deja afuera a nadie. Todos son el mundo porque desaparecieron las fronteras.
El límite entre lo propio y lo del otro es difuso, porque todo lo que comienza a circular en internet se vuelve accesible para todos. Según estudios de las Naciones Unidas actualmente se duplica el conocimiento cada 4 días, a través de internet. El mismo se duplicaba cada 30 años en el siglo XX y, en la era cristiana, no se duplicó hasta 1750. Más del 70% de esos productores son personas comunes y corrientes.
Éste es un proceso que, si bien está muy avanzado, todavía se está gestando. Comenzó en 1973, con la primera conexión ARPANET fuera de los Estados Unidos en Noruega. El mundo comenzaba a conectarse. Pero en la globalización no todas son ventajas. Si bien como reconoce Barbero este fenómeno propone la integración mundial, acentúa más la brecha entre pobres y ricos. Además, paradójicamente aumentó el individualismo, porque cada uno tiene que valerse de sí mismo para adquirir las competencias necesarias para existir. Y sobre todo, algo muy importante, la información no equivale al conocimiento.
La información está en todos lados y en ninguna parte. El público también. Quedaron obsoletos los tradicionales métodos de sondeo de opinión, porque la opinión pública desapareció con el surgimiento de una voz pública intercultural y heterogénea, dinámica y participativa, que se juega el derecho de ser vista y oída. Que tiene la capacidad de materializarse, pasar de la pantalla a las calles, con una capacidad de organización y convocatoria que apenas nos remite a hitos aislados de la historia.
Queda a merced de la capacidad humana la potencialidad de todos estos cambios y el futuro se divisa con optimismo. Todavía, queda mucho camino por recorrer. La globalización recién comienza.
Periodismo de Reflexión
https://ahoraeseltiempo.wordpress.com/2014/07/17/la-globalizacion-ya-es-digital/
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