Arrancada de su suelo natural, separada de la Fuente, la flor es 'tuya' por un rato, sí... puedes decirte esto a ti mismo, pero muy pronto, ésta se marchita y muere, muere de hambre por la vida y por todas las posibilidades. Muy en el fondo, sabes que la flor jamás podría ser 'tuya', entonces, la ansiedad y la tristeza comienzan a cuchichear discretamente debajo de cada proyecto, desde su punto de inicio. Esto no es amor incondicional, amigo, esto es posesión; miedo disfrazado de amor. Este es el intento de aniquilar la belleza en nombre de la seguridad, y es lo que hemos aprendido y lo que hemos estado vendiendo, y es por eso que tus relaciones humanas están tan cargadas de ese mismo drama, de indecibles expectativas y de un profundo dolor.
Despierta a un tipo de amor mucho más profundo, amigo, a un amor sin condiciones, al amor que libera, al amor que nunca dice 'tú eres mío', al amor que jamás arrancaría una flor de su amado suelo, al amor que no posee ni controla, sino que contempla la belleza en la inasibilidad de todo lo demás, amando profundamente la libertad, a pesar de cualquier dolor. Un amor que no proviene de fuera, sino que es la naturaleza de lo que está dentro, la inevitable consecuencia de conocer qué tan libre eres en realidad.
Ama la flor, contempla su belleza y su fragilidad, sí, sé infinitamente amable con la flor, pero nunca olvides que no puede ser tuya y que tampoco puede completarte. Ella pertenece al universo.
Ama al universo entero a través de la flor, y suelta las promesas. Hacemos promesas sólo porque en realidad no confiamos en nosotros mismos. Sólo hay el Ahora, y éste es el suelo del amor, y su fertilizante.
- Jeff Foster
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