Dependemos de la naturaleza no solo para nuestra supervivencia física. También necesitamos a la naturaleza para que nos enseñe el camino a casa, el camino de salida de la prisión de nuestras mentes.
Nos hemos perdido en el hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar: estamos perdidos en un complejo laberinto, en un mundo de problemas.
Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales ya saben. Nos hemos olvidado de ser: de ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde esta la vida: Aquí y Ahora.
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Llevar tu atención a una piedra, a un árbol o a un animal no significa pensar
en ellos, sino simplemente percibirlos, darte cuenta de ellos.
Entonces se te transmite algo de su esencia. Sientes lo profundamente que descansa en el Ser, completamente unificado con lo que es y con donde esta. Al darte cuenta de ello, tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.
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Cuando camines o descanses en la naturaleza, honra ese reino permaneciendo allí plenamente.
Serénate. Mira. Escucha. Observa como cada planta y animal son completamente ellos mismos. A diferencia de los humanos, no están divididos en dos. No viven a través de imagines mentales de sí mismos, y por eso no tienen que preocuparse de proteger y potenciar esas imágenes.
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Todas las cosas naturales, además de estar unificadas consigo mismas, están unificadas con la totalidad. No se han apartado del entramado de la totalidad reclamando una existencia separada: “yo”, y el resto del universo.
Extracto del libro ‘El silencio habla’
http://www.revistanamaste.com/eckhart-tolle-naturaleza-salida-mente/
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