La Medicina Tradicional China es una de las artes más antiguas de sanación. Es un sistema coherente de salud en el que el ser humano es considerado como parte integrante del universo, por lo tanto en estrecha relación con las energías del cielo y de la tierra, de hecho, es producto de estas fuerzas y está sujeto a las mismas leyes y ciclos que cumple cualquier ser vivo en la naturaleza.
Esta forma de medicina tiene una visión principalmente holística, es decir, asocia las partes, las relaciona, sintetiza, ve la totalidad (en lugar de destacar el fenómeno o el síntoma separado del resto)
Cuando el ser humano se encuentra en armonía con estas fuerzas o energías de origen cósmico, la salud y la felicidad se manifiestan naturalmente. Por el contrario, la enfermedad y el dolor son la consecuencia de un bloqueo, un desequilibrio o una alteración en el libre fluir de esta energía en el organismo, causado seguramente por malos hábitos (físicos y psíquicos), defectos constitucionales, alteraciones emocionales, estrés y cualquier causa que provoque estas alteraciones (incluimos accidentes y enfermedades contagiosas por ejemplo).
Así que desde este punto de vista es imposible considerar solo los síntomas en un determinado cuadro sin considerar la totalidad de la persona, sus características propias, sus hábitos, su entorno, la época del año, etc.
El síntoma aparente o evidente es la cara visible de una desarmonía más profunda presente en alguna parte del organismo y que no es visible ni evidente. Es como la relación entre las hojas del árbol y la raíz. Lo fundamental siempre se
encuentra en la profundidad y raramente es visible si no se busca con cuidado y dedicación. En esto la medicina china es muy superior a la medicina moderna (convencional) que considera solo la sintomatología y trata a todos por igual. Se ocupa de las hojas y descuida la raíz (es decir la verdadera causa). No toma en cuenta la capacidad curativa de las células, ni los tiempos naturales para que el cuerpo pueda repararse.
Y hay otra cosa, como se sabe, la mejor manera de prevenir la enfermedad es estar en buena salud, y para eso hay que adoptar hábitos físicos y mentales apropiados: comer alimentos naturales de la forma conveniente, hacer cotidianamente ejercicios adecuados para el cuerpo y la mente, aprender a equilibrarse de acuerdo a las condiciones que se presenten y sentirse siempre alegres y agradecidos. Voilá, la fórmula no es complicada.
Como se ve, para tener una buena salud no hace falta gran cosa, es suficiente con no hacer lo que nos hace mal ni tampoco creerse el mensaje mediático preocupante ni de el de los laboratorios, ni cualquier otro “vendedor de salud” que obviamente persiguen el beneficio monetario.
En la antigüedad, en Oriente, los monjes eran los encargados de mantener la buena salud de los habitantes, quienes retribuían esos servicios a través del trueque. Incluso, en otras épocas, el médico cobraba cuando la gente estaba sana, ya que si enfermaban lo culpaban a él y por supuesto no cobraba. Hoy es otra cosa. Por una parte poco tiempo y dedicación al paciente y por otra, exceso de dudas y tecnología. Hay que tener cuidado, porque con esta perspectiva síntomas que antes no eran graves ahora se convierten en verdaderas enfermedades de peligro (como la gripe). O corres el riesgo que te operen “por las dudas” (por las dudas de quién?...). Un maestro que conocí decía que hoy en día se desarrollaron enormemente los métodos de diagnóstico, (tomografías, resonancias, estudios costosos y muchas veces difíciles para el paciente) por la incapacidad cada vez más creciente de los médicos para diagnosticar y por la avidez cada vez mayor de las empresas y laboratorios.
El libro más antiguo de Medicina Tradicional China es el HUANGDI NEIJING (Canon de medicina interna), escrito en forma de diálogo entre el Emperador amarillo (Huang Di) y su médico de cabecera. Ahí podemos encontrar entre otras las propiedades curativas de la granada y del ruibarbo. El emperador acostumbraba a darse baños con esas hierbas para sus dolores articulares.
La dietética, junto con la acupuntura, las hierbas medicinales y el masaje forman parte de los pilares terapéuticos fundamentales de la Medicina Tradicional China.
Con la acupuntura y el masaje movilizamos y regulamos la energía; con las hierbas y la dieta preservamos y nutrimos la esencia vital, es decir el normal funcionamiento fisiológico del organismo.
Tenemos dos formas de incorporar energía y nutrientes: comer y respirar. Parece muy simple (de hecho lo es) pero en general no reparamos en la importancia de esto. Mejorando la dieta y haciendo ejercicios respiratorios todos los días es la mejor manera de prevenir enfermedades.Si la nutrición es adecuada, la energía será abundante, los órganos estarán bien nutridos y el espíritu "Shen" florecerá (nuestro sistema nervioso y nuestras emociones estarán en armonía).
La alimentación es pues, esencial para lograr el equilibrio, la armonía y por tanto la salud integral.
La Medicina Tradicional China clasifica a los alimentos según diferentes criterios:
Según la energía intrínseca o naturaleza del alimento:
-Alimentos calientes y templados: tonifican, calientan, ascienden, mueven (por ejemplo: carnes, ajo, alcohol, etc)
-Alimentos neutros: estabilizan, armonizan, centran (por ej.: cereales como el arroz, avena, maíz)
-Alimentos frescos y fríos: refrescan, sedan, astringen, hidratan (frutas y vegetales, agua).
Según su sabor: Cada sabor tiene una característica energética diferente:
-Alimentos ácidos: astringen, contraen la energía hacia adentro.Actúan sobre el Hígado y la Vesícula Biliar (elemento Madera).
-Alimentos amargos: favorecen el drenaje y la evacuación, descienden y secan. Actúan sobre el Corazón y el Intestino Delgado (elemento Fuego).
-Alimentos salados: En cantidad moderada ablandan, lubrifican. Actúan sobre el Riñón y la Vejiga Urinaria (elemento Agua).
-Alimentos dulces: ascienden la energía y lubrifican. Actúan sobre el Bazo, Páncreas y Estómago (elemento Tierra).
Según su color:
[ Alimentos rojos: revitalizan.
[ Alimentos amarillos: estabilizan, equilibran.
[ Alimentos verdes: desintoxican, depuran.
[ Alimentos negros: astringen, tonifican el "Jing" (la esencia vital).
[ Alimentos blancos: purifican.
La medicina moderna se vuelve cada vez más especializada y sofisticada, pero que se sepa, el homo sapiens no ha variado mucho en los últimos 10.000 años (por lo menos en términos de anatomía y fisiología). Tampoco el entorno, luego de la última glaciación el clima y la geografía estuvieron bastante estables. Y aunque cueste creerlo, las enfermedades y problemas emocionales son más o menos los mismos desde entonces, virus más, bacteria menos; excepto el estrés, esto es bastante nuevo, lo “ultimo” en materia de enfermedades.
Este exceso de tecnología esconde tras la apariencia del avance y los nuevos logros, una separación cada vez mayor de las personas y de su entorno, olvidando que somos expresión del medio natural y hemos evolucionado con el mismo a lo largo de millones de años, nuestras células están altamente capacitadas para curarse y adaptarse a los cambios. Nuestras células tienen inteligencia propia, su deseo más básico es vivir y transmitir sus genes y la información contenida en estos a la siguiente generación.
Así funciona, la vida se preserva a si misma y nosotros somos la vida misma. Podría decirse que somos la prueba viviente de ello. Si bien, como seres vivos tenemos diferentes niveles de funcionamiento: a nivel físico, mental o espiritual, estos no son más que la manifestación de nuestro ser esencial y esto es algo fundamental: salud y felicidad, cuerpo y espíritu, son dos aspectos de la misma realidad. Si vemos solo uno de los aspectos, el otro siempre permanecerá oculto.
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