La ansiedad es un fenómeno generalizado en el mundo de hoy. Por la mala situación económica, al tránsito, las noticias llenas de tragedias, la cultura contribuye también. Nuestra sociedad moderna está rebosante de estímulos que desencadenan los síntomas de la ansiedad en nuestros cuerpos y mentes.
¿Han notado que podemos cargar todo el día con una sensación de ansiedad que se reactiva de manera gradual? A pesar de que nuestra mente está ocupada, las sensaciones físicas de ansiedad como tensión muscular, opresión en el pecho o en el estómago y los latidos del corazón acelerándose, todavía están presentes. Después de algunos minutos, nuestra mente hace un chequeo para asegurarse de que todos los sistemas están funcionando correctamente. Cuando la mente localiza los síntomas de ansiedad envía un “código de alerta”, y todos los síntomas empeoran.
La práctica de la atención plena puede ayudar con esto. La atención se define como un estado de atención activa, abierta, en el presente. Cuando somos conscientes, existimos únicamente en el momento presente, dándonos cuenta de lo que está pasando en ese momento, al máximo. La práctica de la aceptación va de la mano con la atención. En la aceptación observamos nuestros pensamientos y sentimientos desde la distancia, sin juzgarlos buenos o malos. La aceptación es el acto de reconocer la existencia del sentimiento o sensación sin “definirnos” a nosotros mismos
por ella. En vez de decir “Estoy ansioso,” notamos la sensación física y reconocemos que está ahí. Si tenemos un nudo oscilante, desagradable, en el estómago, por ejemplo, reconocemos… “hay ansiedad” y movemos suavemente nuestra conciencia de vuelta a lo que estamos haciendo en el momento.
Cuando nos resistimos a emociones o sensaciones físicas, crecen y exigen atención. La enorme energía de ellas se incrementa debido a nuestro intento de aplastarlas. Nuestros cuerpos fueron hechos para permitir que todas las energías, negativas y positivas, se muevan a través de ellos y que se expresen de alguna manera, ya sea a través de la comunicación hablada, quemandolas a través del ejercicio o relajandonos. La aceptación permite que nuestros cuerpos naturalmente se auto corrijan y que la energía pase a través de nosotros sin resistencia.
La atención plena (Mindfulness) hace que estemos totalmente presentes. Nos centramos realmente en nuestro trabajo, participamos en la conversación, disfrutamos de la brisa fresca, el sol caliente, etc., que están sucediendo a nuestro alrededor. La atención aumenta nuestra calidad de vida mediante la mejora de nuestra salud física (reducción de la presión arterial y aumento de la calidad del sueño por nombrar algunos de los beneficios) y nuestra salud mental (disminución de la rumiación, aumento de la capacidad para manejar el estrés diario) y las relaciones hacia el entorno. Aquellos que emplean la atención plena tienen una menor respuesta al estrés durante el conflicto.
Mindfulness se asocia frecuentemente con la práctica de meditación. Incluso cinco minutos de meditación diaria ya tiene beneficios. Se puede practicar la atención de muchas otras maneras también. Algunas personas encuentran que lavar los platos resulta como una meditación para ellos, o la jardinería, o escuchar música. Cualquier actividad en la que se pueda estar plenamente en el momento, contribuye a la capacidad de silenciar esa voz en la mente que causa ansiedad.
Seamos conscientes de que no estamos negando nuestros sentimientos, ni ignorándolos. Los estamos integrando a la consciencia y permitiendo que nuestra mente se salga del camino para que nuestro cuerpo de forma natural, pueda curarse a sí mismo.
Carolyn Tucker
Psicóloga y sicoterapeuta de Atlanta, especializada en problemas de Ansiedad-
(Material traducido del Inglés, por Tahíta, de la Revista “OM”)
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