Son mundialmente conocidas las bombas de Hiroshima y Nagasaki,posiblemente las mayores demostraciones de lo que el poderío de las bombas atómicas pueden llegar a hacer. Sin embargo, muchas otras armas nucleares han sido usadas a lo largo de la historia. No con fines bélicos, pero sí a modo de prueba, el mundo ha presenciado ya la explosión de muchísimas armas nucleares. Hoy veremos una de esas pruebas, una bomba que fue capaz de dejar en ridículo a las detonadas en los territorios japoneses. La mayor explosión causada por el hombre: La bomba del Zar (o Tsar, como también se le conoce)
Esta bomba fue construida por la Unión Soviética, con el único objetivo de demostrar su enorme poderío militar frente a Estados Unidos en la Guerra Fría. Y sin duda lo logró: Hasta ahora, ninguna otra bomba ha igualado o superado el poder de la Tsar. Goza de una potencia que ronda los 50 megatones, aunque la mayoría de las fuentes históricas aseguran que llegó a los 57 megatones. Para entenderlo de forma más clara, esta explosión equivale a la de 57 millones de toneladas de TNT.
Pero eso no es todo. Según se cree, el diseño inicial de la bomba permitía una explosión de 100 megatones, que posteriormente se redujo casi a la mitad por distintos motivos (principalmente ecológicos, ya que esto suponía un golpe muy duro para el medio en el que se detonaba).
La bomba, que pesaba unas 27 toneladas y medía unos 8 metros de largo por 2 de ancho,fue desarrollada por un grupo de físicos soviéticos encabezados por Ígor Kurchátov (quien, paradójicamente, más tarde acabaría luchando contra el uso de la energía nuclear con fines bélicos)
Como podemos ver en la imagen de la
izquierda, la bomba fue capaz de superar a todas las anteriormente detonadas. El pequeño punto rosa que hay en medio es la famosa Fat Man, la bomba detonada en Nagasaki. El círculo naranja representa a la mayor bomba lanzada por Estados Unidos, la Castle Bravo. Sin embargo, pierden todo su poder frente a la Tsar, representada en este caso con el círculo rojo (o lo que es lo mismo, toda la esfera)
Tras una larga época desarrollándola, la bomba del Zar fue detonada el 30 de octubre de 1961en el archipiélago de Nueva Zembla, en el Océano Ártico. El encargado de llevar esta peligrosísima arma fue el piloto Andrei E. Durnotvsev, que se elevó a unos 10.500 metros de altura con su bombardero Tupolev Tu-95. A las 11 y media de ese día, se lanzó la bomba. Tres minutos después, a unos 4000 metros de altura, se consiguió la mayor explosión lograda por el hombre.
Las medidas de protección en este experimento fueron bastante cuidadas. Al piloto lo protegieron con todos los medios posibles: Lo equiparon con unas gafas especiales, le dierontiempo suficiente como para colocar su avión a una distancia segura y, además, repintaron toda la nave con una pintura especial reflectante para que la onda térmica no le afectase. Pero ante todo se tuvo bastante cuidado en reducir todo lo posible las consecuencias ecológicas (dentro de lo que cabe esperar en unas pruebas de este tipo, el experimento fue más “limpio” de lo normal): Se modificó técnicamente la bomba para que la mayor parte de la energía producida proviniera de un proceso de fusión en vez de uno de fisión y se consiguió que no hubiera ninguna lluvia radiactiva posterior.
Si en vez de esta versión “suavizada” se hubiese usado la versión contaminante y potente que se habría liberado en una guerra, miles de kilómetros habrían quedado mutilados por una continua contaminación nuclear. La lluvia nuclear habría azotado a toda Europa Oriental,desde Rusia hasta Hungría o Polonia. Según se cree, esta explosión habría supuesto el 25% de toda la radiactividad emitida en el mundo desde las primeras bombas atómicas. Fue una suerte que los encargados del proyecto decidieran hacerla menos contaminante.
¿Pero cómo fue la explosión? ¿Qué se sintió cuando este artefacto explotó?
Bueno, en primer lugar, la zona más cercana a la bomba aumentó su temperatura en millones de grados. El cegador destello que desprendió tuvo tal intensidad que pudo verse a 1000 km de distancia y la onda de choque pudo romper cristales a más de 900km de la explosión. De hecho, esta onda de choque tuvo la suficiente fuerza como para girar alrededor de la Tierra tres veces (no es ninguna aproximación, sino que unas máquinas distribuidas alrededor de todo el planeta se dedicaron a seguir la onda de choque y comprobar su trayectoria).
La característica nube con forma de hongo llegó a alcanzar una altura de 64.000 metros y la onda térmica llegó a “abrasar” totalmente a todo lo que estuviera en un radio de 100 km respecto a la explosión (cualquier persona en ese radio moriría quemada automáticamente). Con esta bomba, los soviéticos habían dejado claro su poder.
Y es que en realidad ese era su objetivo. Estudios posteriores demuestran que un arma de este tipo sería poco eficaz en una guerra real. Por ejemplo, el enorme tamaño y peso del arma no permitirían su inclusión en un misil balístico internacional. La única medida de transportarla sería usando un bombardero, el cual iría demasiado lento por culpa del lastre y supondría un blanco fácil para el enemigo. Además, como en una guerra se usaría la versión potente de esta arma, el bombardero no habría podido escapar de la explosión. Sería una misión suicida.
Además, entre las desventajas de usarla en combate, encontramos un gran gasto inútil de energía, ya que gran parte de ésta se escaparía hacia el espacio y se malgastaría inútilmente. A pesar de todo ello, esta bomba fue una demostración de lo que el hombre puede hacer y nos mostró el punto al que puede llegar la energía nuclear usada con malos fines.
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