Naciones Unidas publicó datos poblacionales confirmando que continúan las tendencias demográficas mundiales de largo plazo y una población mundial mayor que la proyectada anteriormente. Las naciones no pueden darse el lujo de ignorar las tendencias, incluida la reducción de la fertilidad en la mayoría de las naciones y la limitada planificación familiar en otras. Además, el creciente rango de ancianos y la acelerada urbanización, plantean nuevos retos.
La población mundial es más grande. En 2011 llegó a 7.000 millones. Actualmente es de 7.200 millones; se proyecta que el mundo tendrá otro aumento de casi mil millones de personas, alcanzando los 8.100 millones para 2025.
La población es anciana. Los países continúan envejeciendo sustancialmente, siendo las personas mayores de 60 años, el segmento de crecimiento más rápido en años. En países desarrollados, casi una de cada
cuatro personas es anciana, o sea que hay más ancianos que niños.
La fertilidad es más baja y el tamaño de las familias es más pequeño. La disminución del crecimiento de población a nivel mundial es consecuencia de la reducción casi universal de fecundidad. Las mujeres se casan más tarde o no lo hacen, posponiendo la maternidad y tienen menos hijos o ninguno, y la fertilidad se ha reducido a 2,5 hijos por mujer. La gente también está viviendo más. La esperanza de vida es más alta en la mayoría de países, debido a la lucha sistemática contra la mortalidad. En países desarrollados uno puede esperar vivir hasta los 77 años, y en países en vías de desarrollo se pueden alcanzar los 67 años.
El mundo está más urbanizado. Más de la mitad de la población mundial habita en las ciudades, y se espera suba a dos terceras partes para mediados de siglo. La migración internacional se incrementó, tanto en volumen como en impacto. Aunque el aumento en número de migrantes disminuyó a consecuencia de la recesión económica mundial, más gente como nunca antes, está viviendo en un país distinto al de su nacimiento. Hay 232 millones de migrantes internacionales, equivalente al 3% de la población mundial.
Aumento desigual
El mundo sigue una trayectoria inexplorada, dirigiéndose hacia un mundo de 8.000 millones, en poco más de una década. Prácticamente todo el aumento de la población tendrá lugar en los países más pobres del mundo, los menos capaces de absorber estos aumentos. La mayor parte del crecimiento se está produciendo en países con alta fertilidad, especialmente en África, así como en países con grandes poblaciones como India, Indonesia, Pakistán, Filipinas y Estados Unidos.
Una razón para los grandes aumentos de población es la enorme falta de planificación familiar, en los sitios más pobres del mundo. Se estima que unos 220 millones de mujeres carecen de acceso fácil a métodos anticonceptivos eficaces y baratos.
Según los demógrafos de las Naciones Unidas, para mediados de siglo, el mundo tendrá 9.600 millones de habitantes, 300 millones más de lo previamente proyectado. La gran mayoría de estos nacimientos imprevistos son el resultado de una fertilidad más alta de lo esperado, en países clasificados por las Naciones Unidas como menos desarrollados y por lo tanto, los más pobres del mundo. Por otra parte, muchos de ellos son estados fallidos o fracasados, es decir, la inestabilidad política crónica y los conflictos armados, son factores que reducen la provisión de servicios básicos, como la atención en salud y la planificación familiar.
Esta tendencia al aumento de la fertilidad tiene el efecto de bola de nieve; por eso, ahora se espera que en 2100 la población mundial llegue a un máximo de 10.900 millones de personas, en lugar de los 10.000 millones previamente previstos.
Las proyecciones de población revisadas incluyen hallazgos notables a nivel país. Se espera que alrededor de 2028, antes de lo pensado, la población de India supere la de China, alcanzando cada uno de los dos países una población cercana a los 1.450 millones. A partir de entonces, la población de India continuaría creciendo durante varias décadas y alcanzaría 1.600 millones, antes de declinar lentamente a 1.500 millones para 2100. Por el contrario, se prevé una disminución en la población china después de 2030, posiblemente cayendo a los 1.100 millones en 2100.
Es probable que la población de Nigeria supere a la de Estados Unidos antes de mitad de siglo. Para finales del siglo, Nigeria podría empezar a competir con China como el segundo país más poblado del mundo.
Megaciudades
La mayoría de los habitantes del planeta vivirán en ciudades. Prácticamente todo el crecimiento previsto de la población se concentrará en zonas urbanas de países pobres, incrementando las amenazas de contaminación y epidemias. Para 2050, el número de personas que vivirán en las ciudades será casi igual al de la población mundial actual. En 1950, sólo dos ciudades en el mundo tenían por lo menos 10 millones de habitantes. Hoy, 23 megaciudades tienen más de 10 millones de habitantes; para 2025, el número de megaciudades se espera que alcance 37.
Frente a las oportunidades y retos asociados con la urbanización, muchos gobiernos tradicionalmente han tratado de frenar la migración a las grandes ciudades con una serie de políticas que demostraron ser en gran medida ineficaces. Más bien se necesitan cambios políticos y estrategias de adaptación para encauzar el crecimiento urbano futuro. Estos deben incluir el desarrollo de una infraestructura adecuada y el acceso a la educación básica y a la capacitación, salud, empleo remunerado, especialmente entre los jóvenes, de modo que los países puedan aprovechar los beneficios de la economía de escala para una mayor eficiencia, así como minimizar los impactos ambientales adversos y de otro tipo producidos por el crecimiento urbano.
Además, políticas que faciliten la reducción de la fertilidad, garantizando a las parejas el acceso a métodos anticonceptivos modernos, combinado esto con esfuerzos concertados para mejorar la educación y expectativas de empleo a las mujeres jóvenes y adultas, de modo que se contribuya a reducir el aumento de habitantes en las ciudades, facilitando que los países en desarrollo se ajusten a las transformaciones asociadas al crecimiento urbano. Las ciudades a menudo han servido como los motores del crecimiento económico, siendo por lo tanto vitales para el desarrollo socioeconómico de un país.
En un acontecimiento importante, el gobierno chino presentó el año pasado su renovada guerra contra la pobreza con el anuncio de una ambiciosa estrategia para transferir la mayor parte de la población china de zonas rurales a las urbanas. La esperanza es que con este planteamiento se mejorarán los niveles de vida para la población rural pobre de China y se aumentará la demanda del consumo interno.
Restricciones anteriores sobre la migración interna habían creado una población migrante ilegal en muchas ciudades chinas, sin acceso a los servicios gubernamentales. Esto ha sido citado como una fuente de inestabilidad social y ha servido para destacar la desigual distribución de beneficios del crecimiento económico en China. Los líderes chinos deben garantizar el suministro adecuado de alimentos para el surgimiento de una población urbana mientras simultáneamente promueven la despoblación rural. Este es un acto de malabarismo difícil en vista del objetivo frecuentemente expresado de asegurar la autosuficiencia nacional en la producción de alimentos.
En otro cambio importante de la política de población, China también anunció en 2013 que después de 30 años, estaba revisando su política del hijo único. La nueva política permite a las parejas tener dos hijos, si uno de los cónyuges es hijo único. Sin embargo, se espera que el ajuste de la política tenga sólo un efecto marginal en la población de China.
En los próximos años, los gobiernos y la comunidad internacional deberán abordar las consecuencias del desarrollo de la dinámica de la población antes de que se presenten, mediante la adopción de proyecciones y políticas proactivas basadas en las tendencias demográficas pasadas, actuales y futuras.
Estas tendencias demográficas presentan desafíos a todas las sociedades del siglo XXI, incluyendo la baja participación de fuerza laboral, especialmente entre los jóvenes; limitación del poder femenino; degradación del medio ambiente; escasez de alimentos y agua; rápida urbanización; insuficiencia de vivienda, educación y atención médica; políticas de inmigración restrictivas; desplazamiento forzado y estados fallidos. Una buena planificación puede reducir el costo de inversiones no previstas en materia de seguridad y en operaciones de socorro para la inevitable crisis por llegar.
Por Barry Mirkin
Barry Mirkin trabaja como consultor en temas de población, después de haberse retirado en 2009 de la División de Población de las Naciones Unidas. Sirvió en la ONU en el campo de población y desarrollo en Nueva York y en el extranjero por 35 años. © 2014 Centro Whitney y Betty MacMillan para Estudios Internacionales y de Área en Yale.
Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.
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