17 de abril de 2014

Nuestra Conciencia, interioridad y autoconciencia



Una de las características que nos distingue a los humanos del resto de lo seres vivos, es nuestra capacidad de tener conciencia de quienes somos, de reconocer lo que ocurre en nuestro interior y de poder expresarlo. Sin embargo de esto no se tiene conciencia, ni se sabe al nacer, pues nos debemos enfrentar a situaciones que en ocasiones logran madurar conforme crecemos.

La conciencia moral se refiere a la capacidad del individuo de discernir entre el bien y el mal, nos permite actuar con libertad, en el sentido de que se hace conciencia de que no todas las alternativas de solución de una situación tienen el mismo valor o bien van a tener las mismas consecuencias.

Una vez que se tiene claro cuál es el motivo que nos lleva a actuar de forma determinada, las intenciones serán claras. Cada persona tiene sus propios valores y eso nos distingue unos de otros, cada persona elige los valores en los que ha de basar su vida, tomar sus propias decisiones; incluso la forma de jerarquizarlos es también personal, Todo ello constituye la autoconciencia de una persona.

La interioridad en las personas esta determinadas por ese saber profundo

de que el yo, es el único responsable y fuente de todas las actividades que realiza una persona.

Según John Mayer, psicólogo de la Universidad de New Hamshire, “la conciencia de uno mismo significa percatarse de nuestro humor y también de nuestra ideas sobre ese humor”. Es experimentarse, reflexionar, distinguirse de los demás; es darse cuenta de las actividades, es hacer uso de la autoconciencia.

La autoconciencia es una función compleja que lleva a cabo el individuo para conocerse a sí mismo, respecto a sus pensamientos, deseos, sentimientos o emociones, valoraciones, intenciones y acciones. Si una persona tiene poco conocimiento de sí misma, ignorará sus propias debilidades y carecerá de la seguridad que brinda el tener una evaluación correcta de las propias fuerzas. Las personas que tienen autoconciencia también pueden ser capaces de energizar a los demás, de comprometerse y confiar en quienes desarrollan una tarea con ellos.

La máxima filosófica de Sócrates: “conócete a ti mismo”, es un proceso necesario para ejercitar la interioridad y la autoconciencia y tener una actitud constante que implique el deseo de quererse conocer a sí mismo para poder ejercer control sobre nuestros sentimientos, deseos y emociones, también para ejercer de forma responsable la libertad que tiene cada persona.

La importancia en esta situación estriba en que las personas pertenecemos a una comunidad, y que esta autoconciencia sirve para sostener una mejor convivencia social.

Cabe finalizar con unas palabras del filósofo alemán, Heidegger “La llamada de la conciencia está en mi a la vez que llega de más allá de mí”.


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