Se dice que “nadie es tan pobre que no tenga nada para dar, y nadie es tan rico que no tenga nada para recibir”.
Dar es la mejor manera de relacionarse con el otro; es la forma de mejorar las relaciones, de cambiar la energía y también de lograr lo que queremos, ya que el universo devuelve lo que uno le da.
Dar, en última instancia, es siempre dar amor.Pensá por un momento: ¿qué podés dar? Claro que podés dar regalos, grandes o pequeños. Pero también podés dar atención. Un llamado. Una sonrisa. Una mano. Los buenos días. Tenés mil maneras de dar. Sécreativo.
Con un piropo chiquitito e inocente podés cambiarle el día a una persona. Y si ofrecés tu ayuda para tareas sencillas (desde cargar las bolsas de la verdulería hasta lavar los platos) podés mostrarle al otro, además, que el mundo no está en su contra.
La Madre Teresa aconsejaba sonreírle a cinco personas por día.
Pensá lo que decía Mafalda, la gran creación de Quino: “Andá sonriéndoles a todos los que veas en el día, y vas a ver qué divertido es desentonar con el planeta”.
El universo tiene una sola ley: devuelve lo que recibe.
Todo lo que das te vuelve multiplicado; si sonreís, vas a recibir sonrisas; si ayudás, vas a recibir ayuda. Pero si te levantás a la mañana y todo te parece un horror, y te preparás para ser atacado, quédate tranquilo que el ataque va a llegar. El mundo que uno experimenta en el exterior no es más que la proyección del que crea en el interior.
Por eso te sugiero: Elegí dar, elegí que la generosidad del universo pueda canalizarse por tus manos. Y elegí también recibir lo que vuelve. Al recibir le permitís al otro dar. Porque dar es siempre recibir. Ser mezquino no sirve de nada. Lo mejor es dar, agradecer y disfrutarlo.
http://espiritualidaddiaria.infobae.com/%C2%BFque-tan-rico-o-tan-pobre-sos/
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