La comunión de los fieles es en realidad
una comunión de almas, un encuentro de los racimos de estrellas que
encarnan en cada periodo sobre la madre tierra. Cada uno una conciencia y
un alma libre, un cuerpo de luz incandescente que resplandece en las
esferas del vacío y en la atmósfera del no tiempo. Somos plenos y
completos por dentro, masculinos y femeninos al mismo tiempo, pero
siempre capaces de fusión con cada alma de los siete multi universos.
Hemos vivido épocas en que el alma única parecía dispersa en minúsculas
partículas en lucha continua, pero ahora sentimos la vuelta a la unidad.
Aquí y ahora no necesitamos nada más para cumplir nuestro viaje, ya que
la vida nos otorga las oportunidades que necesitamos en cada momento.
Para eso están los signos y las
sincronicidades, para eso la suerte y los encuentros causales. Lo que
buscamos está más allá del bien y del mal, del sol y las tinieblas, del
éxito o del fracaso. Las experiencias que adjetivamos como negativas son
pasos necesarios, aunque todavía no entendemos su papel en nuestra
vida, pero que pronto se revelarán como iluminadoras. Somos los
encargados de un gran plan que se está encarnando en la tierra, y todo
depende de nosotros, del amor que seamos capaces de desplegar en nuestra
relación con el mundo y las gentes. Un amor incomprensible e
incondicional que está más allá de los gustos y disgustos, más allá
incluso del alma, que se manifiesta como el perfume embriagante del
espíritu uno.
Muchos aspectos de nosotros mismos se
pierden en la humareda del sueño, pero en cada uno de los planos tenemos
un representante que soy yo, en cada dimensión habita una parte de mí
que dejé veraneando cuando decidí descender a los planos materiales. Y
ahora es el tiempo para reunir todos los trozos perdidos y asumir
nuestra presencia divina
Miyo (Emilio Fiel)
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