9 de septiembre de 2013

Los extraños suicidios de Obama y Cameron


Parece que nadie se ha percatado de ello.
Que nadie ha tomado conciencia de la auténtica magnitud de los acontecimientos que estamos viviendo.
Tan distraídos como estamos con el ruido de las declaraciones altisonantes, las víctimas agonizantes por el gas y el ruido ensordecedor de los misiles que aun no han estallado, hemos pasado por alto el hecho histórico que se ha producido ante nuestras mismísimas narices.
Un acontecimiento tan histórico como extraño e inexplicable:
el suicidio político de un primer ministro británico y un presidente de los Estados Unidos
en tiempo real, a la luz de las cámaras.
Lo sucedido esta última semana con David Cameron y Barack Obama debería sumirnos a todos en el más absoluto desconcierto, o más bien dicho, en una profunda inquietud.
Para comprender mejor la magnitud de lo acontecido, olvidemos nuestras filias y fobias, nuestras ideologías políticas y nuestras concepciones morales y enfoquemos los hechos desde un punto de vista frío, racional y simplificado.
Todos sabemos que Estados Unidos y sus aliados Británicos (entre otros),  tienen como objetivo derrocar a Bashar Al Assad.
Obviaremos las razones, pues lo importante es que son razones lo suficientemente poderosas como para emplear toda la maquinaria a su disposición para conseguirlo.
Como todos sabemos, Barack Obama estableció unas líneas rojas, un simple subterfugio verbal, basado en la presunta utilización de armas químicas, como mera excusa para intervenir militarmente.
Para entendernos y sin tapujos, gracias e estas líneas rojas, en el momento en el que le resultara conveniente podría escenificar un acto de falsa bandera, en este caso un falso ataque químico, mediante el cual involucrarse en el conflicto.
Una práctica clásica y habitual en todas las guerras y en todos los bandos, como la historia nos enseña.
Pues bien, esa escenificación ya se ha producido, con el aparataje mediático habitual en estos casos: niños agonizando, condenas públicas y la correspondiente demonización del enemigo.
Nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, la forma en que se han desarrollado los acontecimientos arroja una enorme cantidad de incógnitas.
Pues podríamos calificar este acto de manipulación como una de las mayores chapuzas políticas jamás acontecidas.
¿Porqué?
Vamos a razonarlo.
Imaginemos que somos los servicios secretos occidentales.
Nuestro objetivo es realizar un ataque químico y achacarle la culpabilidad a nuestro enemigo, en este caso, Bashar Al Assad.
Bien, pues,  ¿a que mente brillante se le ocurre realizar el ataque de falsa bandera justo dos días después de que aterricen en Siria los inspectores de la ONU encargados, precisamente, de analizar la existencia de posibles ataques químicos?
¿Quien podría creer que Bashar Al Assad será tan estúpido como para cometer un error de bulto tan enorme?
Tan absurda ha resultado la escenificación del ataque, que incluso los analistas a sueldo de los mass media mas prooccidentales han puesto en duda la autoría del mismo, pues nadie en su sano juicio puede tragarse una patraña de tal magnitud.
Pero ahí no terminan los despropósitos.
De forma casi inmediata, sin tiempo para asentar convenientemente la manipulación en la mente de la población a través de los habituales mecanismos mediáticos, hemos visto a David Cameron, Barack Obama, John Kerry, y Joe Biden arrojándose ante las cámaras  con el fin de culpabilizar al régimen de Al Assad, movilizando fragatas, submarinos y portaaviones hacia oriente medio, con el objetivo de castigarle de forma inmediata por tan brutal atrocidad.
Tal ha sido la alocada precipitación con la que han actuado estos líderes occidentales, que cuando David Cameron ha presentado la resolución para atacar Siria ante su parlamento, ha perdido la votación, incluso con un nutrido grupo de sus propios parlamentarios votando en su contra.
¿Alguien en su sano juicio puede justificar que un político de primer nivel no se garantice ni tan solo el voto de sus propios compañeros de partido cuando su propia carrera política y su prestigio están en juego?
Todos sabemos como actúan los políticos. Como negocian, presionan, extorsionan o convencen a los demás para garantizarse las victorias en el parlamento.
Es una práctica política básica y habitual, tan antigua como el senado romano y que se produce hasta en el ayuntamiento más pequeño.
Algunos analistas británicos han calificado la derrota de Cameron como un acontecimiento histórico que no se producía desde el siglo XIX, pues hacía más de un siglo que un primer ministro británico no sufría una debacle tan contundente que significara el fin de su prestigio y carrera políticas.
¿Qué ha sucedido pues, ante nuestros ojos?
¿Por qué razón David Cameron se presenta ante su parlamento sin tan solo darse tiempo ni para garantizarse una victoria mínima?
¿A qué viene tanta precipitación, tanta prisa por atacar Siria, que incluso un gobernante de primer nivel llega a destruir su propio prestigio político?
¿No podía darse un plazo de 24 o 48 horas para asegurarse el adecuado respaldo de la cámara?
Y ahí no termina el desaguisado.
Como colofón al desastre político de David Cameron, tenemos las terribles imágenes emitidas por la BBC horas después de la votación parlamentaria, en las que aparecen un grupo de niños sirios quemados por el napalm tras un presunto bombardeo de las tropas de Bashar Al Assad en un suburbio de Damasco.
Imágenes que apestan a manipulación mediática, pues parecen grabadas oportunamente con el fin de garantizar la intervención militar occidental en Siria y que sin embargo aparecen justo después de la debacle parlamentaria de David Cameron, cuando ya resultan completamente inútiles para sus fines.
Un hecho que acentúa aún más la sensación de increíble atolondramiento y descontrol con la que el premier británico ha afrontado la intervención en Siria.
Pero ahí no terminan los indicios de precipitación kamikaze con la que Cameron y Obama se han inmolado políticamente.
Debemos añadir a ello la nula pulsión de la opinión pública con la que han actuado estos gobernantes.
Con más del 50% de sus opiniones públicas en contra de una intervención, se han arrojado al fuego al estilo bonzo, como si hubieran sido incapaces de realizar un sencillo sondeo previo que les indicara lo que pensaban sus conciudadanos.
¿Alguien puede pensar que líderes políticos de tal importancia no sondean el sentir de la opinión pública antes de dar un paso tan crucial como el que intentan realizar?
No estamos ante un grupo de aficionados a la política.
No estamos ante el presidente de la asociación de vecinos de un barrio del extrarradio.
Cameron y Obama son dos de los líderes más influyentes del planeta, con una maquinaria de poder, control y manipulación a su disposición inconcebible para el común de los mortales.
Entonces, ¿Se puede saber qué ha sucedido?
¿Alguien recuerda a un presidente de los Estados Unidos dando marcha atrás como ha hecho Barack Obama en las últimas horas?
¿Alguien recuerda a un primer ministro británico haciendo un ridículo de tamaña magnitud ante el mundo entero?
Tal ha sido la precipitación y las prisas con las que han actuado, que incluso hemos visto al secretario general de la ONU, organismo siempre tan favorable a los dictados de los Estados Unidos, pidiendo tiempo para los que los inspectores realicen informes…
¡E incluso al secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, (¡sí, sí, de la mismísima OTAN!) órgano creado y controlado por los Estados Unidos, negando la posibilidad de que la OTAN intervenga!
Y llegados aquí, debemos preguntarnos:
¿Estamos soñando o esto es real? ¿Qué diablos está sucediendo?
¿Porque razón los líderes de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia o Turquía tienen tanta, tantísima prisa por atacar Siria que no se toman ni tan solo el tiempo necesario para realizar una manipulación mínimamente decente?
¡Una manipulación que solo les llevaría unos pocos días!
Una manipulación estandar, como las que tantas y tantas veces han realizado hasta ahora con fines y consecuencias mucho menos determinantes que ésta.
¿Acaso está a punto de acontecer algo que la mayoría de los mortales desconocemos? ¿Algo tan inminente que puede llevar a primeros ministros y presidentes a actuar de forma tan imprudente, arriesgada y temeraria que se arriesgan incluso a finiquitar sus carreras políticas?
Alguien podría pensar que tal precipitación puede deberse a una inminente victoria de Bashar Al Assad.
Pero por lo que sabemos, su victoria, aunque bastante posible está lo suficientemente lejos en el tiempo como para no justificar tal nivel de urgencia.
Entonces, ¿qué está sucediendo en realidad?
¿Qué nos ocultan?
¿Da que pensar, verdad?
pd: ¿Alguien se ha fijado que desde hace un par de meses hacia aquí, la crisis y la recesión han terminado súbitamente en todo el mundo como por arte de magia y en pleno verano?
Si estuviera a punto de producirse un colapso económico inminente, ¿qué mejor que escenificar una falsa mejoría y después achacar el colapso económico súbito a un conflicto generado por un maligno enemigo?

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