Las llamaron “zonas muertas”, que pueden tener impactos aún no previstos en el ecosistema marino.
Estas zonas muertas se conocían solo en las áreas costeras o en lagos, destacó el equipo liderado por J.Karstensen del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica Kiel, en Alemania, en su reciente publicación del 30 de abril en la revista Biogeosciences.
Estas regiones con poco oxígeno se están creando a poca profundidad, en la zona eufótica justo bajo el nivel de intercambio marino, donde están los remolinos ciclónicos o los remolinos anticiclónicos (en zonas de alta presión), señala su estudio.
Estos se están generando en las costas de África y se desplazan al Oeste por mar abierto a cuatro a cinco kilómetros al día.
Este término de zona eufótica (palabra de origen griego), se refiere a la profundidad en la que la intensidad de la luz se reduce al punto de no poder dar lugar al proceso de la fotosíntesis.
Tanto los remolinos ciclónicos y anticiclónicos están en la alta superficie.
En estas verdaderas zonas muertas del mar se observa que en estos remolinos sus tasas de respiración neta son 3 a 5 veces mayor que en las aguas circundantes, y en su interior el oxígeno es muy bajo, sobre todo en el centro, en un rango de profundidad donde la velocidad llega a su máximo.
Los núcleos de los remolinos de esta manera se quedan aislados del exterior por la fuerte velocidad de las aguas que demarca su borde, y que dificulta cualquier proceso e intercambio.
Por este hecho la estructura de su núcleo, diferente al resto se mantiene notablemente estable durante períodos de varios meses.
“La alta respiración de los remolinos, junto con el intercambio lento en sus límites, crean en su interior esta “zona muerta”,ya conocida en las zonas costeras y lagos”, destaca el equipo de Karstensen.
“Estamos observando un impacto directo en el ecosistema marino, por parte de estas zonas muertas que se desplazan en las zonas abiertas de los océanos abiertos”, agregó.
Esto además hace que la migración diurna a nivel vertical del zooplancton se suprima en su interior, con efectos que aún deben cuantificarse.
Los científicos advirtieron que si bien en algunas zonas del mar abierto, los organismos vivos pueden escapar a estas zonas, hay elementos vivos como los procariontes, que posiblemente tengan que adaptarse para sobrevivir.
“En ese sentido los remolinos de zonas muertas pueden ser vistos como gigantescos laboratorios naturales donde se crea un ambiente extremo en un período relativamente corto de tiempo (unos pocos meses). Estas características pueden abrir nuevos caminos en la investigación en cuanto a las técnicas de adaptación de los organismos para sobrevivir bajo dichos ambientes”, concluyó Karstensen.
Los investigadores anticipan que aún hay mucho que estudiar sobre la cuantificación y distribución del oxígeno en el mar, y sobre el impacto de estas zonas muertas, a gran escala ambiental.
Anticiparon además que el hecho que uno de los remolinos observados esté a menos de 100 kilómetros al norte de las islas de Cabo Verde les permitiría estudiar la posible interacción de su zona muerta con la isla. Dada la poca profundidad puede significar un impacto dramático en los ecosistemas locales.
Muchos científicos están interesados en el estudio e impacto de estos remolinos.
La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) informó en septiembre pasado que el profesor del Departamento de Física Pablo Sangrà Inciarte se centrará en el estudio y muestreo de un remolino anticiclónico situado en el Corredor de Remolinos de Canarias, ubicado en el suroeste de las Islas Canarias.
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