¿Comprendemos verdaderamente el significado del agradecimiento?
¿Cuál es el estado interior en que nos encontramos cuando somos capaces de experimentar un honesto agradecimiento que nace del corazón?
Cada proceso y experiencia que transitamos en la vida viene a transformarnos…
Cada hecho que se manifiesta ante nosotros esconde un propósito profundo que tiene como fin, erradicar de nuestra vida todo resto de oscuridad, toda miseria o actitud negativa que nos estanca en la búsqueda de nuestro propio crecimiento y posterior evolución.
En base a nuestra predisposición y voluntad para transformarnos como la vida lo dispone, podemos reaccionar de distinta manera ante cada situación que se presenta. Una de las formas más comunes de reacción es el enojo, la rebeldía o la indiferencia…
Un proceso puede llegar a ser tan transformador para nuestra vida que preferimos ignorar y dibujar la realidad para no sentirnos involucrados y empujados a aceptar y modificar actitudes de nuestra personalidad que nos estancan y nos alejan de nuestro potencial.
Cuando nos volvemos indiferentes a los procesos, nos desconectamos de los acontecimientos auspiciados por la vida y nos alejamos de todo aquello que pueda ayudarnos a iluminar nuestro interior, comprendiendo nuestras miserias, ayudándonos a reconocerlas y así comenzar a transformarlas…
Nos instalamos en la mente, para racionalizar todo proceso, experiencia o
hecho que pueda desestabilizarnos de nuestra zona cómoda de acción y, consecuentemente, cerramos el corazón…
Bloqueamos la condición más sagrada que tenemos los seres humanos y generamos una distancia emocional con el otro para evitar un mayor involucramiento que el que consideramos “conveniente”…
Esa distancia externa que se manifiesta con el otro, también se puede percibir internamente, porque cerramos el corazón con nosotros mismos; dejamos de escucharnos, respetarnos, amarnos, comprendernos y sistematizamos nuestra vida mediante los razonamientos más exactos que puede llegar a desarrollar nuestra mente para protegerse…
Con el corazón cerrado, el alma adormecida e ignorada y la mente dirigiendo estratégicamente cada una de nuestras decisiones, perdemos la humilde condición humana y discipular que nos remonta al agradecimiento…
Acostumbrarnos a vivir con el corazón cerrado nos aleja de los propósitos del alma; nos distancia de todos los aprendizajes que la vida dispone para transformarnos y darnos la posibilidad de vivir una realidad diferente, plena y colmada de bendiciones.
Cuando cerramos el corazón, aparecen actitudes egoístas y déspotas, llenas de inconformismo y reproche y en ocasiones la energía que portan estas actitudes termina convirtiéndose en enojo, bronca, desprecio e incluso maldad…
Los pensamientos negativos se presentan con mayor fuerza y al no contar con la nota sagrada del amor, sus ideas se arraigan en nuestro interior…
Comenzamos a actuar y vivir en base a lo que ellos dictaminan porque nuestro corazón cerrado no puede discernir y ayudarnos a comprender con honestidad y conciencia, el proceso que estamos experimentando…
Todos experimentamos en algún momento de nuestra vida, la necesidad de aprender, crecer y transformarnos y sólo nuestra propia conexión con nosotros mismos, con nuestra alma y nuestro corazón nos va a permitir abordar ese trayecto hacia la evolución…
Pero no podremos conectarnos con nosotros mismos ni escuchar la voz de nuestra alma si no abrimos el corazón…
Siempre que tengamos el corazón cerrado el enfoque de nuestra mente estará puesto en desmerecer la riqueza de nuestro propio ser, desacreditar la magia de la vida y desvalorizar todas aquellas pequeñas e innumerables cantidad de cosas que hacen de la vida, una aventura interminable…
Y en vano buscaremos afuera, en los demás, en el dinero, en las riquezas, en el poder, en la competencia, en los sinsabores del ego y en los erráticos caprichos de la personalidad la plenitud, felicidad y alegría que nos puedan dar la llave que abra nuestro corazón…
A medida que perduramos y conservamos la misma actitud egoica de permanecer con el corazón cerrado, se genera en nuestro interior una ardua y feroz pelea entre la mente que gobierna nuestra vida y nuestro corazón, que pide y manifiesta la necesidad de recuperar su lugar para re-conectarse con todo aquello de lo que nos fuimos alejando para evitar transformarnos….
Este enfrentamiento nos deja agobiados, angustiados y desvastados por las artimañas que realiza nuestro propio intelecto, que es carente de la razón y el sentido necesarios para comprender aquel mundo sutil del corazón, que opera en frecuencias imperceptibles para nuestra hábil e ingeniosa mente.
Y durante todo este tiempo de indiferencia, de razonamientos y estrategias que nos mantengan seguros en nuestra zona de confort para esquivar el cambio; nuestro corazón permanece cerrado y hermetizado por cada pensamiento nefasto y absurdo que elegimos creer y dar vida…
¿Somos capaces de abrir nuestro corazón honesta y genuinamente?
¿Podemos abrir el corazón y entregarlo al amor y a la vida para que ella transforme nuestra realidad?
¿Cómo podemos abrir nuevamente el corazón para transformar la oscuridad en luz y recuperar la magia y el brillo de nuestra existencia?
Agradeciendo…
El agradecimiento es la llave del corazón…
Siempre que estamos tristes, enojados, deprimidos, llenos de ira o indiferentes tenemos el corazón cerrado y nos estamos olvidando de agradecer cada uno de aquellos simples pero trascendentes detalles que dan sentido a nuestra vida…
Agradecer la vida…
Agradecer nuestro cuerpo y nuestra salud…
Agradecer nuestra realidad…
Agradecer el amor que nos rodea…
Agradecer la posibilidad de tomar conciencia y observar un nuevo mundo mágico y lleno de enseñanzas…
Agradecer los procesos y las experiencias que nos dan la oportunidad de abordar una profunda y real transformación…
Agradecer que nos fue regalada la posibilidad de formar parte de este mundo…
Agradecer la presencia de nuestra alma en nuestro interior, que lleva nuestra vida hacia el camino de la realización, buscando alcanzar sus propósitos y sueños…
Agradecer la posibilidad de construir nuestro destino…
Agradecer los dones que nos acercan a nuestro potencial…
Agradecer los maestros, hermanos y enseñanzas que nos transforman con su ejemplo y nos ayudan a crear una nueva realidad mágica y trascendente…
Agradecer que somos parte de un todo universal, infinito, libre de espacio, tiempo, principio y fin…
Cuando tomamos conciencia de todo aquello que estábamos ignorando y empezamos a observar y a agradecer todo lo que llena nuestra vida y la hace extraordinaria, la frecuencia del amor y la esencia del corazón comienzan a manifestarse y derramarse por todo nuestro interior.
El amor se presenta en cada detalle…
El amor se vuelve una entidad que transforma, nutre y guía nuestra existencia…
Nuestras acciones y pensamientos, nuestras emociones y actitudes se empapan de la esencia del amor, fundiéndose y sutilizándose con él, emitiendo la frecuencia más sagrada que podemos llegar a dar…
Nos volvemos seres de amor, capaces de amar íntegra e incondicionalmente porque somos conscientes de la plenitud y las infinitas bendiciones que constantemente la vida nos está entregando…
Somos almas expresando el infinito amor que la vida siente por cada uno de nosotros…
Agradecemos…
Al agradecer, amamos…
Y podemos amar porque somos libres, porque nuestro corazón pudo transformar nuestras dificultades en conciencia, luz y aprendizajes que erradican los pensamientos negativos de la mente, convirtiéndolos en ideas y reflexiones que despiertan de forma incesante, todo el amor que cada corazón es capaz de expresar…
El agradecimiento es la llave del corazón…
Abramos el corazón al amor y llenemos de plenitud, alegría, magia y felicidad nuestra vida…
Ofrendemos nuestro amor al mundo y tomemos conciencia de que todo lo que damos de forma racional, nada es comparado a lo que un corazón libre de ataduras puede llegar a amar….
https://testigosdelcambio.wordpress.com/2015/05/11/el-agradecimiento-es-la-llave-del-corazon/
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