No se puede entender sin entender a tu Ser. Tampoco podrás entenderme si no estás en tu Ser. Y aunque así fuera, posiblemente, no entenderás el propósito de mi Ser, que siempre es distinto al de otro Ser. Sólo en la empatía del Ser se puede entender a otro Ser, comprobando que la decisión de un Ser es perfecta aunque pueda considerarse imperfecta.
La perfección puede parecer imperfecta. No obstante, la imperfección siempre es
perfecta. Sé que es poco entendible lo mencionado si no estás y entiendes a tu Ser.
El mundo, la vida, la existencia, no es cuestión de concebirla sino de entenderla. Y el punto del entendimiento llega al estar y ser en tu Ser.
Si hay el más mínimo atisbo de crítica al propósito de otro Ser, ni hay empatía en el Ser, ni entendimiento, y eso es no estar y ser tu Ser.
Entender una vida, la de un ser cualquiera, es entenderse en Sí, en el Ser propio.
Cualquier decisión es fruto de la propia esencia del Ser. Si se consigue entender esto, te entiendes y Eres. Y esto está precedido de la aceptación de la decisión en la libertad de cualquier Ser.
La aceptación te capacita, en progresión, al entendimiento de una decisión, aunque, repito, pueda ser no entendible.
No eres lo que crees que eres, sino lo que con certeza sabes que Eres. Y aún sabiéndolo, llegas a saber que No lo Eres.
Querer que alguien te entienda cuando no te entiende, es no estar en el Ser propio. El ser propio no es entendible desde formas externas, sino desde la No Forma interna. Por tanto, medir o buscar parámetros externos para entender lo interno es inviable. De persistir en ello, sólo se concluye en un sentido, pues nada lo tiene a menos que se fije la base de partida desde el entendimiento del Ser propio cuando hay certeza en Sí.
Deéelij.
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