Esto simplemente significa que dejemos de esperar que algo vaya a cambiar antes que estemos por fin libres para entregarnos.
Como puedes ver, hay muchas cosas sobre las que no tenemos control alguno y el descenso de la gracia es una de ellas. Y debido a que no hay nada que podamos hacer, no tenemos por qué preocuparnos. Si la gracia tiene que descender sobre nosotros, lo hará. Y si la gracia no tiene que descender sobre nosotros, no lo hará. Pero nuestra liberación no dependerá de eso.
Todo lo que nos corresponde llevar a cabo es estar dispuestos a hacer todo lo que podamos para quedar libres en este momento y sin detenernos ni un momento. Entonces sabremos lo que significa caminar hasta el final y no tendremos que esperar que la gracia o cualquier otra cosa nos visite. Desde luego, si lo hace, estaremos listos; pero si no, no vamos a estar esperando.
Todo se resume a que, si de veras queremos ser libres aquí y ahora, hemos
de estar dispuestos a destruir el "mientras". El "mientras" es esa eternidad entre el ahora y ese punto en el futuro cuando pensamos que vamos a estar plenamente preparados para entregarnos incondicionalmente, listos al cabo para declarar: "Que no se haga mi voluntad sino la Tuya".
Si lo tomamos en serio, el "mientras" es el lugar más peligroso, porque literalmente cualquier cosa puede ocurrir en el "mientras", incluidas toda clase de elecciones erradas.
Si nos quedamos esperando que descienda la gracia, lo más probable es que en el "mientras" nos muramos, sin haberlo logrado. Conoceremos que estamos comenzando a despertar de veras cuando nos percatemos de que no tenemos que estar esperando nada.
Andrew Cohen (Tomado de una nota de "Es Hora de Recordar en Facebook)
http://vivirenpresencia.blogspot.com.ar/2011/06/nada-hay-para-esperar.html
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