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Del 20 al 40 por ciento de los estadounidenses cree que se ha comunicado con los muertos, de acuerdo con múltiples estudios. ¿Están todas estas personas en un estado de delirio, o realmente se contactaron?.
La Dra. Camille Wortman, quien recibió su doctorado en la Universidad de Duke y ha trabajado durante décadas como experta en dolor y duelo, escribió en su blog: “A pesar del alivio que estas comunicaciones puedan proporcionar, los dolientes a menudo se preocupan por tener este tipo de experiencias, ellos creen estar perdiendo su mente. En muchos casos, no están dispuestos a hablar con otros acerca de estas experiencias, por temor a que la gente piense que se están volviendo locos, esto podría ayudar a explicar la creencia social de que tales comunicaciones son raras, y pueden indicar problemas psicológicos”.
La comunicación después de la muerte puede ayudar a los dolientes, dice Wortman, ella y algunos otros psicólogos están explorando este fenómeno como un método para tratar el dolor.
“Los sobrevivientes se beneficiarían haciendo conciencia de cuan frecuente son estas comunicaciones. Tomando este conocimiento, podrían ser más propensos a resignarse, y a dudar menos de su propia cordura si experimentan comunicación después de la muerte”, escribió Wortman.
Sesión de terapia provee intrigante pista
En 1995, el Dr. Allan Botkin desarrolló un método de terapia llamado
“comunicación inducida después de la muerte” (IADC). Una de sus pacientes aprendió algo de la visión inducida de su amigo fallecido que sugiere haber tenido una experiencia y no una ilusión.
La periodista, Julia Mossbridge, había perdido a su amigo Josh, de la universidad, había convencido a Josh de asistir a un baile al que no tenía la intención de asistir y murió en un accidente de carro en el camino, explicó en un informe sobre su experiencia, se sentía culpable, aunque a lo largo de muchos años, el dolor disminuyó.
El método de Botkin implica conseguir que durante el sueño los ojos se muevan de manera tal, que imitan al rápido movimiento ocular (REM). La visión ocurre durante el sueño REM. Al mismo tiempo, ayuda a los pacientes a ponerse en contacto con las emociones básicas relacionadas con su dolencia.
Mossbridge describió la experiencia: “Simplemente, sin pretensión, vi a Josh de pie detrás de una puerta, mi amigo saltó alrededor con su entusiasmo juvenil, sonriéndome. Sentí una gran alegría con la conexión, pero no podría decir si yo estaba haciendo todo lo ocurrido, él me dijo que fue mi culpa y yo le creí. Entonces vi a Josh jugar con el perro de su hermana, yo no sabía que ella tenía uno. Nos despedimos y abrí los ojos, riéndome”.
Ella continuó: “Más tarde me enteré de que el perro de la hermana de Josh había muerto, y era de la misma raza que lo había observado, sin embargo, aún no sé qué es real, lo que sí sé es que cuando pienso en Josh, ya no me detengo en imágenes mías llamándolo, o de su auto al ser golpeado, en lugar de eso, veo a Josh caminando hacia mí, riendo y jugando con un perro ángel. Por ahora, este es el único tipo de prueba que necesito”.
Botkin dice que no importa si el paciente cree en la experiencia o no, de todos modos puede tener un efecto positivo.
Acumulando experiencias de viaje continental
Bill y Judy Guggenheim acuñaron el término, “comunicación después de la muerte”. Pasaron varios años, a partir de 1988, entrevistando a unas 2.000 personas de los 50 estados y las 10 provincias canadienses que han tenido este tipo de experiencias.
Bill Guggenheim era un corredor de Wall Street, un incrédulo, que no creía en la posibilidad de una verdadera comunicación con los muertos, luego tuvo su propia experiencia. Él cree que le habló su difunto padre.
Guggenheim estaba en su casa cuando escuchó una voz que le decía “Sal y ve a la piscina”. Guggenheim recordó en una entrevista de TV, Afterlife. Salió y vio abierta la puerta de la cerca que rodea la piscina, cuando fue a cerrarla, vio el cuerpo de su hijo de 2 años, tendido en la parte más profunda.
Por suerte, pudo resucitar al niño. Guggenheim dijo que no había manera de haber podido oír el chapoteo desde donde él se encontraba en la casa, y no había ninguna razón para sospechar que el niño podría incluso estar afuera. Su hijo estaba en el baño de la planta baja y de alguna manera se había salido de la casa a pesar de los dispositivos de seguridad de goma para niños, que cubren las manijas de las puertas.
La misma voz que ayudó a salvar a su hijo le insistió más tarde en la vida para llevar a cabo su propia investigación sobre la comunicación con los muertos. Guggenheim cree que nadie le hizo caso, ya que era agente de bolsa, no tiene credenciales relacionadas, como un doctorado.
La voz le dijo: “Bill, haz tu propia investigación, escribe tu propio libro. Es tu trabajo espiritual y debes hacerlo”.
‘Cien casos para la supervivencia después de la muerte’
En 1944, Bernard Ackerman recopila recuentos en su libro “Cien casos para sobrevivir después de la muerte”.
Señaló que los casos que recopiló fueron investigados cuidadosamente por personas que “emplean mucho tiempo, dinero y paciencia en el proceso”.
“Ellos estuvieron en una emergencia de muerte tratando de resolver ese gran problema humano”, escribió. Pero, Ackerman no indicó que los casos fueron experiencias genuinas, lo dejó al juicio del lector.
Una de las historias que relataba era acerca de un joven llamado Robert MacKenzie, quien se salvó de morir de hambre en las calles, gracias al propietario de un negocio de mecánica en Glasgow que le dio trabajo. No se da el nombre del dueño del negocio, pero él es el que narra la versión.
Una noche, el propietario del negocio tuvo un sueño en el que estaba sentado en su oficina y apareció MacKenzie. Ellos tuvieron la siguiente conversación:
Roberto, “¿Qué es todo esto? –Le dije algo enojado. “¿No viste que estaba comprometido?”
“Sí, señor- respondió, pero debo hablar con usted de inmediato”.
“‘¿De qué se trata?’, dije. ‘¿Qué es lo que puede ser tan importante?’
“‘Quiero decirle, señor- respondió él, ‘se me acusa de hacer algo que no hice, y deseo que lo sepa, y para decirle esto, y que usted me perdone por lo que me culpan, porque soy inocente’.
“Naturalmente, le pregunté: ‘¿Pero cómo puedo perdonarte si no me dices de qué te acusan?’
“Nunca podré olvidar la manera enfática de su respuesta en dialecto escocés, ‘Ye'Usune ken’ (Pronto lo sabrá)”.
El dueño del negocio se despertó y su mujer irrumpió en el dormitorio, un tanto angustiada, anunciando que MacKenzie se había suicidado. A la vez, él contestó a su esposa: “No, él no se suicidó”.
Resultó que MacKenzie no se suicidó como se informó. Se había confundido con una botella que contenía una sustancia venenosa utilizada para teñir madera, pensando que era una botella de whisky.
Imagen de un padre besando a su hija (Shutterstock*)
Por Tara MacIsaac - La Gran Época
http://www.lagranepoca.com/31323-comunicacion-seres-queridos-ya-fallecidos-es-realidad
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