evolutiva, nos habla de posibles revoluciones, es decir, de posibles movimientos sociales que, no motu proprio sino por imperativa necesidad de supervivencia, busquen y exijan un nuevo orden, un nuevo cosmos social algo más coherente, solidario y equitativo.
Quizá el Estado también se vea en la necesidad de esa búsqueda igualitaria y sepa responder a las exigencias de un pueblo que únicamente anhela que la mayoría no sea esclavizada y explotada cada día. El miedo que imponen las estructuras de poder neoliberales por medio de su control del capital, pues de ellos depende y dependerá dar o quitar: trabajos, dinero, educación, seguridad social… hace que el silencio y el conformismo se impongan, acrecentando una situación que sólo da alas a los poderosos para continuar con sus planes de dominación. Y, esa máxima del filósofo Spinoza que decía que: “El fin del Estado es verdaderamente la libertad”, nos hace soñar –sin caer en mero utopismo- en un Estado capaz de procurarnos, no un privilegio sino un derecho, no una inalcanzable meta, sino una garantía que sea una premisa continua para un mundo nuevo que pueda ser habitado dignamente. El libre pensamiento es necesario, tanto en los políticos como en todos los ciudadanos, más allá de estructuras ideológicas inflexibles, para que cada persona sea capaz de expresar su opinión y así contribuir a nuevos modelos que sustituyan los viejos paradigmas. Si nuestra voz sigue el guión del poder para pronunciarse, del miedo a la libertad, no habrá conquista de verdaderos derechos humanos. Es necesario impulsarse decididamente a expresar nuestros ideales cuando sentimos que son justos, nobles, que siguen el bien común… que, en definitiva, pueden ser amados por todos los hombres.
"La Tribuna" de Albacete
http://lashorasylossiglos.blogspot.com.ar/2013/09/por-la-igualdad-social.html
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