Un antiguo escrito taoísta dice:
El camino incluye claridad y oscuridad, movimiento y quietud.
El cielo es claro, la tierra es opaca.
El cielo está en movimiento, la tierra esta quieta.
Lo masculino es claro, lo femenino es opaco
Lo masculino es activo, lo femenino es quieto.
Ascendiendo desde las raíces,
Y flotando entre las ramas,
Se producen miríadas de seres.
La claridad es el origen de la opacidad.
El movimiento es el fundamento de la quietud.
Si puedes mantenerte claro y sereno,
El universo entero vendrá a tu encuentro.
El espíritu gusta de la claridad, pero la mente lo altera.
La mente gusta de la calma, pero el deseo la aleja.
Si puedes apartar tus deseos, tu mente se volverá serena.
Clarifica tu mente, y tu espíritu volverá a la calma.
Hoy en día, apartar el deseo (o por lo menos disminuirlo), clarificar la mente y entrar en la quietud, es difícil, ya que toda la sociedad funciona en base a deseos, confusión y un ritmo acelerado. Hay abundancia de recursos humanos y materiales para satisfacer nuestros deseos y a su vez generarnos más. Una retroalimentación permanente.
Desear no es malo, es parte de nuestra naturaleza, somos hijos del deseo. Y
hay muchas clases de deseo. Algunos desean salud, otros felicidad, la mayoría desea dinero y muy pocos no desean nada. Viven en el momento presente.
La ilusión, que trae el sufrimiento, comienza cuando el deseo se aparta de la realidad. De nuestra realidad esencial, de nuestra vida, generando una fragmentación entre lo que deseamos y lo que en verdad necesitamos.
Y la verdad es que no necesitamos gran cosa.
Un organismo sano consume poco, es decir, toma lo que necesita para funcionar y desarrollar su vida normalmente, estableciendo relaciones equilibradas con su entorno.
Hay deseos fundamentales como la necesidad de sobrevivir y de reproducirse. Aquí se encuentra la raíz de todo. Cualquier célula viva va a hacer todo lo posible por sobrevivir, está programada para esto. Por eso la capacidad curativa de nuestro cuerpo es increíble. Solo hay que darle lo que necesita y no maltratarlo.
En los seres humanos podemos resumir toda la multitud de deseos e ilusiones en 2 tipos: comida y afecto (sexo). Supervivencia y reproducción. Desde un punto de vista biológico, es el mecanismo que tiene la vida para pasar los genes, es decir la información genética a la siguiente generación y así.
Un organismo aislado de su entorno muere. Muchos actualmente están como muertos sin saberlo.
Aparte de estos deseos básicos, la mayoría de los deseos que tenemos nacen de nuestras debilidades, adicciones, malos hábitos, apegos, mala educación, etc. Son el resultado de un desequilibrio o de la búsqueda de un equilibrio.
El miedo a no “tener” o a quedarse “solo” representa eso.
Para un bebé es lo natural llora por hambre y cariño. Necesita nutrientes, afecto y protección. Es normal.
En la vida adulta vamos reproduciendo lo mismo, solo que de forma más sofisticada y cara. Lo que de niños era simple, de grandes se vuelve complejo y fuente de sufrimiento. Pero la raíz es la misma. Los programas instalados son los mismos.
El error fundamental proviene de una ignorancia acerca de nuestra verdadera naturaleza. Nos consideramos objetos físicos, aislados del resto, con una capacidad limitada y pocos recursos propios. Eso nos convierte en seres dependientes en “potencia”, de ahí a convertirnos en esclavos, o en “máquinas de producir y consumir” en el mejor de los casos, hay un paso.
En verdad somos espíritu encarnado. Conciencia que se materializa, que toma forma humana. Luego se desarrolla la conciencia individual. El individuo es conciente de si mismo. Pero lo cierto es que nunca dejó de formar parte de la totalidad. La sensación de separación es solo el efecto de ser conciente de si mismo, como unidad biológica. Cuando la pequeña unidad biológica se hace ilusiones sobre si misma se separa del resto y olvida quien es.
Esta es una verdad tan antigua como la humanidad. La ciencia lo comprueba. Todo está conectado, en el sutil estado cuántico más allá del átomo y sus partículas, la separación no existe. La conciencia es una. Todo lo que existe son manifestaciones surgidas de la misma conciencia.
Es imposible estar cortado del resto de las cosas. La separación es una ilusión de los sentidos. Una falsa percepción. Somos uno con el universo, cada uno en si mismo es el universo.
La verdadera pregunta es ¿Cómo me trato a mi mismo?
Hay que reflexionar sobre esto. Saber parar la máquina.
En el silencio de la meditación. No hay porque escapar ni correr detrás de nada. Da media vuelta y obsérvate en profundidad. Sin negociar.
Es un buen ejercicio.
Es incluso curativo.
En ese momento el miedo, la soledad, las adicciones y apegos, son reemplazados por un sentimiento de calma y claridad, que surgen de la observación y aceptación de lo que en realidad somos.
Somos seres espirituales haciendo la experiencia de una vida humana.
http://budacuantico.blogspot.com.ar/2011/06/clarifica-tu-mente.html
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