Decían que había llegado un loco, uno de esos mechudos con barba y pantalones raídos y gorrito de lana
Venía acompañado de tres personas.
Todos parecían de esos hippies que nada tienen que hacer y se van al campo, bien lejos del trabajo y la ciudad.
Claro que sí, ése, el mechudo canoso, ese seguro está loco porque ¿qué tiene que venir a hacer por acá al Verjón?
El proceso, como todos los grandes cambios, comenzó lentamente y lleno de errores.
El objetivo: dedicarse a la tierra, al cultivo sostenible de los ricos suelos de los cerros orientales. El método: la siembra tradicional, como si fuera hecha en 1950. El reto: no utilizar químicos, no dañar el medio ambiente y convencer a las autoridades ambientales de que la finca, con la casa recién construida, no era una amenaza para la Reserva Forestal Protectora.
La primera cosecha de papas que Jaime Aguirre sembró en su finca, convenientemente llamada Utopía, produjo fríjoles. Ensayo y error. Una década después cultiva 60 variedades de papas, todas de la región, además de un largo etcétera de tubérculos y vegetales nativos.
Una década después de su llegada a la vereda Verjón Bajo, al otro lado de los cerros orientales, en la localidad de Chapinero, el loco mechudo es hoy uno de los integrantes de una suerte de movimiento que involucra a más de
35 familias dispersas en un área de 2.500 hectáreas, en donde se siembra
tradicionalmente con la firme convicción de que no sólo es un oficio digno, sino el único posible para preservar esa tierra negrísima y espesa de la que parece más devoto que beneficiario.
Hacen falta hombres particulares, comprometidos con la causa de la tierra. Hippies, sí, tal vez. Campesinos, definitivamente.
La Finca Agroecológica Utopía es Una experiencia de Resistencia integral Detrás de los cerros de Monserrate en los Andes colombianos.
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