La pregunta ¿Quién Soy? Es la más importante pregunta que un Ser Humano pueda hacerse.
Sentir alguna atracción hacia esta pregunta es ya una señal de una vida auspiciosa.
Desde el nacimiento de este cuerpo algo dentro ha estado diciendo: “Yo Soy”, Yo quiero, Yo sé, Yo amo, este soy yo, esto es mío, pero cuando se pregunta ¿Qué o Quién Soy? una respuesta clara no es dada.
El “Yo” en sí, parece saber muchas cosas, pero el sí mismo no lo sabe.
¿Qué es lo que surge del “Yo”?
¿Cuál es la substancia del “Yo”?
Estas son las más poderosas preguntas que pueden emerger dentro de la consciencia humana.
¿Por qué poderosas?
Porque tienen el poder de quebrar, abrir y disipar cada ilusión y así remover las garras del ego en nosotros.
El ego es en su naturaleza una identidad irreal, nos hace sentir incómodos en presencia de otros seres.
Con frecuencia atrae el miedo y la inseguridad, lo que nos genera mantener
sentimientos de rechazo, celos, odio y deseo.
Sin embargo, por su misma naturaleza, el ego también puede hacernos crecer en comprensión y aspiración de una libertad duradera obligándonos a buscar lo que es verdadero en nosotros.
Cuando dices “yo” se trata de un cocktail del puro Ser mezclado con el condicionamiento. Pensamiento condicionado… Mente condicionada…
Todos los seres han probado de ese cocktail de puro Ser con Mente. La mente es la parte pensante del Ser, la parte creativa del Ser.
Cuando el Ser no está identificado con la mente, pese a que ésta está allí, se experimenta a sí mismo como pura paz y puro gozo.
Ramana dice “Cuando Yo desplaza a yo, permanece siendo Yo” y se refiere a esto como la paradoja del verdadero Ser.
El Yo, el yo-Ser, aparta la identificación del yo-me-mi-conmigo, retira la creencia de este yo y se queda con Yo soy.
Yo ya significa Ser; el resto llega debido a la distracción.
Si esta presencia no se conecta ni se identifica con otro concepto, permanece en sí misma. Entonces aparece la paz, el espacio, un júbilo natural, fresco y crujiente, ¡mejor que fresco!
Cuando surge la identificación con el proceso del pensamiento y te implicas en ello, ese implicarse eclipsa el reconocimiento intuitivo del “Yo soy!.
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