Aceptar la muerte no significa desearla

En un alejado monasterio, un maestro zen se hallaba sentado en medio de la estancia, mientras un novicio barría el suelo y limpiaba el polvo.

La estrella de la estancia era un precioso vaso antiguo que llevaba en el monasterio varios cientos de años. En un momento de desatención, el joven monje lo empujó de manera accidental.

El valioso vaso cayó al suelo y se hizo mil añicos. El novicio se disculpó profusamente, y frenéticamente recogía los pedazos del suelo, desolado por lo que había hecho y con la angustia de que ya no había remedio.

Esperaba que el maestro estuviera muy enfadado con él, pero el anciano guardaba silencio y permanecía impasible.

Cuando por fin el joven monje se calmó un poco, preguntó al maestro:

- “Maestro, ¿no está enfadado?”

- “No”, contestó el maestro.

- “¿Por qué no lo está?, inquirió sorprendido el novicio, ¡Era un vaso antiguo
de mucho valor y yo lo he destruido por falta de atención!”

El maestro guardó silencio unos instantes y luego contestó:

- “Para mí, el vaso ya estaba roto”.

Aceptar la muerte no significa desearla. No es ni mucho menos incompatible con hacer todo lo posible por vivir. Aceptar la muerte es, simplemente tener el coraje de levantar la vista para aceptar estar vivos con todas las consecuencias. Tomar conciencia del regalo que supone el tiempo del que disponemos e intentar aprovecharlo al máximo. Aceptar la muerte significa, en realidad, comprometerse con la vida.

http://elcosmovisionario.wordpress.com/2014/02/28/aceptar-la-muerte-no-significa-desearla/#more-1987