LA ESCASEZ NOS ABSORBE, ALTERA EL MODO EN QUE PERCIBIMOS LAS COSAS, NOS ATRAPA Y NOS HACE DECIDIR DIFERENTE. CUANDO PENSAMOS BAJO LA ESCASEZ (DE TIEMPO, DINERO, CALORÍAS) NOS ENFOCAMOS EN SUS IMPLICACIONES. ¿ES EL HOMBRE UN SER SIEMPRE RACIONAL?
Existe un intenso debate en las ciencias sociales sobre la racionalidad de las personas. Por un lado, están quienes defienden que el ser humano es un ser completamente racional, basando sus argumentos en la escuela del Rational Choice, la cual afirma que nuestras decisiones se buscan siempre priorizando o maximizando la utilidad; del otro lado, están quienes creen que el hombre puede actuar irracionalmente dependiendo el contexto social y psicológico en el que se encuentre. Las siguientes líneas tratarán de aclarar el panorama de esta dicotomía y el peso que ha tenido el surgimiento de la “economía del comportamiento” en el estudio de la toma de decisiones.
Maximizando nuestra utilidad
En su libro El capital humano (1964), Gary Becker, economista
reconocido por sus aportes a la teoría racional afirma que no existen en el hombre comportamientos irracionales, sino que las personas toman sus decisiones siempre calculando costos y beneficios bajo el supuesto de que nuestras preferencias se mantienen constantes; ello con la finalidad de comparar y predecir acontecimientos políticos-económicos.
Becker pensaba lo siguiente sobre el matrimonio: “Las parejas se casan para mejorar su situación, se divorcian cuando la utilidad de estar casados cae por debajo de la utilidad esperada de estar divorciados, es decir, cuando ya no hay placer en seguir casados”.
Racionalidad limitada
En 1957, Herbert Simon expuso en su libro Modelos del hombre que la mayoría de la gente actúa de manera irracional y emocional en gran parte de sus acciones. Simon sugiere que las personas emplean la heurística para tomar decisiones, sin realizar cómputos de costos y beneficios, ya que gran parte de ellas carece de los recursos mentales para llegar a una decisión óptima.
La heurística es un atajo mental que permite a las personas resolver problemas rápida y eficientemente, pero que, aunque muchas veces sea de ayuda, a veces puede introducir errores, pues que algo haya funcionado en el pasado no significa que funcione en el presente.
Existe una variedad de vicios cognitivos resultados de la heurística, para efectos de este texto nos concentraremos en tres: La teoría prospectiva, WYSIATI (What you see is all there is) y la escasez.
La heurística jugó un gran papel en la economía después de la publicación de Prospect Theory: An Analysis of Decision under Risk, escrito por Daniel Kahneman y Amos Tversky quienes recibieron el Premio Nobel de Economía en el 2002 por sus aportes psicológicos a la ciencia económica.
La teoría prospectiva
A diferencia de la teoría tradicional racional que establece que el hombre busca siempre maximizar su utilidad respecto a preferencias estables, la teoría prospectiva afirma que las personas no buscan aumentar el nivel de su utilidad final, sino que toman sus decisiones con base en ganancias y pérdidas relativas a un punto de referencia, de manera que la utilidad se convierte en un valor relativo.
Tenemos una tendencia irracional a arriesgar menos las ganancias que las pérdidas, buscar o evitar el riesgo depende del punto en el que estemos situados (claramente ganar 100 pesos no es lo mismo que perderlos).
Lo que ves es todo lo que hay (WYSIATI)
Todos los días las personas toman decisiones con “lo que tienen”, con información muy limitada, información que obtuvimos de un modo fácil sin antes analizar de dónde viene, qué partes integran un problema que se nos presenta y cómo llegar a una decisión correcta, así es como asumimos intuiciones para llenar los vacíos de la incertidumbre.
No es fácil negar esto, la mayoría de los estudiantes contesta exámenes con “lo que tienen”, la mayoría tiende a llegar a una conclusión con la información que se tenga, por más limitada que sea, a no ser que conozcan el problema que se les presente.
Escasez
Debido a que contamos con información limitada, lo que vemos o tenemos puede ser tan poco que esa escasez a su vez limite nuestra capacidad de ver más allá de una situación. Para explicarlo mejor, trataré de responder la siguiente pregunta:
¿Qué tienen en común un universitario días antes de su examen y un agricultor en un país pobre?
Esta pregunta puede resultar extraña e incluso patética si llegamos a una conclusión sin antes analizar una posible respuesta.
En su más reciente obra, Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir, un economista de Harvard y un psicológo de Princeton respectivamente, responden a esta pregunta con una sola palabra: “Escasez”.
La escasez nos absorbe, altera el modo en que percibimos las cosas, nos atrapa y nos hace decidir diferente. Un agricultor en un país pobre vive siempre en riesgo: en riesgo de que se inunden sus parcelas, de que suba el precio de las semillas, etc. Este riesgo lo conduce a una escasez mental, donde al emprender la búsqueda de recursos para alimentarse debe concentrar gran parte de su energía física y mental en conseguirlos. Este enfoque lo hace eficiente en su búsqueda a corto plazo, pero débil ante lo que pase en el exterior.
De la misma manera, un estudiante antes de su evaluación utiliza su espacio mental en resolver sus necesidades inmediatas (obtener un buen resultado en su examen), ya que el enfoque derivado de la escasez es involuntario, impide nuestra habilidad de enfocarnos en algo más. La escasez hace que prestemos menos atención y le dediquemos menos espacio mental al resto de nuestro entorno.
Los pobres deben lidiar con una escasez monetaria, los estudiantes con una escasez de tiempo. La escasez crea una carga por encima de todas las preocupaciones e impide mirar hacia el futuro.
Cuando pensamos bajo la escasez (de tiempo, dinero, calorías) nos enfocamos en sus implicaciones: menos tiempo para divertirnos, menos dinero para gastar… Debemos lidiar con menos recursos mentales y con un desgastado control sobre nosotros mismos y nuestras decisiones futuras.
Estas ideas abren paso a un nuevo paradigma que podría ser muy útil en la creación de políticas públicas, particularmente en el combate contra la pobreza. Debemos reflexionar sobre la persistencia de la visión racional tradicional y preguntarnos:
¿Es el hombre un ser siempre racional?
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