(Imagen: laura larson)
Eres pequeño, pero contienes mundos.
Eres indefenso, y sin embargo brillas con el poder de la vida misma. No puedes retener tu propio poder.
Cuando estamos juntos, no hay nada más. Estás presente, inveterado.
Me recuerdas el milagro de estar aquí.
Te expandes. Estás probando, explorando, realizando brillantes experimentos. Juegas en un mundo de deseos y deseos frustrados, de placer y dolor, de sueño y vigilia. Encuentras tu lugar en el justo medio. No desperdicias nada.
Conocerás la tristeza muy pronto, tal vez incluso la desesperación. Un gran sufrimiento podrá surgir, pero también un gran potencial para despertar. Tal vez te cuestiones todo aquello que creíste que era verdad. Tu camino podrá volverse incierto. Podrás tropezar en la oscuridad.
Puede que yo no me encuentre cerca para ayudarte, o para ofrecerte alguna
respuesta. Eso está bien. Encontrarás tu propio camino, aprenderás a confiar en tu propia confusión. O tal vez tus preguntas se disuelvan en el silencio, y recordarás la maravilla de esos días, de aquellos que pasamos juntos antes de que el tiempo fuera relevante.
Tú eres la iluminación, mi pequeño, la esperanza y la posibilidad. Toda la oscuridad de este mundo parece tan insignificante comparada con la luz y el asombro de tus grandes ojos.
No sé decirte si eres viejo o joven. Tal vez el mundo esté completamente al revés. Tal vez has vivido mil años o más. Tal vez ésta es tu última encarnación. Tal vez tú me engendraste algún día para que yo me encontrara aquí, junto a ti, deshecho pero pleno, en completa humildad, cayendo de rodillas en gratitud. No lo sé.
No importa. Asumiré que eres ancestral y digno del mayor de los amores.
Y tú me recordarás de aquellos días en que ser vulnerable era la mayor fortaleza, y la alegría siempre estaba cerca.
- Jeff Foster
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