28 de enero de 2015

HERIDAS


"Si dejas salir lo que hay dentro de ti,
eso que sacas, te salvará.
Si no dejas salir lo que hay dentro de ti,
eso que no sacas, te destruirá."

- Jesús, Evangelio de Tomás


Nuestras heridas, cuando son ignoradas, negadas, reprimidas, descuidadas o rechazadas, comienzan a supurar y eventualmente nos envenenan.

Cuando a esas mismas heridas, físicas o psicológicas, les prestamos nuestra bondadosa atención, cuando les damos un absoluto permiso para que existan en el inmenso paisaje del momento presente, cuando las iluminamos incondicionalmente con la luz amorosa de nuestra presencia consciente, comenzamos a sanar de manera natural, sin esfuerzo alguno.

No te confundas, 'sanar' no es arreglar algo que se descompuso, no es 'convertir en bueno' algo que está 'mal', tampoco se trata de transmutar las

tinieblas en luz, es algo mucho más profundo que eso - es entender que a nivel primordial, nada está mal, nada es oscuridad y que no hay nada en contra de la oscuridad, y que incluso nuestras heridas son sólo inteligentes invitaciones para detenernos y recordar nuestra más profunda naturaleza original - siempre presente, inmortal, nunca nacida y por siempre íntegra.

Vistas a través de la luz de nuestra presencia consciente, nuestras heridas no son realmente heridas, son nuestros más grandes maestros espirituales, sanándonos de todas esas ideas heredadas acerca de la enfermedad y la salud, de la ignorancia y el despertar, del pecado y la salvación.


Jeff Foster
(Traducido por Tarsila Murguía)

(Imagen: Maritsu)

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