localidad, a quien preguntó:
‘¡Oh sabia mujer! ¿Puedes ayudarme a comprender algo?
Escucho una y otra vez hablar sobre esta conciencia que acepta
todo, esta conciencia que es tan abierta y tan amante, tan libre y
tan en paz. Pero ¿dónde está? ¡No puedo encontrar esta conciencia
por ninguna parte!’
Y entonces la mujer respondió:
‘¡Oh joven buscador! Es más simple de lo que te imaginas.
Déjame preguntarte algo: ¿Puedes escuchar mis palabras ahora
mismo?’
‘Bueno, sí. Por supuesto que puedo’, respondió el joven.
‘¿Y cómo es que eres capaz de escuchar lo que estoy diciendo?
¿Cómo es que eres capaz de escuchar los pájaros allí encima de
esos árboles, o el sonido de las campanas de la iglesia repicando a
la distancia?… Pues por una sencilla razón: los escuchas porque la
conciencia está presente’.
La sabia mujer continuó: ‘Ahora dime. ¿Eres capaz de verme
ahora mismo?’
‘Bueno, sí.’ replicó el estudiante.
‘¿Y cómo es que eres capaz de hacer eso? ¿Cómo es que puedes
ver cualquier cosa ahora mismo? Bueno, por la misma razón por la
que puedes escuchar algo: porque la conciencia está presente’…
‘Ya ves,’ continuó la mujer, ‘lo divertido de la búsqueda de esta cosa
elusiva llamada conciencia es que, durante todo el tiempo en que la
buscamos, ESTÁ YA AQUÍ, justo en medio del buscar mismo. De
hecho, ¡la conciencia es lo que hace posible la búsqueda de esa
misma conciencia!’
‘¿Qué quieres decir?’ preguntó el estudiante.
‘Bueno,’ replicó la mujer, ‘cuando cualquiera de nosotros dice:
‘No puedo encontrar esta conciencia’… ¿qué es eso que ve la falta
aparente de conciencia? ¡Pues la conciencia, por supuesto! Nunca
podemos decir con honestidad: ‘No estoy consciente’, porque para
saber que no estamos conscientes, ¡tenemos que estar conscientes! ¿verdad?’
‘Así que ya ves, querido mío,’ prosiguió la mujer, ‘buscamos
encontrar esta conciencia, pero la verdad es que no podemos
escapar de ella, porque la conciencia está siempre ahí. Mírame,
y la conciencia está ahí, mirando a través de tus ojos. Vuélvete y
examina los árboles o el césped, y la conciencia está ahí, mirando
todas esas cosas. Ahora vuelve la mirada hacia tu interior y mira
tus pensamientos y sentimientos, y nuevamente la conciencia está
ahí, mirando tu mundo interior. Nosotros no creamos a la
conciencia, está YA AQUÍ, y tampoco podemos hacerla desvanecer.
La conciencia simplemente ES. Estar consciente no requiere
esfuerzo. Todo lo que tenemos que hacer es poner un poco de
atención, advertir tan sólo que esta conciencia está, sin esfuerzo,
espontáneamente presente. Y luego permitirnos a nosotros mismos
relajarnos entre sus brazos, abiertos y espaciosos, y entonces ver
cómo luce el mundo desde ese lugar, ese mismo lugar desde el que
siempre hemos estado mirando…’
John Astin
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